La presidenta suspendida del Parlamento de Cataluña, Laura Borràs, será juzgada a partir de este viernes, 10 de febrero, por el caso de supuesto fraccionamiento de contratos en favor de un amigo suyo cuando era directora de la Institución de las Letras Catalanas (ILC). La también presidenta del partido político Junts será juzgada por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) en siete sesiones, previstas para los días 10, 20, 21, 22, 23 y 27 de febrero y 1 de marzo, y la sentencia se espera para las semanas posteriores, durante la primavera. La Fiscalía acusa a Borràs de los delitos de prevaricación y falsedad documental y pide al tribunal que la condene a 6 años de prisión, 21 años de inhabilitación y una multa de 144.000 euros.

La Fiscalía acusa Borràs de dos delitos y quiere una condena de 6 años de prisión
La tesis de la Fiscalía contra la todavía presidenta de la cámara catalana –fue a suspendida de derechos y deberes pero no dimitió– es que habría fraccionado contratos para hacer que el coste total de cada uno no superara los 18.000 euros (sin IVA) y poderlos adjudicar a dedo, sin tener que convocar un concurso público. El objetivo, según esta tesis, sería poder encargar los trabajos –principalmente páginas web– a su amigo Isaías Herrero, informático de profesión y con una investigación abierta por tráfico de drogas en el momento que estalló el caso.
Siguiendo esta argumentación, la Fiscalía acusa Borràs de dos delitos: prevaricación y falsedad documental. A pesar de que inicialmente el TSJC la procesó también por fraude administrativo y malversación de fondos públicos, las dos fiscales que llevan el caso han desestimado que haya indicios para sostener estas acusaciones, puesto que los trabajos encargados en Herrero se hicieron y con el precio de mercado.
Para el ministerio público, la clave del caso es que Borràs y Herrero se habrían puesto de acuerdo para hacer ver que se hacía un concurso público para encargar las páginas web de varios acontecimientos diferentes organizados por la Institución de las Letras Catalanas. Según las dos fiscales, generaron una “apariencia fingida de respecto a los principios de publicidad y pública concurrencia” en la tramitación de las adjudicaciones. Sostienen que los dos principales acusados del caso eran conscientes de su “actuación ilícita”.
El tercer acusado, «cooperador necesario» en la Institución de las Letras Catalanas
El escrito de acusación detalla el historial de cada adjudicación irregular y lo vincula a las comunicaciones intervenidas, unos mails polémicos de los cuales el equipo de defensa intentará cuestionar la validez con una prueba pericial que la Fiscalía ha intentado invalidar. En todo caso, la Fiscalía concluye que todos los implicados actuaban sabiendo que “infringían abiertamente el cumplimiento de la normativa en materia de contratación pública”. Además de Borràs y Herrero, será juzgado Andreu Pujol, administrador de la ILC y considerado cooperador necesario, para el cual la Fiscalía pide 3 años de prisión y 10 años de inhabilitación.
Malgrat que la Fiscalía pide a Herrero la misma pena que para Borràs –6 años de prisión y 21 de inhabilitación, solo la multa es menor, 72.000 euros–, el ministerio público intenta un pacto con el informático coacusat para que reconozca el fraccionamiento de contratos. A cambio de pedirle una pena que no supere los dos años de prisión –cosa que le ahorraría el ingreso en un centro penitenciario–, Herrero haría una confesión que inculparía Borràs. El acuerdo, pero, todavía no está cerrado.
La defensa, de Gonzalo Boye
El letrado Gonzalo Boye, abogado de Carles Puigdemont y otros exiliados del Proceso, se encarga de la defensa de Borràs. Su estrategia es hacer decaer la validez como prueba de los mails que supuestamente intercambiaron Laura Borràs y Isaías Herrero para pactar como simularían un concurso público para adjudicar los trabajos. Por eso es clave la peritación informática que ha elaborado Enrique Hellín. Se trata de un experto con un pasado ultra y condenado por asesinato con los antecedentes ya cancelados, argumento con el cual la Fiscalía quiso apartarlo del caso, a pesar de que hace años que presenta informes en muchas salas de juicios del Estado, incluida la Audiencia Nacional. Según el poco que se sabe de este informe –que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha aceptado–, la defensa intentará demostrar que la cadena de custodia policial de las pruebas se rompió en algún momento y que no hay ninguna garantía sobre la autenticidad de estos documentos.
Polémica por la composición del tribunal, con el presidente del TSJC
La otra gran polémica relacionada con este juicio es la presencia del presidente del TSJC, Jesús María Barrientos, al tribunal que tiene que juzgar el caso y dictar sentencia. De hecho, Barrientos presidirá la vista y será el ponente de la sentencia. Por lo tanto, este magistrado tendrá todo el protagonismo: podrá decidir, por ejemplo, qué preguntas se aceptan durante los interrogatorios. Y después será quien propondrá a los otros dos jueces el borrador de sentencia.

La defensa de Borràs recusó Barrientos por su historial de pronunciamientos públicos críticos contra el independentismo, hecho que había llevado la sala 77 de apelaciones del mismo TSJC –la que se encarga de las recusaciones– a excluirlo del juicio de la Mesa del Parlamento que presidía Roger Torrent. Días antes, el Tribunal Supremo ya había clavado un coscorrón a Barrientos, al anular y ordenar repetir el juicio de la mesa de Forcadell precisamente por su falta de imparcialidad ante unos acusados independentistas. Y, a pesar de todos estos elementos sobre la mesa, el TSJC desestimó la recusación presentada por Borràs. De forma que Barrientos juzgará la presidenta del Parlamento.