Es sábado por la tarde. Un 27 de junio. Cientos de jóvenes se manifiestan en Badalona, la tercera ciudad de Cataluña y gobernada por uno de los símbolos de la derecha desacomplejada, el popular Xavier García Albiol. Es una manifestación contra el movimiento «reaccionario y el fascismo» y un aviso a navegantes a los partidos formales de la izquierda catalana. La manifestación es vistosa y responde a una estética y un fondo muy concreto, y en sus discursos y pancartas recoge ideas y conceptos claramente comunistas. De hecho, es una demostración de fuerza de la entidad convocante, laOrganización Juvenil Socialista (OJS), que lleva tiempo inquietando y molestando a la izquierda independentista catalana del órbita de la CUP, sobre todo a Arran y al Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes.

La OJS es una organización que tiene todos los números para ganar protagonismo dentro de la biosfera sociopolítica catalana. En este sentido, desde su creación formal, hace aún no tres años, va creciendo en poder de convocatoria y en simpatías, y sobre todo en espacios que hasta ahora estaban más bien bajo el radar de control de la Candidatura de Unidad Popular, la CUP. Ámbitos como ahora el universitario o la lucha por la vivienda. La organización, sin embargo, por ahora parece buscar más acciones concretas y está muy preocupada por la formación de sus militantes y cuadros. Y, en cierta manera, priorizando la lucha social a la nacional, en tanto que entienden que Movimiento Socialista, que los cobija, engloba todas estas luchas.

Precisamente, la cuestión nacional y el feminismo, muy aplaudidas desde la CUP, son dos de las puertas que más resisten el embate de la OJS. En cambio, el desencanto del Proceso ha sido una autopista de entrada de jóvenes independentistas a la OJS. La izquierda anticapitalista, como catalana, no podía evitar sufrir una escisión.

Una pintada de la OJS sobre el genocidio de Palestina/OJS
Una pintada de la OJS sobre el genocidio de Palestina/OJS

Una escisión controlada

La OJS no nace como un hongo. Al contrario, es una «nueva línea política» que nace en Euskadi a raíz de una entidad bautizada como Movimiento Socialista. Fue en febrero de 2019, cuando se puso en marcha Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), en catalán Coordinadora Juvenil Socialista, una escisión del sector más joven de EH Bildu, cuando la formación abertzale redirigió su estrategia política hacia el ámbito más institucional. En el estado se creó la Coordinadora Juvenil Socialista, que recupera el evangelio de la lucha de clases sin tapujos ni matices y que llama a «la acción política independiente y revolucionaria del proletariado».

El éxito de GKS aún duele a la izquierda abertzale, que ve con recelo cómo se extiende por lugares donde las izquierdas independentistas o soberanistas tenían un mercado más o menos consolidado, como ahora Galicia, País Valencià, Mallorca y Cataluña. La primavera de 2024 nació la Creba Socialista de Galiza, que ya se definía como un «espacio de encuentro, formación y debate de socialistas de militantes con voluntad socialista en Galicia». El verano de 2024 se creó Bastida, «el espacio para la construcción de la estrategia socialista en Palma».

Antes, en septiembre de 2023, había nacido la OJS del País Valencià, y este septiembre pasado, dos años después, ya anunció la creación de asambleas territoriales. El caso de Cataluña fue bastante similar. Su embrión fue una escisión muy estudiada de la izquierda independentista, básicamente de Arran y de sectores de Endavant, en el año 2022, pero no se presentó oficialmente hasta septiembre de 2023, en un acto en el barrio de Roquetes de Barcelona. Desde entonces, se ha extendido como una mancha de aceite por todo el país y ha ganado protagonismo en comarcas donde había cierta consolidación de la izquierda independentista, como el Segrià, Alt Urgell, Ripollès, Gironès, Tarragonès y el Alt Urgell, y también en los distritos de Ciutat Vella y de Gràcia de Barcelona, además de las universidades.

Imagen de la creación de Bastida/Bastida
Imagen de la creación de Bastida/Bastida

«Política proletaria contra política burguesa»

La idea de la OJS es bastante clara: «Política proletaria contra política burguesa». Es decir, una enmienda a la totalidad, desde el punto de vista más comunista, al sistema de partidos de izquierdas en Cataluña, formaciones que, por otro lado, aseguran que son «ineficaces”. De hecho, se presentan como los «constructores de la alternativa a la dictadura de políticos y empresarios». En este contexto, dibujan a la burguesía como la «verdadera culpable de la miseria y auge reaccionario actual».

En sus actos, calculados desde el punto de vista del agitprop, el protagonismo es para la bandera roja. Una bandera que opinan engloba todos los movimientos que quieren politizar lejos de las estructuras institucionales, como el antirracismo, la defensa del catalán o el feminismo. Una lucha «contra la violencia y la explotación» que no rehúye el cuerpo a cuerpo ideológico ni el choque institucional. Es lo que llaman en su propuesta política «autodefensa socialista». En síntesis, esperan transformar los movimientos sociales en «militancia política», esto es, ordenar políticamente las luchas por la vivienda (un verdadero vivero de la OJS), el antifascismo o el feminismo.

El Sindicato de la Vivienda Socialista de Cataluña en auge en el país/OJS
El Sindicato de la Vivienda Socialista de Cataluña en auge en el país/OJS

Formación, universidades y luchas

La formación es una de las claves en el manual del buen militante -que aseguran que son cientos en Cataluña-. Al fin y al cabo, es una de sus principales actividades, con jornadas densas. Hay que tener presente que uno de sus principales semilleros son las universidades catalanas. Solo hay que recordar cómo han ocupado espacios que antes monopolizaba el Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes (SEPC). Un ejemplo es que del 25 de septiembre al primero de octubre hicieron una verdadera maratón de presentaciones en las universidades catalanas, como la de Barcelona, la Autónoma, la de Girona y la de Lleida. Comunicativamente, Twitter e Instagram son sus canales preferidos, pero el medio Horitzó Socialista ofrece un verdadero manual para entender el alcance y el contenido de este nuevo protagonista político.

Además, la OJS ha sabido encontrar un pozo de recursos humanos y de afiliación en dos movimientos clave. En primer lugar, una lucha muy trabajada y que ya ha provocado fricciones con otros espacios de la izquierda independentista: la vivienda. De hecho, apoyan el Sindicato de Vivienda Socialista de Cataluña, que, en un año de vida, presenta un historial de servicios bastante destacado, como la creación de diez secciones locales y más de 130 desalojos detenidos. En este sentido, la lucha contra los desalojos -el derecho a la vivienda desde un punto de vista político- ha sido uno de los reclamos principales para atraer a jóvenes desencantados del Proceso.

Otro de los puntos que los ha hecho entrar con fuerza en las últimas semanas ha sido la Flotilla de denuncia del genocidio de Gaza. La lucha y la protesta contra la guerra ha sido una de las premisas principales de trabajo y ha generado muchas simpatías entre la juventud que se ha unido a la protesta a través de la OJS, sobre todo en asambleas locales. Así, con su presencia en disturbios o enfrentamientos con organizaciones de extrema derecha en universidades, aún han revestido de más pátina de lucha revolucionaria una organización que da por entendida la lucha nacional pero que centra la fuerza en la lucha de clases. Una propuesta que, de momento, ya hace sufrir a la CUP, partido que incluso ha tenido que repensarse internamente con cambio de imagen y de estructuras internas para afrontar la lucha de las izquierdas después del Proceso.

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