La escritora Marta Marín-Dòmine no tiene miedo de construir historias a partir de experiencias íntimas. Ya lo demostró con la exitosa novela
En ‘Huir era lo más bello que teníamos’ homenajea a su padre. Con este nuevo libro describe una relación muy diferente con una madre que no lo quería ser. ¿Este libro surge de sus entrañas?
La madre del libro sí que quería ser madre, pero no le habían explicado qué implicaba. Este es un punto donde se pueden ver reflejadas muchas mujeres. Hay una diferencia entre el hecho idealizado y la realidad, pero es una mujer que después de muchos abortos consigue ser madre y después se arrepiente. Quiero distinguirlo bien porque justamente es la clave del libro. Esto le puede pasar a todas las mujeres, porque ¿qué sabemos de la maternidad hasta que tenemos hijos? ¿Qué sabemos de las transformaciones del cuerpo y de la mente? Desde muy joven he sido muy rebelde con las estructuras familiares y este libro es un reflejo de esto. Pertenezco a una generación muy crítica con la familia nuclear occidental.
¿Es un libro para hacer las paces de alguna manera?
No, en absoluto. Ni para hacer las paces ni de reconciliación. Es un libro de análisis y reflexión.
¿Es complicado escribir sobre una cuestión tan personal?
El anterior libro también era muy personal, pero es cierto que cuesta más expresar esta crítica. Pero ha habido la voluntad de escritura.

¿Diría que la madre nos marca para siempre?
Eso seguro. Las madres o todas aquellas personas que nos cuidan y son próximas a nosotros físicamente. Además, una relación hijo madre debe de ser diferente, ni más fácil ni más difícil, pero diferente a la de una madre y su hija. El hecho de tener un cuerpo igual marca y deja una impronta. Además, la figura de la madre está muy mitificada por la sociedad. Los hombres la ven como una cosa sublime, pero las mujeres sabemos la realidad.
¿Se tendría que ‘matar’ a la madre modélica y sacrificada que ha promovido siempre la sociedad patriarcal?
No lo he expresado nunca como ‘matar a la madre’, pero entiendo el concepto. Lo que me parece interesante es reflexionar sobre la función de la madre. Hay la función biológica, parir, y después la función que se le da a la maternidad en las diversas sociedades. La sociedad africana no da a la madre el mismo papel que nosotros. También depende de las ideologías, el comunismo miraba la maternidad de otro modo. No por haber dado la vida necesitamos estar tan identificadas con la madre o con los hijos.
¿Cómo puede gestionar una hija la falta de amor de su madre?
De muchas maneras, pero no quiero que el libro se entienda a partir del relato de un trauma. La vida está hecha de traumas, no sé cómo se gestiona. Profesionalmente, me siento muy exitosa y he hecho lo que he querido, pero no sé cómo se gestiona esto. Me cuesta abordar preguntas psicológicas sin tener en cuenta el trabajo literario porque me sabe mal que el libro se entienda así. Es un libro escrito de una manera determinada para cumplir una voluntad literaria y la cuestión traumática la esquivo. Además, he seleccionado los momentos con potencial literario, porque si hubiera descrito una madre Heidi habría sido muy aburrido.
Es una madre muy compleja. ¿La perdona?
Describir esta complejidad es lo que buscaba. Era una madre que me abrió el mundo de los sentidos y la sensualidad porque tenía una relación con su cuerpo y con el cuerpo de los demás muy interesante para la época en la que vivía. Era una mujer con una complejidad psicológica que supongo que se fue haciendo más compleja todavía porque vivía en una dictadura. No sé si actualmente podemos comprender qué implica vivir bajo una dictadura, pero es un control total sobre los actos y sobre el cuerpo. ¿Perdonarla? Quizás el intento del libro es entender los matices.

Consigue rehuir los tópicos de género que se vinculan a menudo a la vida familiar. ¿El feminismo es uno de los puntos fuertes de la novela?
El feminismo me ha hecho pensar mucho y en un momento que se explica en el libro, cuando era muy joven, me di cuenta de que mi madre había tenido un gran valor a la hora de decir que no se sentía cómoda siendo madre. Otra parte del feminismo, no obstante, me lo ha puesto difícil porque ha tendido a mitificar justamente la figura de la mujer en general. Este libro es dar cuenta de esto más que abordar el perdón y la reconciliación. Es preguntarse qué hacemos desde el feminismo con la figura materna. En la religión cristiana lo tienen muy claro, hacen un mito. Tan mito que ni pare, la mujer. Quería confrontar esta imagen tan vaporosa para analizar que pasa en realidad con este cuerpo femenino que está controlado por todos lados. Yo no sé cómo abordan hoy en día las mujeres jóvenes la menstruación. Tampoco se oye hablar mucho de la menopausia ni de los abortos. Hay todo de tabúes alrededor de la mujer y de su cuerpo. El libro es un pequeño y humilde intento de abrir puertas para hablar de todo esto. Me gustaría hablar de generaciones diversas, porque han pasado muchos años, pero seguimos teniendo puntos de confluencia.
¿Qué se siente al ganar un premio como el San Juan?
Un gran agradecimiento. Lo presenté a sabiendas del jurado que había, un señor jurado, y el hecho de haber ganado me ha gustado mucho. Es un premio que hay años que se declara desierto, lo que indica una independencia total del jurado. Hace tres años que he vuelto de Canadá, donde he vivido muchos años, y también es una inserción dentro de la cultura catalana. Un premio te confirma y te reafirma que lo estás haciendo bien o que como mínimo interesa.
¿Tiene más proyectos pensados?
Sí, siempre tengo, es uno de mis defectos. Precisamente es explorar más sobre cómo vivimos las mujeres el espacio. Es decir, me gustaría mucho, aunque es imposible, hacer la historia de los miedos que hemos sentido las mujeres de andar solas por los caminos del mundo. ¿Cómo se hace esta historia? Pues no lo sé, porque nadie ha hablado de ello. Se ha hablado a través de los cuentos,

Hay hombres a quienes les podría sorprender esta cuestión.
Lo sé. Es un miedo que nos acompaña toda la vida. Yo soy mayor, me gusta mucho viajar sola y siento miedo. He hablado con compañeros cultísimos que aún hoy en día dicen que esto es una tontería. Y no hace falta ni viajar, aquí mismo pasa. Esta historia me interesa mucho pasarla por la literatura porque sociológicamente ya la conocemos. Quiero hablar con varias mujeres de diferentes edades y profesiones porque esta historia continúa estando vigente. En algún momento los hombres tendrán que ser solidarios, son ellos los que tienen que cambiar, porque pasear es más que un derecho para nosotros. No he perdido nunca la conciencia de que la experiencia femenina es diferente, vamos por el mundo de otro modo y muchas veces es muy incómodo.
¿Qué espera de la crítica ahora que el libro ya está disponible en librerías?
Que entienda que es un trabajo literario. No es ni un ejercicio de resiliencia ni quiero ser ejemplo ni modelo para nadie. Que un recorte que surge de mi experiencia pueda hacer reflexionar a otras personas, mujeres y hombres, sobre lo que significa ser madre y la dificultad implícita que conlleva. También que no nos obliguen a querer a la familia, sino a respetarnos.



