El PSOE ha llegado a su comité federal noqueado. La presión política sobre la formación tras el caso Cerdán aprieta cada vez más el proyecto del presidente del gobierno español y secretario general, Pedro Sánchez; que hace todo lo posible por mantener el rumbo del barco a pesar de los ataques internos y externos. Mientras los aliados de Sánchez -entre ellos el presidente de la Generalitat, Salvador Illa- han aprovechado el encuentro para reivindicar la acción del ejecutivo, las voces más críticas, como las del manchego Emiliano Garcia-Page o el extremeño Miguel Ángel Gallardo, han aprovechado la debilidad de la dirección para saltar al cuello. El congreso del partido debe servir, según ha mostrado el jefe del ejecutivo, para limpiar la estructura que rodeaba a Cerdán y, antes, al exministro de Transportes José Luís Ábalos; pero las intenciones tambalean con la caída de quien debía ser adjunto a la secretaría de Organización, Francisco Salazar, rodeado de casos de acoso a compañeras del partido.
Sánchez ha aprovechado su intervención en el comité para depurar las culpas de los casos de corrupción de sus manos derechas. Aunque no ha mencionado directamente ni a Cerdán ni a Ábalos, ha sostenido -como ya hizo en la comparecencia posterior a las acusaciones contra el exsecretario de Organización- que se siente «traicionado» por su entorno. Ha confirmado que se mantendrá en el cargo «por responsabilidad», a pesar de tener «el corazón tocado». «Tengo la determinación intacta y las mismas ganas de enfrentarme a la adversidad. Continuaremos avanzando, no esquivaremos este desafío», ha sentenciado ante la militancia; comprometiéndose a «derrotar la corrupción, tanto dentro como fuera» del PSOE. A pesar de este objetivo, la primera reformulación de la ejecutiva no ha eliminado todo el entorno de Cerdán: quien fuera su número dos, Jaunfran Serrano, permanecerá en la dirección, encargado de la Política Municipal.
Tensiones territoriales
Sánchez se ha escudado, además, detrás de los líderes territoriales que conserva en su trinchera. A su llegada al comité, Illa, el más vocal a favor de la Moncloa, ha hecho bandera del «legado de siete años de gobierno». «España y Cataluña deben continuar avanzando», ha afirmado, prometiendo «todo el esfuerzo desde Cataluña para que España» salga adelante. A juicio del jefe del ejecutivo catalán, las medidas que prepara el partido, y que anunciará durante el comité, son «convenientes y adecuadas», y lo dejan «en el buen camino» para deshacerse de las acusaciones de corrupción. También el secretario general del PSE-EE, Eneko Andueza, ha optado por un tono constructivo, y marca, a partir de este congreso, «la hoja de ruta y el rumbo» del conjunto del PSOE. «Continuaremos trabajando con honestidad, desde las instituciones, para aplicar políticas progresistas que mejoren la calidad de vida del conjunto de la ciudadanía», ha añadido.

Menos conciliadores se han mostrado los barones socialistas más críticos con la acción de gobierno de Sánchez. En su llegada a Ferraz, el presidente de la junta de Castilla-La Mancha, Emiliano Garcia-Page, ha asegurado que el caso Cerdán es «la crisis de corrupción más seria» que ha sufrido la formación, y ha presionado a la ejecutiva para que tome medidas contundentes. «La dirección debe entender que si no ofrece salidas, si no ofrece soluciones, obviamente forma parte del ruido», ha afirmado; exigiendo al secretario general «altura política» y poner «las siglas y el partido» por encima de los dirigentes. También el secretario general del partido en Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, ha reclamado «autocrítica» a la cúpula socialista. Contra el criterio de los aliados de Sánchez, ha advertido que las medidas contra la corrupción «no son suficientes, las que espera la sociedad y la militancia». Cabe decir que los críticos con el secretario general, especialmente Page, han sido recibidos con reproches por parte de la militancia presente: cerca de un centenar de simpatizantes de Sánchez han tachado al líder manchego de «sinvergüenza» y «miserable», entre gritos de «fuera, fuera».
Titubeos con Salazar
El inicio del comité ha estado marcado por la renuncia al cargo de Francisco Salazar, quien debía ser el número dos de la nueva secretaria de Organización, la valenciana Rebeca Torró. Salazar ha dado un paso al lado después de que ElDiario.es publicara el pasado viernes las acusaciones de acoso sexual contra él de varias mujeres de la formación. Preguntados por el caso, los dirigentes socialistas han evitado posicionarse en su contra. De hecho, algunos han elogiado su labor, tanto en el partido como en la Moncloa. Es el caso de la ministra de Educación, Pilar Alegría, que lo ha descrito como «un compañero absolutamente íntegro». También el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, ha evitado condenar a Salazar, argumentando que «cualquier acusación debe ser demostrada». Incluso Illa, consultado sobre el caso, ha descrito su experiencia con Salazar como «muy positiva y muy buena», y ha dejado en manos de la ejecutiva las «decisiones» que se deban tomar al respecto, sin concretar ninguna.