Jaume Bosch (Sant Feliu de Llobregat, ) es, sobre todo, un político honesto. Militante de la izquierda soberanista desde el tiempo en que nadie lo hacía, se retiró de lo que se llama política activa. Pero el virus político inoculado en su adolescencia sigue haciendo travesuras en un hombre de espíritu joven y con ganas de debate, ideas, juerga y conocimiento. De hecho, de sabiduría y conocimiento tiene mucho. Lo demuestra su último libro «Fer Política», editado por Eliseu Climent, en la histórica y emblemática Editorial 3i4. Un libro que es un tesoro. Un manual para poder entender de dónde venimos porque estamos donde estamos. Datos, anécdotas y secretos que hasta ahora dormían el sueño de los justos que ayudarán a comprender muchas de las decisiones hasta ahora inexplicables de la política catalana de los últimos 40 años. En esta entrevista, Bosch nos ofrece un gran aperitivo.
Ha escrito un libro muy atrevido. Son una especie de memorias reconvertidas en ensayo. Pero, además, historiográficas! Ahora se entienden muchas cosas… ¿Por qué ha mantenido este silencio?
Hombre, ahora era el momento… ahora que estoy jubilado… una condición que me permite escribir con tranquilidad, buscar datos. Además, mi idea ha ido evolucionando un poco de cómo hacerlo, a medida que, fundamentalmente, lo he hecho durante el 2024, año en que han pasado muchas cosas, empezando por Trump y continuando por el auge de la extrema derecha en Europa y en el mundo. Por tanto, es un libro que he ido adaptando un poco… en función de que me ha parecido ahora más útil que cuando empecé a hacerlo.
Que no se asusten los lectores, que no es una autobiografía!
Sí, lo tenía muy claro… que yo no quería hacer una autobiografía, pero que, en cambio, a la hora de explicar cómo funciona el Parlamento, el Senado, cómo veo el ecologismo y tal, sí que pensaba que la mejor manera de hacerlo era a partir de mi propia experiencia. Y que eso es lo que podría tener interés, porque explicar cómo funciona el Senado ya hay tratados de derecho constitucional y ciencia política que lo explican, pero, en cambio, contar algunas de las anécdotas que acabo contando… es quizás la mejor manera de demostrar que el Senado no sirve absolutamente para nada, si no es un Senado federal, cosa que no es, digamos, ¿no?

Y una experiencia que sirve para entender y explicar mejor las cosas que están pasando ahora…
He ido buscando. Así tenemos las típicas crisis y divisiones de las izquierdas, la evolución de la reivindicación nacional,… explicarlo de manera útil especialmente a gente joven que no lo ha vivido. Sí que hay una primera parte más autobiográfica, para explicar de dónde vengo y por qué acabo pensando como pienso, y muy pensada, ahora que es el 50º aniversario de la muerte de Franco, para explicar a la gente joven qué era la dictadura. Y después, en cambio, he ido con temas más sectoriales, pero mezclándolo con vivencias mías, digamos.
Pero el libro es una crítica constructiva, un sistema en crisis pero que aún se puede reformar. Parece también una de las ideas centrales del libro o el contraste de la política de ahora con la de antes donde hoy día parece que cueste discernir lo que es verdadero de lo que es verosímil…
Comparto este diagnóstico. Pero tampoco quisiera que del libro se desprendiera… aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Al contrario, el libro es un bálsamo porque, en definitiva, alerta que lo que está pasando ahora pasaba hace 40 años!
No es un libro nostálgico y decir, mira, yo, cuando estaba, yo, en primera línea, todo era mejor. Que eso, a veces, gente de mi generación tiene tendencia a hacerlo. Analizando un poco la situación actual, ves cosas que son específicas de ahora y cosas que tienen las raíces de años anteriores, y, a veces, muchos años anteriores. Yo estoy convencido de que las instituciones… sirven para cambiar la sociedad. Y que se debe combinar el trabajo de las instituciones con el trabajo en la calle, con la movilización, con todo lo que quieras. Pero sin las instituciones no cambiaremos nada. Porque no estamos en una situación de ruptura revolucionaria.

También reivindica la política.
