Xavi Coral (Terrassa, 1971) es uno de los presentadores más carismáticos del
En este libro, explica una historia muy potente y muy dura con todo lo que vivió su abuelo durante la Guerra Civil y el posterior exilio en Francia. ¿Cómo ha sido el proceso de poner por escrito las peores experiencias de un familiar tan próximo? ¿Y por qué hacerlo ahora?
Mi abuelo murió hace 20 años y hace tiempo que pensaba que teníamos que hacer algo con el material que dejó. Si había hecho este esfuerzo y si había tenido esta obsesión por dejarlo todo por escrito, era porque no quería que se perdiera aquello que había vivido. Aquella memoria quería que alguien la recuperara algún día y yo vi que podía corresponder a este deseo. Ahora bien, me daba mucho respeto porque ¿cómo te pongas a hacer una cosa así? Al final, me dieron un empujón desde la editorial y me he tirado de cabeza. La verdad es que el proceso ha sido muy bonito porque me da la sensación que he estado dialogando, un poco, con mi abuelo. Él explica una historia que hemos acabado escribiendo a cuatro manos, ya que he acabado de vestir lo que él había empezado. Ha habido algunos momentos duros, sí, porque me he dado cuenta del dramatismo que había detrás. En la vida de mi abuelo hubo mucho dramatismo y escribirlo ha sido duro, pero muy bonito.
¿Le ha afectado psicológicamente tener constancia de todo lo que pasó e imaginárselo claramente en unas escenas de mucha crueldad?
Nosotros sabíamos que mi abuelo había estado en la guerra, pero teníamos una idea muy difusa de lo que había pasado allá. Solo nos había dicho que se había exiliado en Francia, que le habían hecho un consejo de guerra y que lo habían enviado a Marruecos. Al final de su vida, sin embargo, decidió pasar a limpio todas las notas que había tomado cuando tenía 20 años mientras estaba en la guerra. De repente, nos lo pasó a los hijos y a los nietos y averiguamos los detalles. Nos quedamos parados e impresionados de todo lo que él y, efectivamente, tantos otros abuelos habían vivido en la Guerra Civil. Esta es una de las gracias de este libro, que mucha gente puede encontrar relación con cosas que han vivido sus familiares.
¿Impresiona saber que su abuelo había tenido una etapa tan complicada?
Impresiona, sí, sobre todo porque te das cuenta realmente de hasta qué punto de sacrificio y de lucha llegó aquella generación. A nosotros nos parecía que esta historia era muy potente y que, dentro de todo, era bastante extraordinaria. Ahora bien, a todo el mundo le parece que la historia de su abuelo es impactante, supongo. Es ahora que estoy viendo que la gente queda tan impresionada como quedamos nosotros en su momento.

¿Pudo decirle que lo escribiría antes de que muriera? ¿Se ha planteado qué pensaría si pudiera tener la historia de esta parte de su vida en las manos?
No pude decirle que lo escribiría, no. En el momento en el que nos dio sus memorias, descubrimos cosas de nuestro abuelo que ni siquiera mi madre y mis tíos sabían que había vivido. Yo no pensé que pudiera hacer nada con aquello y ahora me sabe mal, ya que desde el principio sabía que él debía de querer que esto se supiera. Lo escribió, seguramente, pensando en la familia. Ahora bien, creo que le gustaría que mucha más gente lo haya podido conocer. Le haría gracia que se haya publicado, ya que así esta memoria no se perderá. Con este libro hago posible que la historia perdure para siempre o, al menos, por muchos años.
Explica que su abuelo dejó muchísimo material gracias a un dietario que fue escribiendo prácticamente cada día. ¿Con qué se encontró exactamente?
Él escribió prácticamente cada día desde la trinchera, desde los campos de concentración en los que estuvo, desde el desierto de África, desde el cuartel melillense… Siempre que podía escribía lo que había visto desde los lugares más difíciles y más extraños, fuera en un trozo de papel o entre las líneas de un libro. Él se centraba a describir los hechos y no se involucraba emocionalmente en la historia. En un momento, de hecho, dice que no podía dejarse llevar por la emotividad en un entorno tan difícil y de violencia extrema porque, si no, no podías salir adelante. Lo que yo he hecho es coger todas las descripciones y el dietario en el que explica exactamente lo que le pasó cada día y le he añadido la emoción, el sentimiento, la conversación y la reflexión que no encontrabas en sus memorias.
Su abuelo se dedicó a dejar constancia de todo lo que vivía y veía durante la Guerra Civil. ¿Qué objetivo había detrás? Usted lo describe como «una necesidad vital».
Mi abuelo era muy científico, ingeniero y muy práctico. Creo que escribir le era un tipo de terapia, la manera de tener la tranquilidad de que aquello que vivían no sería en vano. Lo debía de hacer pensando que después de la guerra esto se podría explicar, pero después vinieron 40 años de dictadura y de silencio absoluto. Fueron cuatro décadas en las que no pudo explicar nada porque, directamente, no se podía hablar. Una vez había pasado tanto tiempo… Aunque siempre tuviera la idea de hacer algo con sus textos, no fue hasta el final de su vida que nos los dio.

