Pedro Sánchez ha decidido quedarse en un segundo plano y esconderse durante la sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo para no desgastarse con un cuerpo a cuerpo contra el dirigente popular y, al mismo tiempo, ahorrarse hablar de la amnistía. Este martes Sánchez dejó la réplica a Feijóo en manos del diputado socialistas y exalcalde de Valladolid, Óscar Puente, que también será el encargado de intervenir en la sesión del viernes, cuando está prevista la segunda votación de la investidura del líder del PP. El golpe de efecto del PSOE, que ha querido rebajar la importancia del debate de investidura de Feijóo enfrentándolo con un diputado raso, permite a Pedro Sánchez reservarse para su intento de investidura, la “real”, tal como la llaman en la Moncloa.

El diputado y secretario general del PSOE de Valladolid, Óscar Puente, interviene en el Congreso / Europa Press

El portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, explicó hace unas semanas que la sesión de investidura de Sánchez se podría celebrar el próximo 17 de octubre, pero los tiempos de las negociaciones y las exigencias de los partidos independentistas podrían torpedear el calendario de la Moncloa. Oficialmente, los socialistas niegan que haya conversaciones formales con ERC y Junts para pactar una hipotética investidura, a pesar de que el gobierno español sí que reconoce que hay contactos entre grupos parlamentarios. La intención de la Moncloa es cerrar la negociación de manera rápida para evitar la agonía de llegar al límite del plazo para la repetición electoral –que es a finales de noviembre–, pero hay numerosas trabas.

Impedimentos para una investidura rápida de Sánchez

La primera traba, y más evidente, es la competición entre ERC y Junts para capitalizar las negociaciones de la investidura. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha reclamado a Pedro Sánchez un “compromiso firme” para pactar los términos de un referéndum de independencia durante la próxima legislatura si quieres los votos independentistas. Junts se apresuró a contradecir a Aragonés y recordarle que no tiene “credibilidad” para hablar en nombre de su partido y Carles Puigdemont certificó las diferencias con ERC asegurando que cada formación negocia por su cuenta y busca lo mejor para sus intereses. Esta división preocupa en el gobierno español, que a través de Sumar se ha encargado de avisarles que las negociaciones podrían “descarrilar” si se pasan de frenada.

El segundo impedimento que se puede encontrar Sánchez son las negociaciones para conseguir la oficialidad del catalán en la Unión Europa. El Consejo de Asuntos Generales de la UE aplazó la decisión sobre la propuesta española y no se vuelve a reunir hasta el 24 de octubre, una semana después de la fecha señalada por el PSOE para investir al líder socialista. Junts ha dicho en varias ocasiones que sin oficialidad del catalán en la UE no habría investidura y, por lo tanto, parece complicado que acepten una votación antes de la reunión del consejo. Además, tampoco hay ninguna garantía de que el 24 de octubre se vote la medida, puesto que la delegación española no la someterá a votación si no tiene la garantía que saldrá adelante. Si fracasara, todavía quedaría una última oportunidad, puesto que el Consejo de Asuntos Generales se volverá a reunir el 15 de noviembre. Esto llevaría al límite las negociaciones, que se harían con el fantasma de la repetición electoral planeando sobre cada reunión.

Comparte

Icona de pantalla completa