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La ausencia del independentismo en campaña que puede beneficiar el unionismo en los resultados

La imagen de más de 200 alcaldes apoyando la declaración unilateral de independencia en el salón de actos del Parlamento el 27 de octubre del 2017 quedará guardada en la memoria de muchos catalanes. La noche antes, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, se debatía entre convocar elecciones y llevar la DUI al Parlamento. Una vez Puigdemont anunció que daría el paso al Menaje –donde levantó la suspensión de la declaración que había hecho días antes, aunque después nunca se implementó la independencia–, la Asociación Catalana de Municipios para la Independencia (AMI), liderada por la entonces alcaldesa de Vilanova i la Geltrú, Neus Lloveras, convocó a los alcaldes subscritos a la entidad haciendo una demostración de fuerza del municipalismo independentista.

Aquella implicación del mundo local en el 1-O se dejó notar todavía en las elecciones municipales del 2019, en las que la independencia fue la columna vertebral del debate público durante la campaña. Incluso, en la mayoría de casos, se priorizó un pacto de gobierno entre partidos independentistas. Cuatro años después, la cuestión nacional casi no tiene presencia en la actual campaña, la del 28-M. Los analistas consideran que las circunstancias explican el fenómeno, pero alertan que los resultados tendrán efectos en clave nacional. Y el PSC puede ser el gran beneficiado.

Alcaldes partidarios del referéndum critican la persecución judicial por haber convocado el referéndum del Primero de Octubre el 16 de septiembre del 2017 / EuropaPress
Alcaldes partidarios del referéndum critican la persecución judicial por haber convocado el referéndum del Primero de Octubre el 16 de septiembre del 2017 / EuropaPress

El ejemplo más claro del cambio de paradigma es el de Barcelona, donde el 2019 Manuel Valls contribuyó a investir Ada Colau solo para impedir que fuera alcalde el ganador de las elecciones, el independentista Ernest Maragall. Ahora, el mismo Maragall ha centrado la campaña en las cuestiones locales y si se le pregunta subraya que «el 28-M no es un plebiscito sobre la independencia». Fuera de Barcelona, un caso paradigmático es el de Vilanova i la Geltrú, el municipio de Lloveras. Ahí, el 2019, después de las elecciones, se cerró un pacto entre ERC, Junts y CUP, ‘in extremis’, el mismo día del pleno de investidura para que los republicanos gobernaran la ciudad y Vilanova tuviera un ayuntamiento independentista, a pesar de la oposición de la sección local del PDeCAT, quien prefería un pacto con el PSC por cuestiones de modelo de gobernanza. En un caso y el otro, la independencia fue crucial, en un sentido u otro.

En los comicios anteriores, el 2015, el proyecto nacional también había tenido protagonismo. Sabiendo que tarde o temprano se tendría que hacer un embate en el Estado, con el 9-N recientemente celebrado y las posiciones clave de los consistorios en la partida de ajedrez con el Estado. Ahora, pero, la independencia ya no ocupa el centro del debate entre los principales partidos independentistas.

El beneficio del PSC

«Pronosticar el que supondrán estas elecciones para el independentismo es un poco osado«, asegura el exvicepresidente del Parlamento y jurista Josep Costa, quien cree que ningún partido tiene la independencia como centro de debate. De hecho, considera que todas las formaciones «harán lecturas interesadas» el día siguiente a las elecciones en función del que vote la ciudadanía. «Considerarán que la ciudadanía habrá votado a un candidato por el estrategia nacional del partido, y no porque el candidato gobierna bien. Esto será mentira», valora Josep Costa, quien cree que en unas municipales hay espacio para habla de todo.

«Los partidos no hablan de la independencia porque hay una dinámica perversa que es que el giro pragmático o autonomista de ERC está arrastrando a Junts a competir para gestionar la autonomía», subraya el letrado, quien cree que en este marco es lo PSC quien gana, teniendo en cuenta que conseguirá gran parte del votante perdido de Ciutadans. De hecho, pone un ejemplo demoledor: «El PSC siempre ha ganado en Cataluña en número de votos excepto en el Proceso». Lo argumenta con el hecho que cuando el independentismo ha sido más fuerte, Ciutadans ha tenido más fortaleza y el PSC ha tenido menos. Además, opina que desde la Generalitat se ha «blanqueado» el PSC, hecho que «lo ha vuelto a la centralidad».

