Félix Bolaños es posiblemente el ministro con más responsabilidad del nuevo gobierno. Hombre discreto y mano derecha de Pedro Sánchez, gana peso en el nuevo ejecutivo y liderará uno superministerio que aglutina las competencias de Presidencia y Justicia con la misión de apagar todos los incendios que provocará la ley de amnistía a ambos lados del Congreso y también en los juzgados. Es una “persona para todo” que tanto negocia los indultos de los independentistas como gestiona la exhumación de Franco del Valle de los Caídos o cierra una coalición de gobierno con Podemos. Siempre en silencio, sin estridencias, y con mucho oficio.

Con su nombramiento, Pedro Sánchez envía un mensaje claro: une su destino político —el Ministerio de Presidencia coordina la acción del resto de carteras— con el de la amnistía, puesto que el gobierno español la tendrá que defender con dientes y uñas cuando el Poder Judicial se subleve. El ministro será el encargado de lidiar con todas las quejas y protestas de jueces, fiscales y altos funcionarios del estado por la tramitación de la ley de amnistía, pero también será el encargado de calmar los ánimos cuando el independentismo se ponga en pie de guerra por la lentitud de los trámites o las trabas de la Justicia. Una tarea complicada que requerirá un trabajo de orfebrería para mantener a todo el mundo dentro de unos límites aceptables de decibelios.

Abogado de formación, Bolaños fue uno de los grandes valedores de Sánchez durante la crisis del PSOE del año 2016 y fue uno de sus principales apoyos en las primarias del partido de 2017, cuando el presidente español venció contra todo pronóstico a la líder del PSOE andaluz Susana Díaz. El nuevo superministro llegó a la Moncloa como secretario general de la Presidencia, bajo la alargada sombra de Iván Redondo, jefe de gabinete de Sánchez. Con la salida de Carmen Calvo y del mismo Redondo del ejecutivo, Bolaños asumió el Ministerio de Presidencia en verano de 2021. Desde entonces ha ganado ascendencia y peso político en la Moncloa hasta el punto de convertirse en un miembro imprescindible del núcleo duro de Pedro Sánchez, que está formado por María Jesús Montero (Hacienda), Fernando Grande-Marlaska (Interior), Margarita Robles (Defensa), José Manuel Albares (Exteriores), Teresa Ribera (Transición Ecológica), Óscar Puente (Transportes) y Luis Planas (Agricultura).

Oriol Junqueras y Fèlix Bolaños firman el acuerdo de investidura/Puig
Oriol Junqueras y Fèlix Bolaños firman el acuerdo de investidura / ACN

Compañero de aventuras de Pedro Sánchez, también comete errores

Nacido a Madrid el 1975, Bolaños es un hombre de partido acostumbrado a bajar al barro. Entre 2008 y 2017 fue miembro del Comité Regional del PSOE de Madrid. En 2014 fue nombrado coordinador de la elaboración del nuevo reglamento estatutario del partido y fue entonces cuando conoció a Pedro Sánchez. Aquel mismo año, durante las fiestas del barrio madrileño de Aluche, Bolaños coincidió con el actual secretario general del PSOE y se ofreció a ayudarlo a atar toda la parte jurídica de su candidatura a las primarias. Lo que fue un gesto de buena fe de un hombre de principios —Bolaños se afilió al PSOE después del Tamayazo— se convirtió en la primera piedra de una relación estrecha que les ha llevado a la Moncloa.

Pero no todo son victorias en el currículum de Bolaños. Además de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que el ministro ha sido incapaz de cerrar por el uso tacticista que hace el PP, uno de los grandes fracasos de Bolaños es la moción de censura en Murcia. A principios de 2021, en plena crisis interna de Ciutadans, Bolaños promovió mociones de censura en ayuntamientos y comunidades autónomas para desgastar al PP y obligarlo a romper pactos de gobierno con el partido naranja. Pero la moción de Murcia no solo fue un fracaso estrepitoso, sino que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aprovechó la polémica para convocar elecciones y barrió al PSOE consiguiendo una mayoría absoluta histórica.

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