Quiero reivindicar, frente a este descrédito de la política fruto de casos de corrupción, de contradicción entre las palabras y los hechos, la labor de muchísima gente que he conocido que hace política, que son concejales y concejalas en un ayuntamiento… y que se dedican a intentar mejorar las cosas, o de mucha gente que milita en un partido y que no aspira a estar en ninguna institución, y que simplemente quiere participar en la discusión, ir a repartir folletos y tal, y que lo hacen sin esperar nada a cambio. Y eso a veces se olvida, porque vemos, no lo sé, a Ábalos o el caso Gürtel o no sé qué, pero eso es una parte de la política. Pero hay otra parte mucho más sana.
Hay otros mundos y están en este…
Lo que pasa es que muchas veces esta parte más sana no se ve! Y después hay un factor, que yo creo que este sí que es más específico, que es que se ha deteriorado mucho la relación entre los cargos políticos, entre los diputados y diputadas, entre los concejales… Es decir, aquí sí que reivindico un poco… que cuando yo comencé en las instituciones, el espíritu de la Asamblea de Cataluña estaba muy presente. Y por tanto, tú podías discutir… con alguien del PSC, de Esquerra o de Convergència, pero antes habías compartido una misma lucha contra el franquismo.
¿Y cómo es eso?
Pienso que se ha perdido en gran parte, fundamentalmente, yo creo que a partir de la entrada de Ciudadanos en el Parlamento, y después ya no digamos de Vox y la Aliança Catalana. Y en el libro explico, yo tenía, desde la discrepancia más radical, una relación correcta con la gente del PP, que fui incapaz de mantener con gente de Ciudadanos, porque es que no podía, por los ataques constantes contra el catalán, por la prepotencia, el caso de Albert Rivera, y aquí lo explico, e incluso de Inés Arrimadas, que cuando entró era una diputada moderada, que venía a mi despacho a decir, escucha, podemos pactar esta enmienda y tal, que después se disparó, superando incluso a veces a Rivera. La entrada de Vox y Aliança aún lo ha enturbiado más. También es cierto que el Proceso significó un nivel de tensión muy bestia que en etapas anteriores no existía.
¿Y durante el Estatuto no?
En la etapa del Estatuto hubo tensión. Pero, claro, había una mayoría muy amplia… que apoyaba el Estatuto, e incluso el PP, lo explico aquí, el de Piqué y Francesc Vendrell… El otro día oía a Alejandro Fernández, que decía… que el Pacto del Tinell estableció un cordón sanitario contra el PP para que no participara en el Estatuto. Eso es absolutamente falso. Vendrell participó en la ponencia y el día de la votación votaron a favor de dos títulos! Uno de estos el de instituciones, que era clave. Fue el PP de España quien después lo manipuló todo.
Piqué llegó a decir que veía bien la financiación que se acordaba
Efectivamente, efectivamente. Es decir, yo vi cómo allí había una mayoría muy amplia… que, incluso, con la discrepancia del PP, era una discrepancia que en Cataluña, no en el resto del Estado, era aceptable y que podías hablar. De hecho, el PP presentó enmiendas y todo a la ponencia. Es falso que se quisiera marginar al PP del Estatuto de 2006.

Qué diferencia…
Analizado en perspectiva, sí que ves que ahora, el nivel de crispación, con un PP que no ha aceptado no gobernar, y que, en el fondo, te está diciendo… que la mayoría actual en el Congreso de Diputados es ilegítima, y que no la aceptan, claro, todo esto ha crispado mucho. Y en Cataluña, el proceso no ayudó, pero, sobre todo, Ciudadanos primero, y Vox y Aliança Catalana, después, introducen un factor de tensión constante, especialmente con el tema lengua y Aliança Catalana, con otro aspecto, la inmigración y la homofobia, que hace que las relaciones hoy sean mucho más difíciles que cuando yo estaba. Aunque tampoco quiero endulzarlo eh! También había tensiones muy fuertes. Pero sí que es cierto que, en Sant Feliu, cuando era concejal, salíamos del pleno y nos habíamos dicho de todo, íbamos a tomar una copa y establecimos una relación que ha durado hasta ahora.
Es curioso porque en un Parlamento se parlamenta…
Efectivamente, y pactar. También se ha creado una especie de cultura, especialmente en un sector de la izquierda y del independentismo, que todo pacto es una traición. Y eso es un error, porque si tú no tienes mayoría absoluta, e incluso aunque la tengas es conveniente hacerlo. La política es pactar, es hablar, es discutir, es transaccionar. Pactar desde la minoría tiene el riesgo de que te acusen de haber renunciado a tus principios. Pero si tú renuncias porque eres minoría a pactar, te quedas en un rincón, y no incides en nada. Yo creo un poco que es lo que le ha pasado a la CUP, y que quizás ahora intentan solucionar un poco… demasiado tiempo ha estado en un rincón, y entonces no incides.
