El poder del Madrid mediático es el otro gran protagonista del insólito juicio al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Si en la jornada de la vista oral de ayer los testimonios de los fiscales implicados en la causa apuntaban a la dimensión que suponía investigar a Alberto González Amador, pareja de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, esta mañana se ha remachado el clavo. Dos testimonios importantísimos para esclarecer el caso han subido al estrado para debilitar aún más la acusación contra García Ortiz. En concreto, la directora de comunicación de la Fiscalía General del Estado, Mar Hedo, y el jefe de prensa de la Fiscalía de Madrid, Íñigo Corral, además de un tercero, el exresponsable de comunicación de la Moncloa y veterano del PSC Francesc Vallès.
Los tres testigos han negado la filtración del famoso correo donde el abogado de Alberto González Amador ofrecía un acuerdo al fiscal Julián Salto para esquivar una eventual pena de prisión en un delito de fraude fiscal. De hecho, cada vez que se repite el hecho que justifica la imputación del delito de revelación de secretos a García Ortiz, algo chirría en la grandilocuente sala de vistas del Convento de las Salesas, la sede del Tribunal Supremo. Pero, más allá de los detalles, los tres han abonado la tesis que se vislumbra –y que, en cierta manera, intoxica este juicio– sobre la importancia de quién tiene el poder del relato. Al fin y al cabo, a la vista de la sesión de esta mañana, todo parece una puesta en práctica desgastada de las tesis de Walter Lippmann, el hombre que mejor ha teorizado sobre la cultura de masas y de los medios de comunicación.
De hecho, esta vista oral no se puede entender sin dos elementos. En primer término, la guerra interna dentro del ministerio público. Y, en segundo lugar, la burbuja que supone la biosfera de Madrid y la importancia para la derecha extrema española que supone una capital de estado reconvertida en una especie de distrito federal. Miedo, complejos, magnetismo, carisma o, simplemente, batalla de falsa ideología para conseguir y mantener el poder por parte del núcleo duro de Ayuso son elementos indisolubles para pasar por la traductora el juicio al fiscal general. Por cierto, un fiscal general que esta mañana ha recibido el elogio de uno de los jueces históricos de la Audiencia Nacional, y de talante conservador, Manuel García Castellón, que, en una entrevista en TVE Cataluña, ha glosado la figura personal y profesional de García Ortiz.

«La información estaba en el mercado»
Mar Hedo, una reconocidísima profesional y que tiene la fama, bien ganada, de descolgar siempre el teléfono, ha asegurado desde el estrado que la información sobre una negociación de la fiscalía con el abogado de Amador hacía tiempo que corría. Muchos días antes de que tuviera conocimiento el fiscal general y mucho antes de la difusión del mail. Hedo, como máxima responsable de comunicación del ministerio público, ha detallado al tribunal que preside Andrés Martínez Arrieta que le dijeron que el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, estaba difundiendo información entre los periodistas sobre este acuerdo aunque de manera «errónea».
Hedo ha situado en el 6 de marzo la fecha en que tuvo conocimiento de las pesquisas contra Amador. Todo por una llamada de un periodista de Eldiario.es, un diario que publicó la noticia la mañana del 12 de marzo. A raíz de la publicación, Hedo recibió una avalancha de llamadas de periodistas porque «la presidenta de la Comunidad de Madrid genera un interés mediático excepcional» que, en su experiencia, solo puede equiparar en demanda informativa al ‘caso Luis Rubiales’. En este punto, y con habilidad, Hedo ha recordado que Ayuso avivó la expectación mediática al insinuar que había una confabulación de los poderes del Estado para perjudicar a su pareja. De hecho, la dircom de la Fiscalía ha razonado que «extendía una sombra de sospecha sobre la actuación del ministerio fiscal».
Siguiendo este hilo, Hedo se ofreció para ayudar a Íñigo Corral, muy agobiado por las circunstancias, y le suministró la denuncia de la fiscalía contra Amador para difundirla a la prensa. El mismo día 12 por la tarde, otro periodista le preguntó por este posible pacto de conformidad y el mismo periodista, al día siguiente, le explicó que Miguel Ángel Rodríguez enviaba un mensaje de WhatsApp donde se explicaba que la fiscalía había propuesto un acuerdo, pero que «desde arriba lo impedían». Entonces concluyó que debían moverse porque Rodríguez es una «fuente potente» y se acabaría por publicar su versión. Su relato.

«Rápidos y veraces»
Ante la situación, Hedo llamó al fiscal general y él dijo que ya estaba al tanto porque había hablado con la jefa de la Fiscalía Superior de Madrid, Almudena Lastra, a quien había llegado la misma información. Todo se precipitó con la publicación en El Mundo, el 13 de marzo del supuesto acuerdo que se había ofrecido a Amador. El equipo de comunicación pensó que la mejor réplica era una rueda de prensa. Hecho que Hedo descartó y apostó por una nota de prensa ante la «tremenda confusión entre los periodistas».
La nota de prensa requería una cronología, de ahí que se pidiera al fiscal del caso la cadena de mails con el abogado para acreditar la actuación «impecable de la fiscalía». «Era necesario ser rápidos y veraces», ha sentenciado. «Se estaba acusando a la Fiscalía casi de tender una trampa a González Amador, de ofrecerle un caramelo envenenado», ha comparado. «La maquinaria informativa estaba en marcha», ha incidido Hedo, no sin recriminar a la fiscal superior de Madrid, Almudena Lastra, que pusiera «pequeños obstáculos» a la nota de prensa. «En España se filtra mucho», ha dejado caer.
Por su parte, Corral ha admitido el relato, pero, eso sí, ha criticado el «tono» de la nota de prensa, que «él no habría escrito» porque la noticia ya corría. Un pensamiento que no es extraño por la forma de trabajar de Corral. Finalmente, la envió por órdenes de sus superiores. Cabe añadir, en la lista de testimonios, al exsecretario de Estado de la Moncloa Francesc Vallés, que ha negado haber dado instrucciones a la Fiscalía General del Estado para que filtrara información relativa a González Amador. «No, no. Imposible», ha remarcado. Al fin y al cabo, el relato ya estaba en marcha.


