Junts per Catalunya dará este viernes el pistoletazo de salida a su congreso extraordinario, que servirá para entronizar de nuevo a Carles Puigdemont como presidente del partido y relevar así a Laura Borràs, que después de tomar el relevo del presidente en el exilio en el cargo en 2022 perderá poder ejecutivo y se encargará de presidir la fundación del partido, un organismo surgido de la fusión de Junts con Demòcrates. Lejos queda aquel congreso de 2022 en Argelers cuando Laura Borràs y Jordi Turull, que seguirá como secretario general, acordaron una bicefalia en la dirección del partido. La todavía presidenta logró controlar el 50% de la ejecutiva, pero después ha ido perdiendo peso durante estos dos años en los que Turull ha ido ganándole terreno hasta enviarla al rincón de pensar de la fundación FunDem que, de rebote, le servirá para formar parte de la ejecutiva. Ella continuará, pero muchos miembros de su entorno –Miquel Sàmper, Cristina Casol, Jaume Alonso-Cuevillas, Aurora Madaula, David Torrents– han ido desapareciendo o perdiendo fuerza por diferentes razones, y el borrasismo se ha diluido.
Laura Borràs dio el salto a la política como una apuesta personal de Puigdemont, que la fue a buscar a la Institució de les Lletres Catalanes (ILC) para formar parte de la candidatura de Junts en las elecciones de diciembre de 2017, tras el referéndum del Primero de Octubre y la aplicación del artículo 155 que suspendía la autonomía de Cataluña. Ya ocupó un lugar destacado en aquella cita electoral, el número cinco por Barcelona, y posteriormente, tras la elección de Quim Torra como presidente de la Generalitat, fue nombrada consejera de Cultura. Seguidamente, daría el salto al Congreso de los Diputados y también sería elegida como candidata a la presidencia de la Generalitat en 2021, en una lista encabezada por Puigdemont de forma simbólica, para posteriormente ser designada presidenta del Parlament y del partido. Tan fuerte fue la subida como su caída tras la salida de Junts del Gobierno y su condena a 4 años y medio de prisión y 13 de inhabilitación por trocear contratos al frente de la ILC, aún pendiente de recurso al Tribunal Supremo y, previsiblemente, el TC.
Puigdemont y Borràs quisieron dar una imagen de unidad esta semana en un encuentro en la Casa de la República en Waterloo (Bélgica) anunciando un acuerdo en un comunicado conjunto donde se remarcaba que «la presidenta ha expresado su convencimiento de que el lugar desde el cual puede seguir sirviendo al proyecto del partido y al movimiento independentista es a través de la fundación con la que, en esta nueva etapa, el partido pretende dotarse de un espacio de debate de ideas, formación y pensamiento». «El presidente Puigdemont, que quiere seguir contando con el capital político de la presidenta Borràs y que siempre ha destacado la gravedad de la persecución judicial que sufre debido a su implicación en la lucha política, considera que su bagaje académico y su carácter determinado la hacen la persona idónea para presidir la fundación», resalta el texto para avalar a Borràs como presidenta de la fundación FunDem, que absorberán de Demòcrates, para disponer de un «espacio de pensamiento y reflexión». «Debe ser el think tank, y la propuesta en positivo para construir nación», defendió Antoni Castellà en la firma del acuerdo de confluencia entre las dos formaciones. De hecho, el acuerdo establece que Junts «derivará toda su acción de pensamiento y formación hacia la fundación».