La independencia como factor no determinante en la hora de votar

Por su parte, el politólogo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Marc Guinjoan ya avisa que el independentismo no está «ni en el centro del debate en el Parlamento ni en el Congreso». «Es normal que no se hable en unas elecciones en que no se decide nada sobre la independencia«, analiza el politólogo. De hecho, pose de ejemplo las últimas elecciones municipales y considera que ninguno de las dos últimas se leyeron en este marco. «El 2015, el independentismo obtuvo el 45% de los votos, mientras que el 2019 un 42,5%», detalla Guinjoan, diciendo que entonces no se leyó como un plebiscito.

Guinjoan sí que dice que, en cierta forma, la cuestión nacional es un «factor» del comportamiento de los individuos para votar, a pesar de que «no es crucial». De hecho, pose de ejemplo ERC y los comunes, puesto que afirma que si no fuera por el eje nacional «serían el mismo partido». Además, asegura que el voto en clave local es «muy específico» y que habrá «independentistas que votarán unionistas y a la inversa».

Otro elemento que pose sobre la mesa Guinjoan es la cuestión de la oferta de las formaciones, y es que «en municipios pequeños, se puede ser de izquierdas, pero que solo se presente Junts». De hecho, pose lo caso de la CUP como claro ejemplo, puesto que los anticapitalistas solo presentan 167 listas. «Mucho votante cupaire está desamparado», explica. En cuanto a los pactos postelectorales, sí que vaticina que los partidos tendrán «cierta tendencia a dar prioridad a un pacto independentista». «Sobre todo en las poblaciones más grandes, como Lleida y Tarragona», explica. También pone de ejemplo el alcaldable de Junts a Girona, Gemma Geis, quién prioriza un pacto de gobierno con una formación independentista. Aun así, sí que pronostica que si el independentismo pierde las alcaldías de Girona, Lleida y Tarragona se podría leer en clave de «debilidad independentista».

Revivirla o enterrarla

Una línea muy similar se refiere el politólogo de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) Toni Rodon, quien expone que, en general, en las municipales ya se hablaba «menos» de temas nacionales porque «los ayuntamientos son las administraciones que menos poder tienen y menos pueden hacer en este aspecto». Así mismo, también analiza que el mundo independentista va «un poco perdido» y, por eso, «la cuestión no ha salido tanto». «En el ámbito independentista, estas elecciones son interesantes para ver la relación de Junts y ERC y ver como se reparten las grandes administraciones que muchas veces se leen como un punto a favor, o en contra, a determinadas posiciones políticas», opina Rodon.

En todo caso, el politólogo pone de ejemplo que si las grandes ciudades cayeran en manos del PSC se leería en clave que «los catalanes han pasado página«. «En función del resultado que se dé, se lo puede volver a enterrar, o revivir«, dice el profesor de la UPF, quien explica que a los ayuntamientos se puede hablar de todo a través de las mociones. «Entiendo que es momento de habla de cosas más próximas a la ciudadanía», dice. Por el que hace a los pactos, opina que determinadas alianzas en ciudades grandes «pueden hacer daño a los partidos independentistas». «Muchas veces estas elecciones se usan de prueba para el que pueda venir más adelante», explica Rodon, poniendo de ejemplo el tripartito.

Que se juega el independentismo?

El independentismo logró en las municipales del 2019 un total de 1.541.048 votos entre ERC, Junts, CUP y Primarias, hecho que suponía un 44,14% de los votos emitidos. En número de concejalías, los cuatro partidos lograron 6.262 representantes, mientras que lograron 575 mayorías absolutas y 164 mayorías relativas. Así mismo, Junts mantiene la presidencia de la Diputación de Girona con ERC, mientras que los republicanos lideran con Junts las de Tarragona y Lleida. El independentismo también ganó en tres de las cuatro capitales de demarcación (ERC en Lleida y Barcelona; y Junts a Girona) y gobierna conjuntamente en Lleida y Tarragona (bajo la alcaldía de ERC); y a Girona (bajo la alcaldía de Junts).

Los partidos independentistas también fueron los más votados en 34 de las 42 comarcas de todo el país. Mientras que Junts lidera 18 comarcas, ERC lo hace en 16. A la vez, los partidos independentistas obtuvieron la primera fuerza en 31 de las 43 capitales de comarca catalanas (20 Junts, ERC 10 y 1 la CUP), mientras que 34 tienen un alcalde independentista (Junts 18, ERC 15 y 1 la CUP). Curiosamente, las alcaldías de capitales de comarca donde Junts gobierna siempre ha sido la primera fuerza, mientras que ERC, siente segunda bastante, ha tenido que pactar con otras formaciones para desbancar el PSC en Tremp, la Seu d’Urgell, Vilanova i la Geltrú y Tarragona, mientras que ha hecho el mismo contra la lista más votada de Junts con Figueres y Tàrrega.

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