“La amenaza puede volverse a intensificar en cualquier momento. El 2022 ha sido el año más peligroso en materia nuclear desde la crisis de los misiles de Cuba en 1962”, asegura Ulrich Kühn, jefe del Programa de Control de Armas y Tecnología Emergentes de la Universidad de Hamburgo. Cuando se cumple un año del inicio de la guerra, de lo que Moscú denomina «la operación especial» contra Ucrania lanzada por Vladímir Putin, el fantasma de la amenaza nuclear sigue sobrevolando Europa. A pesar de que los últimos meses la retórica del presidente ruso se ha alejado de alinearse con un ataque de estas características –que vivió su momento más crítico el pasado mes de octubre, cuando anunció que usaría todos los medios disponibles para ganar la guerra–, los expertos aseguran que el peligro de que se produzca sigue siendo una posibilidad más que plausible.
Así lo dejó patente el mismo presidente ruso el martes, durante su discurso oficial, donde anunció oficialmente la suspensión temporal del tratado de desarme nuclear New Start, que había firmado con los Estados Unidos. Y también el miércoles, anunciando la entrada de la “tríada nuclear”, un servicio de misiles desde tierra, aire y mar. Seguramente, la advertencia militar más literal que se ha lanzado desde el inicio de la guerra contra Ucrania, que empezó hace un año, el 24 de febrero del año pasado.

De hecho, la gran mayoría de analistas coinciden que el máximo mandatario ha preparado el país para una guerra muy larga, pero ninguno de ellos se atreve a vaticinar hasta dónde es capaz de llegar. Según Kühn, que también es uno de los expertos nucleares del Carnegie Endowment for International Peace de Washington, la amenaza de un ataque sigue vigente porque “en el conflicto hay una confrontación cada vez más grande entre dos de los poderes nucleares más grandes del mundo: Rusia y la OTAN”. Reconoce, eso sí, que las posibilidades han disminuido respecto del inicio del conflicto por dos razones. En primer lugar, las supuestas conversaciones privadas entre el jefe de la CIA, William Burns, y el jefe del servicio de espionaje ruso, Sergei Naryshkin, el pasado mes de noviembre, en que los Estados Unidos alertaban el gobierno de Putin de las “terribles consecuencias” que podría tener un supuesto ataque nuclear.
Otro de los motivos que podrían haber rebajado las pretensiones de Putin, según el analista, es el encuentro entre el canciller alemán, Olaf Sholz, y el presidente chino, Xi Jinping, a finales del año pasado. A pesar de que no se llegó a formalizar ningún acuerdo entre los dos dirigentes, una de las pocas informaciones relevantes que transcendieron fue la condena pública según la cual “las amenazas nucleares son irresponsables e incendiarias”.
Todo depende de Putin, incluso si muriera
“El que hace más difícil de prever qué puede pasar en los próximos meses es que todo depende de una sola persona y no del conjunto de un gobierno. Además, ni la muerte de Putin no aseguraría el final de la guerra, puesto que se ha encargado desde el año 2000 de eliminar cualquier oposición política. Es muy posible que quién lo sustituyera siguiera manteniendo el discurso de odio hacia el OTAN y Occidente”, apunta Ramón Pacheco, catedrático de Relaciones Internacionales del King’s College de Londres.
Una de las obsesiones del presidente ruso a lo largo de los últimos años, según este experto, ha estado aprender de los errores de los mandatarios anteriores y conseguir una posición privilegiada para asegurarse el poder dentro del Kremlin. “Putin ha estudiado al milímetro los gobiernos de Gorbachov y Ieltsin. De hecho, considera este último un líder débil, que no supo hacerse respetar suficiente para mantenerse al frente del país”.
La mayoría de los opositores firmes al régimen han muerto o han sido encarcelados, como es el caso del activista Alexéi Navalni. La lista es larga. Aleksandr Litvinenko, antiguo miembro de la KGB muy crítica con Putin, murió en 2006; Borís Berezovski, multimillonario exiliado en Londres y murió en 2013 después de varios intentos de asesinarlo, y Borís Nemtsov, rival político del mandatario, murió a tiros en 2015. Son solo algunas de las víctimas que han muerto en contextos sospechosos desde el ascenso al poder de Putin. Según Pacheco, dos de los hombres mejor posicionados para sustituirlo son el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, y el secretario del Consejo de Seguridad, Nikolai Pàtruixev. “Se trata de dos figuras que han sobrevivido a las diversas purgas internas de los últimos años y que defienden una posición respecto de la guerra igual o más dura que la del presidente”.
La primavera será un momento clave para el futuro de la guerra
“Alargar el conflicto es la mejor opción para Putin ahora mismo. Tiene la capacidad militar y humana para hacerlo. De hecho, a Putin no le importa seguir enviando hombres en el frente y sacrificarlos. Es una vieja tradición rusa de enaltecimiento de la patria”, explicaba el pasado martes Carmen Claudín, investigadora sénior asociada del CIDOB (Centro de Estudios y Documentación Internacionales en Barcelona), durante la conferencia
La única posibilidad que el conflicto tenga un final a corto plazo es que alguno de los dos bandos emprenda una contraofensiva con todos los recursos disponibles. Y esto, según afirman buena parte de los analistas, podría suceder durante esta primavera. La otra opción, en caso de que no haya ningún movimiento significativo por parte de las dos partes, es que el conflicto se alargue durante años. “China tiene el poder de buscar la única alternativa diplomática en el conflicto. Ahora mismo nadie sabe del cierto qué puede pasar, y al presidente Xi Jinping no le gusta nada la incertidumbre. Hay voces que apuntan que la potencia asiática presentará una propuesta oficial de negociación en los próximos días. Todo depende también de cómo se resuelva la extrema presión a la cual se está viendo sometida por parte de los Estados Unidos”, destacó Claudín.
Esta variable, pero, también puede jugar el efecto contrario. Alías, durante la conferencia del centro de estudios internacionales, alertó de los peligros que puede comportar un cambio de liderazgo en los Estados Unidos. “El presidente ruso es imprevisible. Además, también dependemos en buena parte de hacia dónde evolucione el contexto internacional. Si Biden es sustituido por un perfil próximo a Trump, por ejemplo, es posible que el país deje de enviar armas de un día para el otro y Rusia gane la guerra en muy poco tiempo”, advierte el periodista.
