Que el pesimismo no nos haga traidores. Esta podría ser una idea base de la jornada del think tank de ERC, la Fundació Josep Irla, que ha organizado este jueves en el marco de la 57ª edición de la Universitat Catalana d’Estiu (UCE), que esta semana celebra en Prada (Conflent). Una idea expresada por uno de los jóvenes académicos con un amplísimo conocimiento sobre nacionalismos, Daniel Cetrà, investigador Ramón y Cajal en ciencia política en la Universitat de Barcelona, que ha expuesto su tesis Autodeterminación no violenta en un mundo endurecido.
Cetrà, con una capacidad de síntesis extraordinaria ha desgranado la situación generada tras el Primero de octubre y los cambios en el mapa político mundial. Es decir, el derecho a «la autodeterminación externa» -separarse de un Estado- en un entorno marcado por el «reforzamiento de los Estados» y por la «reestatalización» de organizaciones como la Unión Europea que «no es una aliada, pero es necesaria». Un panorama que deja a las naciones sin estado, como Cataluña, en una posición «pesimista» pero, que a pesar de todo, aún hay resquicios por donde se podría articular una estrategia para intentar un «éxito sostenido» para ejercer el derecho a la autodeterminación.
Cetrà ha señalado, y es de las pocas voces académicas y en un marco político muy concreto que ha osado hacerlo, que la mejor opción después del referéndum del Primero de Octubre habría sido «convocar elecciones el 4 de octubre», sumar más «legitimidad interna» y posiblemente estados como Suiza o Bélgica que apuntaron su papel mediador se habrían subido al carro. «El Estado y la comunidad internacional y el Gobierno sabían que la carta de la declaración de independencia para negociar era falsa, no era realista, por eso, Madrid fue arrinconando las opciones y desgastando al Gobierno, porque sabían que la carta de la DUI no era real», ha sentenciado. Toda una declaración.

Dos condiciones y cinco impactos
Cetrà ha querido responder a la pregunta de qué impacto tiene en naciones sin estado el endurecimiento de las relaciones internacionales que se muestran hoy día. Para el investigador, es necesario tener presentes dos motivos. Por un lado, es que para ejercer la autodeterminación es imprescindible la comunidad internacional que completa el triángulo junto con la unidad secesionista y el estado central. Y, por otro lado, que el diseño internacional está hecho por los estados, y estos dejan claro que la secesión solo se justifica en casos finales, por ejemplo, en caso de genocidio.
A estas dos condiciones comportan un «impacto negativo» por cinco motivos. En primer lugar, porque finaliza el «mundo postsoberano». En segundo término, porque se refuerza la soberanía clásica. En tercer lugar, por la pérdida de palancas internacionales para causas nacionales. Como cuarta consecuencia el auge de la derecha estatalista, y cierra el círculo, la criminalización más grande y represión legal de la disidencia.
«Es necesario sostener un proyecto nacional sin recurrir a la violencia»
En este contexto, Cetrà sostiene que es necesario «rediseñar la estrategia no violenta para pasar del éxito táctico -como el 1-O- al éxito político. Por ello, plantea seis posibles caminos. En este sentido, propone «liderazgos claros y disciplina no violenta», reorientar la internacionalización con el reconocimiento de la influencia útil como ha hecho Taiwán, con paradiplomacia selectiva y el rol de la diáspora como un efecto multiplicador de la demanda catalana.
También incluye «reenfocar la narrativa y las coaliciones transversales» teniendo presente que no se dispone del relato de la «secesión correctiva», es decir, para casos de agravio humanitario y profundizar en los derechos políticos y más calidad de gobierno. Asimismo, aduce «ampliar coaliciones más allá de los núcleos independentistas para aumentar el volumen y legitimidad. Y, en último término, crear una «nueva legitimidad», esto es, sustituir el relato del «pueblo contra el Estado» por el de «más democracia contra autoritarismo».