La política debe servir.
Claro, otra cosa es que tú tienes unos principios, y esos principios no tienes por qué renunciar a ellos. Ahora, a la hora de hacer política en concreto, es evidente que tú, sobre todo si eres el socio minoritario de un pacto, tendrás que tragarte cosas que no te gustarán. Pero siempre se debe poner en la balanza. Es decir, ¿qué es mejor? Decir, yo me retiro de todo, me voy en mi rincón de pensar y soy puro, o yo acepto cosas que incluso no me gustarían, pero estoy incidiendo y estoy consiguiendo. Siempre es la balanza, qué consigues y a qué renuncias. Afortunadamente, las épocas de las mayorías absolutas se han acabado, pero aun así, también había pactos.
Como la normalización lingüística.
Efectivamente. En Cataluña hay una tradición muy larga de pactos. Ejemplos más claros y más visibles, son los dos Estatutos, que son fruto de unas grandes mayorías en las que se pactaba teniendo mérito. Porque cuando Convergència i Unió pacta el Estatuto de 2006, Convergència i Unió está en la oposición. Debía combinar la voluntad de llegar a un acuerdo con la idea de tener un espacio propio, una imagen propia, un relato propio. Eso es legítimo. Quizás ya no fue tan legítimo el pacto de Artur Mas con Rodríguez Zapatero, al margen del gobierno de Cataluña.

Me gustaría centrarme especialmente en tres procesos políticos. Un primero es el proceso, sin duda. Además, desde su posición, porque no tuvo una posición nada fácil.
No, efectivamente.
Ni con el fuego amigo, ni con el fuego adversario.
Efectivamente
¿Qué falló?
Quizás para protegerme utilizo, en el buen sentido, a Josep Fontana. Creo que hay un posicionamiento sobre el Proceso -que se ha dado muy poco a conocer- que es de la gente que, como yo, estamos convencidos de que Cataluña tiene derecho a la independencia, pero que, en cambio, creemos que tal como se llevaban las cosas, aunque yo participé con lo que pude marcando las distancias, era imposible conseguir la independencia. Y, por tanto, a mí me preocupaban las consecuencias de todo esto.
En su defensa quiero recordar que usted fue el primero en hablar de indultos y amnistía.
Es verdad. Y en aquellos momentos parecía una utopía. Al final, ha llegado. Con todas las contradicciones que en el poder judicial aún hay un sector que no la quiere aplicar. Fue un artículo que firmamos con Ernest Urtasun, teníamos claro que el futuro pasaba por ahí. Pero el Proceso, que yo lo he vivido en una posición muy difícil. Dentro de Iniciativa y de los Comunes, después, yo tenía una actitud clara de defender el Derecho a la autodeterminación. La idea era conseguir un referéndum pactado porque es el único posible que pueda tener reconocimiento internacional, y, evidentemente, dentro de Iniciativa, había un sector que esto no lo veía claro. Explico la anécdota de cuando se me propone para la ejecutiva del Pacto Nacional por el Referéndum, que yo ya no era diputado,-y lo pactan el presidente Puigdemont y Joan Coscubiela «Coscu»-, y un sector de Iniciativa que tenía como punto de referencia en Coscu, sin saberlo, me criticó mucho! Me reprochaban que había aceptado estar en el Pacto por el Referéndum, y resulta que lo había pactado… Coscubiela. El Pacto era una vía que chocaba frontalmente porque al otro lado no había nadie que lo pudiera negociar. Ahora bien, tenía una amplitud tal que fue una lástima que a mediados de 2017 eso se rompiera.
Y se eligió la DUI.
