Este lunes se cumple un año del 12-M, las elecciones al Parlamento que pusieron fin a la mayoría independentista en el Parlamento, al pasar de los 74 diputados y el 51,2% de los votos que el independentismo había conseguido en 2021, en un hito histórico, a 61 diputados y el 43,6%. Además, el resultado supuso la victoria del PSC, con Salvador Illa a la cabeza, tanto en votos como escaños por primera vez en la historia –42 escaños y más de 872,000 votos–. A pesar de la victoria, los resultados obligaban al líder socialista a llegar a acuerdos con otras fuerzas para asegurarse la investidura de su candidato, que, en un primer momento, sobre todo cuando el soberanismo pactó la designación de Josep Rull como presidente del Parlamento de Cataluña, parecía complicada. Durante semanas, pareció que podía haber una situación de bloqueo que llevara a los catalanes de nuevo a las urnas. Finalmente, sin embargo, el acuerdo de los socialistas con Esquerra Republicana, que había sufrido una severa derrota en las urnas, y los Comunes desbloqueó la situación e Illa fue investido presidente el 8 de agosto, el día que Carles Puigdemont hizo acto de presencia en el paseo Lluís Companys tras seis años de exilio y que el fuerte dispositivo policial hizo imposible que el presidente en el exilio pudiera cumplir su palabra de estar presente en el debate de investidura.

Durante todo este año, Salvador Illa y su gobierno han hecho gala de recuperar lo que consideran la «normalidad institucional» en Cataluña, que se ha convertido en un oasis socialista gracias al control que ejerce la formación a ambos lados de la plaza Sant Jaume, donde también controlan el Ayuntamiento de Barcelona, con Jaume Collboni de alcalde, sin mayoría, como Illa, pero igual de decidido a llevar sus planes adelante. Además, cuentan con el apoyo del gobierno español. Una situación que también va acompañada del apoyo al ejecutivo de Illa por parte del establishment económico y empresarial catalán –que se ha evidenciado con el retorno de sedes sociales como la del Banco Sabadell– y de medios de comunicación.

De hecho, el Gobierno, que ha sido incapaz de acordar unos presupuestos para este 2025 a pesar de que Illa quería tenerlos en vigor el 1 de enero, un hecho que les ha obligado a gobernar a golpe de decreto y a una negociación constante. También se ha enfrentado a problemas como el caos constante de Rodalies, que provocó la reprobación y la petición de destitución de la consejera Sílvia Paneque por parte del Parlamento, o a la polémica con el ya exdirector de la Casa de Perpiñán (Cataluña Norte) y el reciente apagón eléctrico. Pero nada pasa factura al ejecutivo socialista, que, según el último CEO, repetiría la victoria de hace un año y se mantiene estable en un margen de entre 41 y 43 diputados si se volvieran a celebrar ahora elecciones al Parlamento. Una situación que indica, como el mismo presidente de la Generalitat ha asegurado, que la legislatura «va para largo».

Expertos consultados por El Món consideran que las elecciones del 12-M supusieron el fin de la mayoría independentista –muy difícil de recuperar actualmente por la irrupción de Aliança Catalana– para dar paso a un oasis socialista, que con un perfil bajo y con el apoyo de la administración estatal no sufre en la Generalitat. El politólogo y profesor de la Universidad Pompeu Fabra Toni Rodon señala que «nunca un partido había acumulado tanto poder en Cataluña» porque, además de la Generalitat y el Ayuntamiento, también gobierna en la Diputación de Barcelona, en la de Tarragona y en la de Lleida. «Hemos pasado totalmente a un oasis socialista» porque «todo les va a favor», afirma el profesor de Ciencias Políticas de la UAB Marc Guinjoan, quien subraya que si se celebraran ahora elecciones Illa «volvería a ganar». «El PSC gobierna con total placidez porque no hay nadie que le plante cara» y lamenta que ningún grupo parlamentario plantee «una alternativa». «Illa ha sido muy bueno en apropiarse la alternativa práctica que pueden llevar a cabo los partidos independentistas porque quieras o no Cataluña gestiona muchas cosas», subraya.

El presidente español, Pedro Sánchez, se reúne en la Moncloa con el presidente de la Generalitat, Salvador Illa / ACN

«El gobierno de Madrid le rema a favor»

Andreu Paneque, doctor en Ciencias Políticas y profesor en la UOC, también comparte la idea de oasis socialista porque «cuando pierde relevancia la dimensión nacionalista vuelven a imperar las dinámicas pre-Proceso». Y deja claro que «si hay un contexto en el que es más fácil tener estabilidad institucional es este porque, además, tienes controlada la oposición con los pactos en la Moncloa». Además, Rodon destaca que el ejecutivo de Salvador Illa va «a remolque» del gobierno español y «no hace nada que ponga en duda al PSOE». «Tiene el gobierno de Madrid que le rema a favor, o al menos no le cierra las puertas, porque el premio principal que tiene el PSOE ahora mismo es Cataluña», añade Guinjoan, y también destaca que «los socios de legislatura han callado cuando Illa ha ido a Madrid a besar los pies al rey». «Para Pedro Sánchez el presidente de Cataluña es su aliado, y no puede hacer demasiadas cosas porque si no se tiraría piedras sobre su propio tejado», opina Paneque.

