Los ocho años de liderazgo de Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona son una excepción en la historia de los partidos a la izquierda del PSC. El PSUC y sobre todo ICV se hicieron fuertes como socio menor de coaliciones de izquierdas en el Parlamento y en Barcelona. Los Comunes rompen con este esquema imponiendo su liderazgo en Barcelona, pero los últimos resultados les han vuelto a situar en la casilla de salida. Actualmente, especialmente en el Ayuntamiento de Barcelona, con el adiós de Jordi Martí y el auge de Janet Sanz, la órbita de ICV recupera voz. En Madrid, Ernest Urtasun –miembro del Consejo Nacional de Esquerra Verde, sucesor de ICV– representa los Comunes en el gobierno de Pedro Sánchez. Ahora bien, hay análisis más allá de los nombres. Y el partido también ha hecho gestos, muy importantes en política, que indican que los Comunes quieren tener perfil propio. En Barcelona el espacio ha hecho caer unos presupuestos de izquierdas –como mínimo, aprobados por PSC y ERC–, y en la Generalitat: a pesar de las voces que auguraban que los de Jéssica Albiach se rendirían, En Comú Podem vetó el presupuesto del Gobierno Aragonés (y del PSC). ¿Dónde estanos, pues? ¿Cambio de paradigma político o retorno al modelo ICV después de este punto muerto?
La líder de los Comunes en el parlamento catalán y cabeza de lista de la coalición al 12-M, Jéssica Albiach, por ahora ha centrado la campaña en dos ideas, muy relacionadas entre ellas: el «modelo de país» y la alerta por un supuesto retorno de
Este ejemplo demuestra que siempre ha habido un espacio político, a veces más grande y otros más pequeño, que apoya a la izquierda más a la izquierda del PSC. Para el politólogo de la UPF Toni Rodon es muy difícil imaginar que los Comunes caigan en la «irrelevancia política», pero avisa que, en un futuro, la manera de poder seguir activos y captar protagonismo puede ser limitarse a ser la «muleta» del PSC. Este es, dice, el «principal riesgo» a que se enfrenta este espacio político en el futuro. «El ‘no’ a los presupuestos puede ser una manera de reivindicar su espacio, pero también puede ser una estrategia para forzar las elecciones», recuerda el politólogo, que considera que la jugada los puede salir muy bien o muy mal: «Las encuestas dicen que no suben mucho e incluso, en algunas, bajan. Pero si te lo miras como gobierno y cargos, como mucho se quedarán igual. Por lo tanto, el único que podrían hacer es mejorar, forzar la máquina y que el PSC los necesite». En este sentido, en público y también en privado, los Comunes insisten que se presentan para «gobernar», una opción que hoy por hoy, teniendo en cuenta las encuestas —que disparan al PSC—, solo podrían hacer efectiva como socio bastante menor de una coalición. A rebufo otra vez de los socialistas.

¿Cambio del tablero político?
Ahora bien, los politólogos avisan que las comparaciones simples con el pasado, sin introducir elementos que antes no estaban en el panorama político, pueden conducirnos al error. Por un lado, Rodon voz «baja» la posibilidad de reeditar el tripartito de izquierdas porque ve «difícil» que ERC, en el contexto actual, le dé la Generalitat al PSC. El otro aspecto a tener en cuenta es el votante, bien diferente a los de los años 80 o 2000, que abre nuevas vías. «Han pasado 20 años. ICV no era el PSUC y los Comunes no son ICV; es cierto que el espacio es el mismo, pero la gente no es la misma, ahora los Comunes movilizan gente diferente, parte de la gente de ICV y otras más jóvenes», dice Oriol Bartomeus, director del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales, y autor del libro
Bartomeus también pone sobre la mesa otro elemento que podría definir como se acaban articulando los Comunes en un futuro. «Puede haber otras articulaciones que a estas alturas no nos podemos imaginar», menciona. En la época fuerte de ICV, los acuerdos eran más establos. ICV, según recuerda el experto, fue el socio del PSC «durante 4 o 5 mandatos». «¿Esto es posible ahora?», se pregunta retóricamente el politólogo, que advierte de que «el panorama ha cambiado mucho». En este sentido, Bartomeus cree que la política se encamina a pactos «más puntuales», tal como hemos visto los últimos años en el Ayuntamiento de Barcelona, primero con Ada Colau después con Jaume Collboni, o en la Generalitat, con un gobierno monocolor de ERC de solo 33 diputados. Este hecho permitiría a cada formación jugar su partida, acaparar protagonismo, más allá de las alianzas estables y de gobierno.

El papel de Sumar
En este futuro hay un elemento que ha cambiado completamente. Si en España los Comunes tenían en Podemos su gran aliado, ahora esta figura la representa Sumar. Dos fuerzas que, tal como se ha visto, con numerosos rifirrafes y puñaladas diversas, son muy diferentes. Toni Rodon mantiene que la izquierda en el Estado siempre ha estado «centralista en sus procesos». Los partidos vuelan democracia, pero la «discrepancia resta poder electoral». Por su parte, Oriol Bartomeus cree que la relación de los Comunes con Podemos –y ahora Sumar– es una relación típica entre los partidos catalanes y españoles, una relación «de contigo y sin tú» y donde la voz cantando la llieva quien consigue mejores resultados.
Y en este contexto, ¿quién manda sobre quién? «A estas alturas y después del que ha pasado en Galicia –ni Sumar ni Podemos, por separado, han entrado en el parlamento–, la potencia de Sumar es muy mínima. Las relaciones entre los Comunes y Sumar, tal como pasa entre PSC y PSOE, dependen mucho de la posición de fuerza que tengan las organizaciones en cada momento, y esto lo definen los resultados», apunta. En este sentido, el experto remarca que «si Sumar está flojo, los Comunes tendrán más margen», y, a la inversa, «si está fuerte, tendrán menos». Y en estos momentos, ¿cómo está la partida? El escaño que Sumar ha sacado en Euskadi salva los muebles, pero el experto insiste que los de Yolanda Díaz «están muy flojos».