Se eligió una vía mucho más pura, y decía vamos a la Declaración Unilateral de Independencia, pero por el camino, y esto lo viví yo en primera persona, se quedó mucha gente. No hay partidos, ayuntamientos, pactos locales y comarcales, universidades, entidades… Claro, hubo un repliegue, porque había gente que podía aceptar… Por ejemplo, los dos sindicatos mayoritarios, Comisiones y UGT formaban parte del Pacto. Y, en cambio, cuando se utilizó la otra vía, se desmarcaron, y eso pasó en muchos sectores. Yo vi las entidades con las que teníamos contacto en el Pacto, y te decían… Nosotros, por un referéndum, sí, pero por la independencia unilateral no nos mojaremos. De hecho, cuando Puigdemont dice que la ciudadanía catalana tiene derecho a opinar sobre su futuro, está proponiendo un referéndum sobre la independencia y no un referéndum de independencia. Un referéndum de independencia era el de Escocia, que si salía que sí, se aplicaba una etapa transitoria para conseguir la independencia. Un referéndum sobre la independencia es que si saliera que sí, habría que nombrar fórmulas de reforma legislativa y de negociación, nuevamente, para ver si se podía aplicar. Por tanto, yo creo que aquí, a veces, se está jugando demasiado a enturbiar las propuestas.
¿Fuimos inocentes?
Se pecó un poco de inocentes. Y entonces pienso en Enrico Berlinguer, del Partido Comunista Italiano, tenía muy claro el papel del Estado y lo estudió para poderlo reformar. Aquí hubo una especie de inocencia, de no ser conscientes de la correlación de fuerzas, que eso nos lo enseña el marxismo! Tienes que estudiar la correlación de fuerzas y tienes que conocer el funcionamiento del Estado! Por tanto, teniendo razón, porque sigo pensando que Cataluña tiene derecho a decidir su futuro y a hacer un referéndum de independencia cuando toque, se pagó con una ingenuidad terrible. Ahora se trata de volver a fortalecer la nación, de fortalecer la unidad como un solo pueblo de la ciudadanía de Cataluña, que se ha resquebrajado. Intentando construir un Estado debemos vigilar no perder la nación.

¿Como los ochenta?
Fortalecer las instituciones de autogobierno, volver a reivindicar la idea que en los años 80 habíamos hablado, tanto Jordi Pujol como Josep Benet, de la reconstrucción nacional de Cataluña. Aunque ahora estamos en otra fase, tenemos una cierta capacidad de autogobierno, pero debemos rebobinar los objetivos y ser conscientes de que aquí hay un tema generacional. A mí, un amigo mío me dijo en pleno proceso, Jaume, creíamos que no veríamos la independencia y ahora sí que la veremos. Una persona de mi edad, yo creo que con reacciones como las de Lluís Llach también hay este componente generacional. La gente que se ha creído que la independencia tocaba ahora y… quizás la independencia toque de aquí 30 años. Y por decir eso no eres un traidor ni un botifler, porque, en todo caso, tú puedes criticar desde una perspectiva nacional a la gente que te dice que Cataluña no es una nación y no tiene derecho a decidir, pero desde la perspectiva de los que creemos que Cataluña tiene derecho a decidir su futuro. Quizás es de aquí treinta años y no ahora! ¿Por qué había de ser ahora? Porque hubo un sector de gente que pensó que sería ahora. Y yo colaboré hasta el Pacto Nacional por el Referéndum para intentar lo que yo creía que era factible, un referéndum pactado, que no sería un referéndum decisorio, pero es que eso lo reconocía el mismo pacto nacional.
¿No se calibró bien, quizás?
Creo que no se calibró bien. Y después.. hay dos imágenes del 27 de octubre que para mí son fundamentales. Una, la de los diputados, con una cara de tensión bestial, excepto los de la CUP, que estaban súper contentos, pero que son los únicos que después no tuvieron a nadie encarcelado. Y la bandera española en el Palau de la Generalitat, que alguien le dijo a TV3 que se quitaría, porque tuvieron, yo lo seguía, durante horas enfocando la bandera, esperando que alguien la quitara y sigue ahí puesta. Estas dos imágenes demuestran la vulnerabilidad de todo lo que se estaba haciendo. También explico una anécdota del Pacto Nacional, que es la entrevista con Puigdemont, y que nos dice, este Pedro Sánchez se ha presentado a las primarias del PSOE, si ganara, quizás habría posibilidades de pactar. Si ganara él y después ganara el gobierno del Estado, quizás habría posibilidades de pactar. Eso nos lo dijo Puigdemont en pleno proceso, y alguna de la gente del pacto se quedó como extrañada. Bueno, yo creo que Puigdemont, que es una persona que pienso que es inteligente, se daba cuenta de que con el PP no había nada que hacer, pero que quizás con un PSOE encabezado por Pedro Sánchez, quizás sí.
