La Asamblea Nacional Catalana celebra este sábado un secretariado clave. En medio de unas tensiones internas que empiezan a hacer historia, el parlamento del ANC ha llegado a la parada de la comida dentro de un debate «razonable» pero contundente entre los sectores enfrentados. La territorial del distrito de San Martín de Barcelona ha acogido el que es un cónclave que tiene que servir por aclarar una posición clara y mirar de enterrar el hacha de guerra entre oficialistas y disidentes. Una tarea difícil porque estas tres últimas semanas los órganos de dirección han vivido un verdadero Vietnam que no se recordaba desde las maniobras por la llegada de Jordi Sànchez a la presidencia de la entidad.
Sea como sea, los secretarios nacionales han ido a comer sin escatir si el vicepresidente del ANC, el represaliado Jordi Pesarrodona continuará al cargo o bien si el veterano Uriel Bertran, que tiene el encargo de articular discurso, lo sustituye o bien una persona que simpatice más con las posiciones de Dolors Feliu. De hecho, Bertran intentó hacer un gesto de aproximación hacia Pesarrodona todo anunciante que daba un paso al lado y dejaba que Pesarrodona continuara a su cargo orgánico. Pero no está nada claro que continúe. El ANC vive horas graves para decidir qué tiene que ser el papel en la nueva pantalla del Proceso: si tiene que ser un agente movilizador, un actor político o bien tiene que dar el paso y entrar a las instituciones. Amenazas de dimisión e incluso, de escisión, llanura sobre una entidad primordial del Primero de Octubre.
Secretariado a puerta cerrada y cerradura y cerrojo
El cónclave ha empezado con 52 secretarios nacionales, de los 72 que lo integran, y con una mayoría clara favorable a las tesis de la dirección. El secretariado es a puerta cerrada. La reunión ha empezado con una terapia de grupo, dirigida por Feliu, sobre las filtraciones a la prensa de la crisis. Pero enseguida se ha comenzado la discusión de fondo. El debate intenso tiene dos variables. Por un lado, la primera imagen de la confrontación se basaría en la creencia que el sector oficialista, que apoya a Feliu, defensa estalle quién estalle la articulación de una lista cívica. El sector crítico, en cambio, voz esta opción como una pieza más pero no el objetivo del ANC, sino como un elemento que si se tercia a la vista del escenario político, se podría poner en marcha.
De aquí que se salte a la otra variable. En concreto, las acusaciones de carencia de democracia y de transparencia por parte del sector oficialista. Unas incriminaciones negadas por la dirección que acusan a los críticos de responder a las directrices de los partidos políticos. En aquel nivel de conflicto se ha llegado a plantear la petición de una cuestión de confianza del comité permanente para relevar algunos de sus componentes. El Comité Permanente es la dirección operativa de la ANC y los críticos están convencidos que su orientación política solo se dirige a la lista cívica para presentar a las próximas elecciones en el Parlamento.