Lo Círculo de Economía ha leído las elecciones del 12-M como un voltio de página claro en Cataluña. En las esperanzas de las grandes élites económicas barcelonesas, reunidas esta semana en la 39.ª Reunión del club, la victoria en votos y escaños del PSC de Salvador Isla a los comicios en el Parlamento de Cataluña es el fin del que el presidente de la entidad Jaume Guardiola tilde de «periodo estéril»: el Proceso. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez -al contrario de la propuesta del pasado jueves de su principal opositor, el presidente del PP Alberto Núñez Feijóo– ha recogido con entusiasmo el guante empresarial. Según el jefe del ejecutivo del Estado, el resultado de las recientes elecciones garantiza que «Cataluña se implique en el progreso de la España plural». A parecer de Sánchez, el electorado catalán ha rechazado las posturas de los partidos independentistas; y el clamor que el PSOE lee a los recuentos de votos es uno en favor de «convivencia, acuerdos y buena gestión». Una demanda que, argumenta, escapa de la acción de gobierno de Juntos y Esquerra Republicana de Cataluña la última década. En la misma línea que los empresarios conxorxats a el Palacio de Congresos de Cataluña, grandes valedores del primer secretario de los socialistas catalanes -tal como han demostrado durante sus jornadas- Sánchez sentencia la investidura y, con ella, el futuro inmediato del país: «Todos los caminos pasan por Illa; y todos los caminos acaban en Isla».

Durante la conclusión de las jornadas, que ha ofrecido acompañado de Guardiola, Sánchez ha enumerado las supuestas consecuencias de los años de «vértigo» del Proceso. Conflictos como el de la Agencia Europea de Medicamentos, o reproches de los organismos internacionales -amigas de la paz de los Estados- en cuanto a las valoraciones macroeconómicas del país como las que se acumularon el 2017 pertenecen, espeta Sánchez, a «otros tiempos». En contraposición, hace mano de las buenas previsiones que la agencia de rating Moody’s hizo de la valoración de la deuda catalana y español a raíz de los 42 escaños socialistas. «Esto se denomina confianza. Cataluña, ahora, inspira confianza», continúa el presidente del gobierno español; enfrentando las alabanzas de las últimas semanas con la agenda del independentismo. En este sentido, ha reivindicado su proyecto de «reencuentro», que ha ido acompañado con nuevas inversiones en infraestructuras o el traslado de los fondos europeos detrás de proyectos como el tráfico a la electrificación de la planta de Seat a Martorell. Se ha comprometido, además, a mantener y cumplir los acuerdos cerrados con ERC y el Gobierno para su investidura, como por ejemplo la condonación de la deuda FLA. A raíz de las conversaciones con Calabria que han fundamentado su retorno a Moncloa, Sánchez ha agradecido «el trabajo» de los republicanos, así como su «voluntad de diálogo», a pesar de las diferencias de fondos.

En lo sucesivo, esta pacificación de las relaciones Cataluña-España que ofrece Sánchez puerta vinculados compromisos desde Madrid. Ante un Círculo de Economía que ha centrado sus demandas en la mejora de la financiación autonómica y la ejecución de las inversiones en infraestructuras, el jefe del ejecutivo español ha reiterado algunas de las cuestiones centrales de la campaña del PSC. Uno de los pilares de la relación con la Generalitat será una «mejor financiación en cumplimiento del Estatuto»; una de las políticas estrella de Isla en la campaña del 12-M, con el despliegue del difamado consorcio tributario previsto a la ley orgánica del 2006. La defensa del presidente, justo es decir, ha esquivado cuestiones clave planteadas por los empresarios, como por ejemplo el principio de ordinalidad o el factor de las diferencias territoriales en el coste de la vida. Sostiene, además, la necesidad de «mantener e impulsar» la ejecución presupuestaria en obras estratégicas, como por ejemplo el Corredor Mediterráneo o Cercanías; uno de los agravios históricos del país que el Círculo ha tomado como bandera en los últimos años. En este punto, apresura a superar las «desinversiones de la década anterior», en claro golpazo contra Mariano Rajoy. Más allá de las cuestiones económicas y competenciales, y ante el encendido debate sobre la salud de la lengua, Sánchez ha reiterado que, durante su mandato, Moncloa «apoya y apoyará» el catalán.

Sánchez hace suyas muchas de las reclamaciones del Círculo de Economía pero rebaja el tó de la reforma de la financiación / Círculo de Economía
Sánchez hace suyas muchas de las reclamaciones del Círculo de Economía pero rebaja el tó de la reforma de la financiación / Círculo de Economía

Polarización «asimétrica»

Guardiola ha reiterado, en su coloquio de cierre, el ruego del empresariado catalán por una política «menos crispada»; gritando a «transitar el centro» a los dos grandes partidos españoles. Ante un Feijóo que rechazó diametralmente este puente -con una ponencia el pasado jueves que en los pasillos de la Reunión ha dejado mal gusto- Sánchez deja la pelota en el tejado del PP. «Hay polarización, pero es asimétrica: unos insultan y los otros somos insultados», reflexiona. En este sentido, ha lamentado la lógica de la derecha española, basada en «la destrucción del adversario político»; y no en el acuerdo que propugna el gran capital de Barcelona. Ha continuado tildando de irracional la actuación parlamentaria del principal partido de la oposición: «Es racional votar en contra de la revalorización de las pensiones? De una reforma laboral acordada con patronal y sindicatos? No», golpea. Más allá de la tarea legislativa, critica con vehemencia un discurso conservador que «deshumaniza a los rivales»; y que, además, elimina cualquier posibilidad de pactos a través del pasillo. El PP, en este sentido, «es rehén y víctima de su propio dogmatismo»: se sitúa a sí mismo tan lejos de los socialistas que cancela toda conversa y entendimiento. El origen de estas tácticas, analiza, es a los primeros 2000; cuando José Maria Aznar «importó muchas fórmulas del Tea Party, que se han exacerbado con la llegada de Donald Trump«.

El extremismo europeo de Feijóo

Ya inmerso en la campaña electoral para las europeas del próximo 9-J, Sánchez ha estado especialmente crítico con las previsiones de pactos del Partido Popular Europeo. Según las encuestas, los tradicionales democristianos serían el partido con más presencia en Estrasburgo, pero su busca de mayorías rompería el espacio clásico de gobernanza comunitaria. La actual mayoría que fundamenta el mandato de Ursula Von der Leyen -conservadores, socialdemócratas, verdes y liberales- Parece fuera del radar del EPP. La misma presidenta de la CE, así como Feijóo, se han marcado como más que posible aliado los Conservadores y Reformistas Europeos, el grupo de la presidenta ultra italiana Giorgia Meloni, que también cuenta con Vox o el reaccionario francés Èric Zemmour. El presidente español, atendido este paso a la derecha que amenaza las instituciones europeas, alerta los empresarios que los acuerdos con ECR comprometen también su agenda de negocio. «Es difícil pactar una agenda de transición ecológica con quien niega la evidencia científica, o una política exterior más componedora con quien rechaza las grandes potencias», avisa. En este sentido, llamamiento a concentrar el voto en las familias continentales que reivindican la misma «federalización de los bienes públicos europeos» que ha hecho suya la burguesía barcelonesa. Con este movimiento, Sánchez prueba de cerrar el debate abierto por las declaraciones de su candidata, la ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera, que no cerraron del todo la puerta a llegar a acuerdos con un grupo que incluye los extremistas suecos o flamencos, entre otros. «Aquello que no quisimos para España, no lo pedimos para Europa», concluye.

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