El pasado Lunes de Pascua, después del Domingo de Resurrección, el papa Francisco murió en el Vaticano a la edad de 88 años. Su mandato papal ha estado marcado por un carácter abierto y progresista -dentro de lo que representa la Iglesia- y su muerte también es diferente a la de muchos papas. Francisco es el primer papa en más de un siglo en ser enterrado fuera del Vaticano, y sus restos han sido inhumados en la basílica de Santa Maria Maggiore, una joya arquitectónica que también tiene una dosis de milagros alrededor de su edificación.
El origen de esta basílica está envuelto en misticismo. La tradición católica indica que en el siglo IV la Virgen María se apareció en sueños a una familia de patricios romanos que no podían tener descendencia. En esta aparición, la Virgen indicó a los patricios que debían construir una iglesia en una ubicación que sería determinada de forma milagrosa. La tradición señala que, en pleno verano, una nevada sacudió Roma y una capa de nieve cubrió el Esquilino, una de las siete colinas de Roma, y la nieve indicó dónde se levantaría el templo. Estos hechos llevaron al papa Liberio (que dirigió la Iglesia católica entre el 352 y el 366 d.C.) a ordenar la edificación de un templo religioso.
A este evento se le conoce en el catolicismo como el Milagro de la Nieve, y los primeros cristianos comenzaron a conmemorar el milagro lanzando pétalos de rosa blanca desde la bóveda durante la misa festiva cada 5 de agosto.

Una joya que combina estilos
La basílica está construida sobre un antiguo templo pagano dedicado a la diosa de la fertilidad de la naturaleza Cibeles. Desde su edificación, la basílica ha experimentado diversos cambios, sin embargo, sigue siendo la única basílica de Roma que conserva la estructura paleocristiana original y combina varios estilos arquitectónicos desde el paleocristiano hasta el barroco (del cual era uno de los máximos representantes Bernini). El paso del tiempo trajo cambios, reformas y modificaciones a la Basílica. Durante el siglo XVIII se reformó la fachada, y entre estas destaca la Logia de las Bendiciones o el campanario de ladrillo.
En el interior de la Basílica de Santa Maria Maggiore es donde se puede ver, aún más, el contraste de las reformas de la basílica. Dentro del edificio religioso se pueden observar los mosaicos bizantinos del ábside y la nave central, junto con otros mosaicos y partes de mármol en el suelo que datan de la época medieval y altas columnas de estilo jónico que provienen directamente de la Antigua Roma. El valor arquitectónico de la basílica se eleva al ver el techo decorado con motivos renacentistas mientras que la mayoría de capillas ubicadas en el interior son de estilo barroco.

Santa Maria Maggiore, uno de los grandes edificios religiosos de Roma
La Basílica de Santa Maria Maggiore, también conocida como Basílica de Santa Maria de las Nieves o Basílica Liberiana (en honor al papa Liberio, quien ordenó su construcción), es una basílica católica edificada en el Esquilino. Este edificio religioso es una de las cuatro basílicas mayores y una de las cinco basílicas patriarcales asociadas con la Pentarquía -el conjunto formado por las cinco sedes patriarcales de Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén-. Además, es el primer santuario mariano de Occidente y antes que Francisco hay enterrados siete papas más como son el papa Honorio III (1150-1227), el papa Nicolás IV (1227-1292), el papa San Pío V (1504-1572) y el papa Sixto V (1521-1590), el papa Clemente VIII (1536-1605), el papa Clemente IX (1600-1669). Junto con estos Santos Padres, también están enterrados dos santos como San Matías y San Jerónimo, Paulina Bonaparte (hermana de Napoleón) y el genial escultor italiano Gian Lorenzo Bernini. Además, en la Basílica de Santa Maria Maggiore celebró su primera misa -la Navidad de 1538- San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, la orden religiosa del papa Francisco.