Un gobierno «autonomista» y de «perfil bajo»

Marc Guinjoan expone que Illa ha mostrado un carácter «conciliador, autonomista y ha intentado satisfacer a todos». Según él, ha hecho «pasos relevantes» en temas de financiación y Rodalies. «Actúa sin meterse mucho en problemas, sin exhibir su perfil más españolista, condicionado por los socios de gobierno, y, por tanto, es un balance esperable del primer año», que califica de «plácido». «El Gobierno ha vivido un año tranquilo con un presidente que ha hecho lo que se esperaba que hiciera», considera Paneque, que puntualiza que «Illa es un gestor que no genera grandes altibajos y es la imagen que Pedro Sánchez quería para la Generalitat».

Por otro lado, Toni Rodon sostiene que el Gobierno ha mantenido durante este año «un perfil bajo, con un cierto liderazgo de Illa, pero tampoco un hiperliderazgo». De hecho, cree que los consejeros son «muy desconocidos» y subraya que «no hay nadie que destaque y que pueda ser un segundo espada importante». «Se nos vendía que eran unos buenos gestores, pero de momento eso no lo estamos viendo», y recuerda el caos de Rodalies, la ausencia informativa durante el apagón y el caos de las irregularidades en investigación de la DGAIA, «que viene de antes, pero no se ha explicado muy bien».

El diálogo entre el presidente del Cercle d’Economia, Jaume Guardiola, y el presidente Salvador Illa / Albert Hernàndez / ACN

Apoyo del establishment y medios de comunicación al «partido de orden» en Cataluña

Por otro lado, Marc Guinjoan destaca «todos los apoyos» que ha recibido el gobierno de Salvador Illa por parte del establishment catalán. En este sentido, menciona el papel de patronales, empresariado, sindicatos y también medios de comunicación porque «le reman a favor», y evidencia que el retorno de empresas a Cataluña que se fueron por el Proceso son «actos claramente políticos». «El PSC es el partido de orden de Cataluña», dice, porque «ahora mismo el PSC se asemeja más que Junts a la Convergència de los años 80» y «cuenta con el beneplácito del catalanismo moderado». «El establishment siempre recibe la estabilidad como algo positivo», apunta Andreu Paneque. En este sentido, el politólogo de la UPF añade que «venimos de una época movida y el establishment, que es conservador por naturaleza y quiere mantener el statu quo, se ha encontrado con el PSC, que también es statu quo porque gobierna en todas partes». «Se han encontrado el statu quo con statu quo«, concluye.

ERC y Comuns: socios que no plantan cara

Los tres expertos creen que Esquerra Republicana y los Comuns, los principales socios del ejecutivo de Illa desde la investidura, no han plantado cara a Illa por las situaciones internas que viven ambos partidos. En este sentido, Paneque expresa que «tienen tantos problemas internos para decidir hacia dónde quieren ir o qué quieren ser, que no han sido capaces de explotar escenarios que les podrían haber ayudado a hacerse ver como partidos que pueden aportar soluciones». Marc Guinjoan, por su parte, tiene la sensación de que «han tenido posiciones conciliadoras y que no han querido saltar más allá de aspectos puntuales de disensión». «Creo que no han plantado mucha cara», opina. Para Rodon, los Comuns «no han querido levantar mucho polvo con el PSC, pero han intentado colar políticas públicas que les interesan, como la vivienda», mientras que los republicanos, según él, han tenido «un papel bastante ausente y de reconstrucción, porque se ha pasado el año con el proceso interno para reconstruir la formación».

Alamany, Turull, Puigdemont y Junqueras en Waterloo / ACN

Junts: más pendiente de Madrid y de Puigdemont

Por otro lado, los expertos señalan que Junts per Catalunya, el principal partido de la oposición, está más pendiente de Madrid y en Cataluña tiene el hándicap de que Carles Puigdemont que, en principio, debería ser quien llevara la batuta del grupo, aún está en el exilio porque aún no se le ha aplicado la ley de amnistía. «Hasta que no se solucione su situación con la amnistía no entraremos en otra fase», avisa Rodon, quien cree que Junts «intenta marcar un poco más de perfil, pero lo hacen más en Madrid» porque es donde se negocian «las cosas estructurales». «También podría haber una interpretación más de fondo en el sentido de que muchos votantes catalanes prestan atención a lo que pasa en Madrid y, por tanto, los partidos catalanes han entendido que deben poner más énfasis allí», añade. Guinjoan también comparte que la ausencia de Puigdemont es «un problema muy importante» para Junts, porque le falta un liderazgo en el Parlamento. «Les ha costado muchísimo marcar discurso político porque se dan cuenta de que decidieron pactar en Madrid y eso viene con consecuencias, porque ya no eres el partido que dice que no a todo y que la única solución es la independencia», concluye.

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