El círculo de confianza de Puigdemont y Turull
La nueva etapa del partido que se abrirá este fin de semana en Calella estará liderada por el tándem formado por Carles Puigdemont en la presidencia del partido y Jordi Turull, en la secretaría general, que, además, se rodearán de gente de su máxima confianza. La cúpula de la dirección la completarán cuatro vicepresidencias que, según ha confirmado El Món de fuentes oficiales, serán para Antoni Castellà, Míriam Nogueras, Josep Rius y Mònica Sales. El primero proviene de Demòcrates y a pesar de que no ha militado nunca en Junts podrá acceder al cargo gracias a la ponencia organizativa del partido que suprimirá los seis meses de militancias que se requieren para acceder.
Nogueras, por su parte, nombrada como «capitana» entre miembros destacados de la dirección y pieza clave en la negociación con el PSOE, es la jefa de filas del partido en Madrid y también tendrá peso en la nueva dirección. Otro nombre que seguirá en la ejecutiva como vicepresidente es el diputado y concejal por Barcelona Josep Rius, hombre de total confianza del presidente en el exilio y la última vicepresidencia será para la actual portavoz de Junts en el Parlament. En cambio, ninguna de las personas de confianza de Borràs tiene opciones de continuar desarrollando el papel que han tenido hasta ahora. Nada nuevo, porque Junts ya prescindió de muchos borrasistas para las listas del pasado 12-M y los que quedaron relegados y solo Francesc de Dalmases salió como diputado.
En la terna de la dirección se integra la nueva secretaria de organización, Judith Toronjo, diputada en el Parlament y exsecretaria general de la JNC, la cantera de Junts. Toronjo forma parte del núcleo de confianza de Turull a través de Miquel Buch, el virrey de Junts en el Maresme, donde Toronjo tiene la plaza como residente en Tordera. El nombramiento de Toronjo, sin embargo, ha requerido el sacrificio del actual secretario de organización, David Torrents, identificado con el borrasismo, que caerá de la ejecutiva. La senadora Teresa Pallarès, por su parte, mantendrá la secretaría de finanzas. También en el núcleo duro de la dirección se contará con Pilar Calvo, actual diputada en el Congreso y famosa periodista deportiva, que está bien vista por todos los sectores de la formación. De ahí que su elección para presidir «el asiento del partido» haya caído bien en todas las sensibilidades.

Un cónclave de delegados con las listas abiertas y la antigüedad como principales puntos de debate
La candidatura de Puigdemont será la única que se presente en el congreso de Calella, pero los delegados de Junts en el cónclave debatirán y votarán hasta 354 enmiendas propuestas por los militantes del partido. Entre los textos que se someterán a debate hay algunos que van en contra de la votación de la cúpula a través de listas «bloqueadas y cerradas», y reclaman listas abiertas; y también sobre si se permite la doble militancia y sobre el requisito de seis meses de militancia para optar a un cargo, que la dirección había suprimido para permitir la entrada a la ejecutiva de personas provenientes de otros partidos, como el caso de Antoni Castellà, o independientes.
De la misma manera, la ponencia ideológica deberá debatir enmiendas presentadas por la militancia octubrista que no ha querido transaccionar, para no descafeinar, sus propuestas políticas como defender el mandato del Primero de Octubre o planificar un intenso trabajo para lograr el «control integral del territorio» o hacer un seguimiento más exhaustivo de los acuerdos con el PSOE y Sumar. Enmiendas que se forzarán a debatir en el plenario del cónclave. Aunque se espera cierto debate en torno a estas cuestiones, la actual dirección, que ve controlado un buen grupo de los delegados, espera que las enmiendas sobre estas cuestiones acaben decayendo y se impongan sus tesis.

Turull y los errores pasados
El secretario general de Junts y candidato a repetir en el cargo no quiere sorpresas. De hecho, su historial no le permite dejar muchos cabos sueltos de última hora ni permitirse el lujo de alguna sorpresa. En este sentido, Turull y su entorno recuerdan el enredo del congreso de fundación del PDeCAT en julio de 2016. Una asamblea que debía servir para entronizarlo como secretario general de la formación con Buch de organización. Pero movimientos de los rullistas -el sector de Josep Rull-, la JNC de Marta Pascal y cierta complicidad del núcleo duro de Artur Mas, le robaron la cartera y quedó fuera de la dirección dejando el tándem David Bonvehí y Marta Pascal en la dirección del nuevo partido, y Mas y Neus Munté en la presidencia simbólica. Una fórmula que fue un fracaso estrepitoso y que ha acabado con el PDeCAT bajando la persiana, con Bonvehí y miembros del rullismo como altos cargos del gobierno del presidente Salvador Illa.
Después, Puigdemont lo eligió como consejero de Presidencia, a raíz de la operación Patrimonio del Estado, es decir, la amenaza de las instituciones estatales de ir contra el patrimonio de los consejeros y cargos de Gobierno que preparaban el referéndum. Turull sustituyó a Munté durante escasamente tres meses. Un cargo que le costó cuatro años de prisión y el reencuentro con Josep Rull. En el congreso de Argelers, Turull intentó evitar otra operación como la de 2016 y pactó una paz armada con Laura Borràs que con el tiempo ha podido ganar, pero siempre siguiendo las directrices que le han ordenado desde Waterloo. «En aquel congreso, que Turull lo podía haber ganado cómodamente, hizo de convergente y quiso evitar la guerra directa», comentan camisas viejas de la formación. Ahora, con las dos lecciones aprendidas no ha querido dejar nada por resolver y ha asegurado todos los nombramientos con el apoyo del gran primo de zumosol de la formación, Carles Puigdemont.