¿Ha necesitado algunos momentos de poner distancia por no hacerse daño?
El hecho de que él fuera tan descriptivo y tan frío a la hora de escribir me ha ayudado mucho, porque si viera que explica lo que sufría o el dolor que sentía… seguramente, me habría costado mucho más. Esta parte más emotiva es la que yo he recreado, al final, así que me lo he hecho un poco a medida.
¿Ha sido fácil escoger qué parte de realidad y qué de ficción iba incorporando?
Todos los hechos que se explican en este libro son reales. Todos, incluso los momentos en los que digo que mi abuelo cogió un autobús o que disparó una bomba son ciertos. La única ficción que incorporo son los diálogos y las reflexiones.
La otra protagonista del libro es la abuela Maria. Qué necesario poner de relieve lo que sufrieron las mujeres de los soldados que se iban a la guerra.
Entre todo el material de la época que tenía mi abuelo, también había las cartas que se enviaba con mi abuela. Estos textos más personales me han permitido hacer el contrapunto de cómo se vivía desde el frente y cómo era desde la retaguardia. El trasfondo era durísimo, pero eran las dos caras de la misma moneda. Mi abuela no había dejado nada por escrito, pero con la ayuda de mi madre y mis tíos he podido reconstruir su historia de amor. Y es muy curiosa, de hecho, puesto que mi abuelo se fue a la guerra que ellos dos eran amigos. Se estuvieron escribiendo y esta amistad fue creciendo durante los siete años que estuvo fuera hasta que, cuando volvió, la consolidaron. Es bonito ver como solo con cartas, que tardaban meses en llegar a veces, mis abuelos pudieron fortalecer una relación que acabó bien.
Hace poco que se ha publicado el libro, pero ¿ha recibido
Sí, me estoy encontrando con mucha gente que me dicen que sus abuelos también explicaban historias como estas. Y es que estas son anécdotas que han vivido muchos, simplemente que en mi caso estaba muy bien documentado porque mi abuelo lo había explicado en detalle. Todo el mundo tiene un padre o un abuelo que ha comentado algo de la guerra, pero yo lo tenía por escrito. El libro está ayudando a que algunas personas imaginen cómo debía de ser la vida de su abuelo y esto es muy bonito.

El libro se publica en un momento adecuado porque, justamente ahora, hay dos guerras simultáneas en curso en Ucrania y la franja de Gaza.
Cuando empezó la guerra de Ucrania, estuve una semana en la frontera y hablé con la gente que tenía que huir. En aquel momento, yo ya estaba trabajando en este libro y me encontré que aquello que explicaba mi abuelo de cuando tenían que irse al exilio al final de la Guerra Civil era la misma imagen que estaba viendo yo en Ucrania… aunque ahora se van con ropa de calle y una maleta con ruedas. Seguro que muchas de las cosas del 1936 que se explican en este libro se pueden aplicar ahora a muchas de las que están pasando en Ucrania o en Gaza.
Y ahora que ha probado suerte en el mundo editorial, ¿lo ve como una cosa a seguir en un futuro o ha sido una cosa puntual como un encargo familiar?
Antes había escrito un libro de viajes con anécdotas diversas, un trabajo periodístico casi. En este, en cambio, me pedían novelar y poner un poco de literatura… cosa que es muy pretenciosa. Yo leo mucho y siempre pensaba que no sería capaz de escribir un libro así. Ahora que me he puesto, estoy contento porque me parecía que tenía que corresponder el esfuerzo que había hecho mi abuelo. ¿Esto quiere decir que ahora seré escritor? ¡No! Me lo he pasado muy bien haciéndolo y me ha gustado la experiencia, eso sí. Del mismo modo que me gusta recibir
¿No le da miedo pensar que pueda haber gente que la critique al pensar que es un presentador más que ha escrito un libro?
Totalmente, lo entiendo. No puedo hacer nada, por eso… Mira, Toni Cruanyes también escribió un libro sobre su abuelo. Podría parecer que todos los presentadores del

TV3 continúa siendo líder en informativos y usted es una de las caras visibles del
Dentro de TV3 he pasado por proyectos diferentes y siento, casi, como que he ido cambiando mucho de trabajo. Estuve en el
No seguirá los pasos de su compañero meteorólogo Tomàs Molina, que se va a la política.
¡No! Creo que aquellos que hemos tratado con el mundo político intensamente como yo nos damos cuenta de lo complicado que es. Le dije a Tomàs que la política es difícil… aunque es verdad que él puede aportar muchas cosas con todo el tema del cambio climático, que viene de fuera y que no está contaminado. Ahora bien, este mundo tiene unas claves y unos códigos que se tienen que entender y no es fácil hacerlo. Le dije que no le sería fácil de encontrarse. Yo no tengo ningún interés y por nada del mundo me pondría, habiéndolos conocido y habiendo estado tan cerca de como funciona el mundo de la política.
Se ha hablado mucho de su reacción en directo y de los comentarios que dejan ir.
Me pareció que todo el mundo hablaba de su fichaje y nosotros, que aprovechamos el final del