Y mira…
Si eso, él lo pensaba como una posibilidad, que en aquellos momentos era remota, porque primero Pedro Sánchez debía ganar las primarias y después debía ganar al gobierno del Estado… ¿Y si hubiéramos esperado? ¿Y si hubiéramos acumulado fuerzas? Y ahora hubiéramos planteado la negociación con otros términos que los que ahora se están planteando? Nunca sabemos qué habría pasado. Pero en todo caso lo que sí sabemos es qué pasó. Y lo que pasó fue un desastre y la aplicación del 155. Y yo digo, yo, es curioso que la Cámara, que la Constitución dice que es de representación territorial, aunque eso no es verdad, la decisión más importante que ha tomado en su historia es aplicar el 155 para eliminar el autogobierno de Cataluña. Es que es una paradoja tan bestia.
Uno de los otros movimientos, grandes movimientos políticos que ha marcado mucho tanto la agenda estatal como sobre todo la agenda catalana es el movimiento del 15M. Y el posterior relevo, de la nomenclatura del PSUC, que parece la cenicienta de la historia de la política contemporánea!
Hasta el punto que se hace una peli que es estupenda, que es El 47, y se esconde la militancia sal PSUC y su apoyo en este proyecto. ¿Qué problema hay en que tú estés actuando con el apoyo de un partido político si eso explica la idea colectiva? Yo reivindico los que hicimos el sacrificio de superar las siglas del PSUC por las de Iniciativa, ahora deberíamos ser los primeros en defender que el proyecto de los Comunes se debe hacer a partir de la superación también de los proyectos anteriores. Porque si tú quieres hacer un proyecto político no puedes basar en antiguas identidades y en la nostalgia, lo cual no quiere decir que tú no reivindiques aquel futuro.

Como si las izquierdas fueran algo nuevo
Yo una de las cosas que critico del 15M y después un poco del nacimiento de Podemos o Barcelona en Comú, es que a veces parecía, esto que se dice el adanismo, que la historia había comenzado entonces. La historia no comenzó aquí. Tú aportas algo muy importante, pero antes ha habido toda una tradición de lucha en Cataluña. Mira dos semanas después del desalojo de la plaza Cataluña del movimiento 15-M, tomábamos posesión de los nuevos ayuntamientos y que yo estaba en Sant Feliu y había un grupo de personas, de los indignados, que decían «no nos representan, no nos representan!». Y después me vinieron a mí y me dijeron muchas gracias por haber llevado la petición de dimisión del conseller Felip Puig al Parlamento. Y yo pensé, ostras, quizás sí que los representamos un poco, ¿no? Entonces vi que debíamos confluir. Ada Colau no hubiera ganado en Barcelona si Ricard Gomà no se hubiera apartado y hubiera renunciado a hacer una lista de ICV. El adanismo es un error, pero también es un error los que idealizan las etapas anteriores.
¿Y ahora?
Me sabe mal a veces es esta defensa de las identidades de Izquierda Unida, de Más País, y ya no digamos de Podemos… Las únicas identidades que entiendo que se deben defender en un proyecto amplio son las identidades nacionales o territoriales. Es decir, es evidente que Compromís tiene una razón de ser. Es evidente que ahora Més en Mallorca y en las Islas tiene una razón de ser, o la Chunta Aragonesista o los Comunes. Pero todo lo demás, la reivindicación de las identidades, que ahora se ha vuelto a poner en primera línea después de la crisis de Sumar, yo la veo un poco absurda, sinceramente. E incluso un poco suicida.
Y, en tercer término, la extrema derecha…
Hoy es la prioridad absoluta. No habíamos derrotado como pensábamos el fascismo. ¿Qué hemos hecho mal durante todos estos años? Porque ahora Vox tenga no sé cuántos en el Congreso y entre Vox y Aliança Catalana tengan el 10% de los diputados del Parlamento de Cataluña Debemos analizar qué hemos hecho, pero a la vez no para resignarnos ni para lamentarnos sino para pedir a la gente que toca movilizarse y que toca hacer política. Creo que la gente de mi generación estábamos convencidos de que superada la Segunda Guerra Mundial de la cual solo vivimos las consecuencias y una vez superado el franquismo, España aunque estaba en una etapa llena de contradicciones de insuficiencias porque la Constitución no lo ha resuelto todo bien, habíamos dejado atrás para siempre el fascismo. Y en cambio, en estos momentos el fascismo se mueve tranquilamente por España y por Cataluña y encima aquí tiene una doble visión españolista e independentista y todo centrado en un debate demencial y manipulado contra la inmigración.

