Maria Rosa Vieta, de 70 años, llegó este jueves en el paseo de Lluís Companys desde Sant Martí de Centelles (Osona). Con su marido, se encontró con un par de conocidas de Abuelos de Vic. Venían a escuchar el presidente Puigdemont y acompañarlo hasta el Parlamento. Pero el que estaba previsto como una jornada con una fuerte carga emotiva y política, acabó como «una experiencia muy desagradable y con consecuencias para la salud». La Rosa y su grupo fueron víctimas del lanzamiento de gas pimienta por parte de agentes de los Mossos d’Esquadra que custodiaban el búnker del parque de la Ciutadella para impedir la entrada pacífica de manifestantes a las puertas del Parlamento.

De hecho, comisario en jefe de los Mossos d’Esquadra, Eduard Sallent, ha justificado este viernes el uso del gas pimienta contra los independentistas -se utilizó en 2019 con las protestas postsentencia, y de hecho, el 2017 Interior tuvo que hacer un pedido nuevo porque los puedes que tenía habían caducado- que se concentraron ante el parque de la Ciutadella: “Hacía tiempo que no teníamos este nivel de violencia«, ha dicho, añadiendo que los manifestantes querían intentar «asaltar la Ciutadella», y que si bien el cuerpo tenía la intención de “aguantar el máximo posible”, la presión y la violencia sobre los agentes fue tal» que se autorizó el uso de gas pimienta.

«Los mozos zurraban un señor muy grande a tierra»

La Rosa es una de estas manifestantes «violentas» que querían «asaltar el Parlamento». Mientras esperaban al único acceso en el parque de forma pacífica, asegura que «progresivamente» los agentes los iban empujando para que marcharan. De golpe, «una señora grande vino llorando del otro lado explicando que lo habían empujado los mozos y le habían hecho daño. Pensamos de marchar, pero de repente vemos que están zurrando un señor grande, más grande que nosotros, que lo han echado en tierra y tenemos miedo que lo maten. Entonces gritamos ‘criminales, que le estáis haciendo daño’!, relata, todavía nerviosa la María Rosa en conversación con El Mundo. A partir de aquel momento, la Rosa dice que los manifestantes empezaron a empujar un poco para poder entrar, pero «sin ninguna violencia», y fue entonces cuando decidieron apartarse y ponerse a tocar de la reja de la puerta del parque. En aquel momento, sienten un grito, «que echan gases, correo!». La Rosa y sus acompañantes no tuvieron tiempos: «Nos empezó a quemar todo, un escozor terrible a la piel y en los ojos, y salimos deprisa atravesando el paseo sin casi ni mirar. Yo tenía ganas de vomitar. Nos tiraron gas pimienta, la mayoría somos jubilados y ni avisaron, quién es el violento?«, remacha la María Rosa.

Un momento en que los manifestantes intentaban acceder en el parque de la Ciutadella este jueves ACN

El grupo de la María Rosa consiguió arrecerar-se en un bar, donde, por cierto, también entró gas pimienta. «Nos quemaba todo el cuerpo, yo tenía una tos brutal que me hacía tener ganas de vomitar, los ojos cocían, nunca había sentido un picor como esta en todo el cuerpo, una experiencia terrible», confirma esta jubilada osonenca que siguió el llamamiento del ANC este jueves. Un día después, todavía tiene picores. Insiste que no hubo ningún tipo de violencia por parte de los manifestantes: «La gran mayoría éramos gente mayor, y tuvieron una reacción brutal, desproporcionada. Solo lo entiendo si es que los cocía la rabia por no haber detenido el presidente Puigdemont».

51 personas atendidas, 2 detenidos y 15 investigados

En plena confusión en el cuerpo de Mossos d’Esquadra sobre la ubicación de Carles Puigdemont y los manifestantes intentaban acceder en el parque de la Ciutadella, un búnker policial hasta ahora nunca viste, la policía de la Generalitat roció con gas pimienta las personas que intentaban acceder al recinto tumbando vallas y rompiendo el cordón policial. De resultas de la actuación policial, el SEM tuvo que atender 51 personas afectadas por los gases lacrimógenos, dos personas quedaron detenidas y una quincena más constan como investigadas. Pero además de la desproporción evidente de la medida, según el protocolo policial, antes de efectuar cargas o de lanzar gases lacrimógenos, los policías están obligados a advertido por megafonía los ciudadanos. Y esto, según todos los testigos consultados por El Mundo, no pasó.

De hecho, la ANC ha hecho llegar una carta al Departamento de Interior para denunciar la actuación policial de los Mossos, y la entidad califica la actuación de «desproporcionada». Reclaman que se abra una investigación y se depuren responsabilidades ante una «desproporción» que consideren que limita el derecho de expresar las opiniones ante el Parlamento. «Los operativos nunca pueden anular este derecho y hace falta que se hagan de acuerdo con las interpretaciones de las resoluciones de las Naciones Unidas y lo TEDH», defienden. El ANC también denuncia el uso de gas pimienta contra los manifestantes «sin que se hubiera producido una situación violenta» y que la policía no avisó previamente por altavoz que se utilizaría.

Un manifestante recibe gotas en los ojos después de que los mozos le echaran gas pimienta ACN

Pesarrodona: «Se saltaron los protocolos, quizás por impotencia»

De hecho, en conversación con el Mundo, en Jordi Pesarrodona, miembro del secretariado nacional del ANC, explica que él también se encontraba entre los manifestantes -también Jan Matamala y Toni Strubell- en el momento que lanzaron el gas pimienta, como también otras miembros de la entidad, y testimonia que «en ningún caso no hicieron ningún aviso, se saltaron el protocolo, quien sabe si por impotencia o rabia, atacaron indiscriminadamente a pesar de que sabían perfectamente que la mayoría era gente mayor, de 60 en arriba». Pesarrodona remarca que los manifestantes «queríamos entrar a las puertas del Parlamento», porque «como ciudadanos tenemos derecho», pero se encontraron con un dispositivo «totalmente desproporcionado y absurdo». Dice que «con cierto volumen de gente es normal que hubiera empujones», pero en ningún caso «ni violencia ni agresividad», y todavía menos, había ninguna intención «de asaltar» el Parlamento, como dice el cuerpo de Mossos. Sí que cayeron algunas vallas y los manifestantes entraron, «andando tranquilamente»: «Si íbamos con las manos en alto, de verdad que somos violentos?», se pregunta. Dice que, de golpe, los agentes los rociaron sin previo aviso con gas pimienta. Y describe los mismos síntomas que el resto de afectados: «La piel te bulle, los ojos te queman y tienes dificultades para respirar».

Mirando de encontrar una explicación en la actuación policial que Mossos justifica por la violencia de gente como los Abuelos de Vic, Pesarrodona solo piensa en «la rabia por no haber detenido el presidente Puigdemont».

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