Los norcatalanes están marginados por el ministerio de Cultura francés en cuanto a la inversión por habitante: 800 euros anuales por cada parisiense, 12 euros por cada vecino de la Cataluña Norte. Son datos que constan en las estadísticas publicadas por el mismo ministerio y el Instituto Nacional de las Estadísticas y de los Estudios Económicos (INSEE). El presupuesto público otorgado a la cultura es mayoritariamente captado por la capital del Estado y la región Isla de Francia. Un esquema que sigue al pie de la letra la centralización política y administrativa del Estado, y que provoca un gran desierto cultural.
Igualdad, fraternidad, centralidad
El pasado 27 de febrero, la Asamblea Nacional francesa debatía sobre la hipercentralitzación de los gastos del ministerio de Cultura en la región parisiense Isla de Francia. Ante una pequeña decena de diputados, el electo bretón Paul Molac planteaba: «Si la centralización induce numerosas disparidades socioeconómicas, en materia de educación, de acceso a los transportes, la atención médica, o incluso a los servicios públicos, este mal muy francés concierne igualmente al acceso a la cultura».
Paul Molac, impulsor en 2021 de la ley de protección y promoción de las lenguas minorizadas en el Estado francés, se preguntaba: «Cómo se tiene que explicar a un joven que vive a unos 600 kilómetros de París y que no puede acceder a las grandes infraestructuras culturales por culpa de su alejamiento, cuando los otros jóvenes que viven en la región parisiense las pueden visitar libremente si tienen menos de 26 años?».
Los estudios publicados por el ministerio de la Cultura y por el Instituto Nacional de las Estadísticas y de los Estudios Económicos revelan que las disparidades son abisales entre los territorios. El Instituto explica la desigualdad por el hecho historico-político: «La Isla de Francia y, en primer lugar, París, concentran un gran número de infraestructuras culturales por razón de la herencia histórica de la ciudad-capital, que se beneficia de siglos de centralismo administrativo y también cultural». El área de París concentra un 28% de la enseñanza artística, el 32% de la propuesta de artes escénicos y las únicas óperas nacionales. El 2022, más del 60% del presupuesto del ministerio de la Cultura fue otorgado en la región Isla de Francia, y el 40% otro compartido entre el resto de regiones.
La distancia con París condiciona la percepción de los electos
El sábado 4 de marzo, en Perpiñán, la presidenta del departamento de los Pirineos Orientales organizaba una charla sobre el papel de las colectividades territoriales, en presencia del vicepresidente delegado por la catalanidad, Nicolas Garcia. Para la ocasión, habían invitado al encuentro a Nawja El Haïté, electa municipal en la ciudad de Evry-Courcouronnes, en el sur de París. Los tres intervinientes resaltaron la existencia «de un milhojas administrativo que impide muy a menudo que los poderes públicos locales encuentren respuestas en las problemáticas muy próximas«.
Aun así, la electa parisiense Nawja El Haïté afirmó que el centralismo “no es ningún problema, es sobre todo la carencia de dinero otorgado por el Estado que frena la acción de las colectividades locales». Un parecer que obviamente no comparte Nicolas Garcia: «Esta República no tiene ningún futuro si no deja la libertad de acceso a las particularidades locales» y de añadir que deseaba «que los niños de los pueblos pobres del sur de Francia tuvieran la misma igualdad de acceso que los de los municipios, departamentos y regiones ricas» del norte del Estado.
El centralismo francés, en cifras de inversión cultural
El año pasado, el ministerio de cultura invirtió 195 euros por habitante de la región Isla de Francia, contra 24 euros de la región de Occitania. A escala departamental, o comarcal, la diferencia se hace todavía más grande: 801 euros otorgados a cada habitante del departamento de París, por solo 12 euros para cada uno de los catalanes del norte. Más castigada aún fue Córcega, con solo 5 euros invertidos por cada ciudadano.
Las regiones tienen que compensar este desequilibrio con su propio presupuesto. La región de Córcega, que disfruta de un estatuto semiautonòmico, reequilibra la falta de inversión del Estado con 69 euros invertidos por cada corso. La región de Occitania desembolsa 10 euros anuales por vecino, y el departamento de los Pirineos Orientales 24 euros por cada norte-catalán. París percibe en total 1.700 millones de euros, contra 5 millones para los Pirineos Orientales.