«Ahora tardo más de dos horas para llegar a Barcelona, mientras que, antes, con poco más de 45 minutos ya estaba ahí». Esta es la nueva realidad con la cual convive cada día en Marc, un joven de la Garriga afectado por las obras de desdoblamiento de la línea R3 de Rodalies. A pesar de que la línea que va desde Barcelona hasta Puigcerdà, pasando por Vic y Ripoll, está en funcionamiento, hay un tramo que se tiene que hacer por carretera. Entre la parada de Mollet-Santa Rosa y la parada del Figaró, los trenes no circulan desde el pasado jueves 12 de octubre, y no podrán circular hasta principios del año próximo, es decir, las estaciones de Parets del Vallès, Granollers-Canovelles, les Franqueses del Vallès y la Garriga están fuera de servicio durante tres meses. Para cubrir las necesidades de los usuarios y mantener la línea en activo, Renfe ha implementado un servicio de transporte alternativo por carretera.
Las obras responden a una mejora de la infraestructura largamente reivindicada desde Cataluña y siempre aplazada por el Estado. De hecho, esta carencia de inversión histórica es una de las razones que han llevado el gobierno de la Generalitat a reclamar el traspaso integral de Rodalies, que ERC y el PSOE han anunciado esta semana como pacto de cara a la investidura de Pedro Sánchez. A pesar de que hay letra pequeña para ir desgranando y que algunas voces alertan del peligro de que sea un regalo envenenado –cosa que la consejería de Territorio niega–, si Sánchez consigue también el sí de Junts, llega a la presidencia y el acuerdo se ejecuta, puede implicar un cambio importante en la vida de los usuarios de Rodalies. De momento, sin embargo, continúan sufriendo las incidencias y, además, las obras.
Los trabajos de desdoblamiento de la R3 tienen que servir para que la línea sea más eficiente, pero ahora mismo el principal problema del día a día con las obras es que hay que cubrir el tramo por carretera. Esto supone habilitar muchos autocares que permitan acoger a todo el mundo que viaja en tren habitualmente y, según Renfe, no es fácil.
Si el autobús va demasiado lleno, acabarás perdiendo el tren
El caso es que en Marc sale cada día pocos minutos antes de las 7 de la mañana para ir a la universidad, a pesar de que no tiene clase hasta más tarde. A raíz de las obras, tiene que ir a buscar el autobús especial que ha habilitado Renfe para ir hasta Mollet del Vallès y, una vez allí, hacer transbordo para coger el tren que lo lleva hasta Barcelona: «Si te encuentras el autobús lleno de buena mañana y no puedes subir, ya vas tarde a todo, porque después ya no puedes coger el tren previsto y todo se complica», comenta mientras espera pacientemente en la parada de bus, y añade que es una situación que ha vivido «bastantes veces». La historia de Marc es la misma que viven centenares de personas cada día. El principal problema que relatan son las aglomeraciones que se generan durante las primeras horas del día y la falta de información de los operarios, cosa que, según explican, convierte el viaje en una odisea.

La parada de autobús de Mollet se ha habilitado en un descampado a 500 metros de la estación de tren, atravesando las vías. Cuando el tren llega a la estación, automáticamente se abren las puertas y un trabajador de Renfe sube a revisar que ninguna persona despistada se quede dentro del vagón a la espera de que el tren recupere la marcha. Ya en el andén, otra persona te indica el camino para llegar hasta la estación provisional de autobuses, que está a unos 5 minutos andando, aproximadamente. En la estación hay dos autobuses: una lanzadora que hace todo el tramo afectado por carretera, sin paradas, y otro autocar que para en todas las estaciones que se han quedado sin tren. «El primer día de obras fue un auténtico caos. Nadie nos sabía indicar qué bus teníamos que coger, las colas eran muy largas y desorganizadas», comenta en El Món Núria, una pasajera que cada día hace el recorrido desde Centelles hasta Barcelona.
Cumplimiento irregular de la frecuencia de los autobuses
El dispositivo que ha activado Renfe para cubrir las obras por carretera arranca a las 5.00 horas de la mañana y se mantiene hasta las 1.15 horas de la madrugada, es decir, cubre prácticamente todo el día. Según las previsiones, sale un autobús cada media hora, pero la realidad no es esta. Algunos pasajeros relatan que los horarios se cumplen por la mañana, pero a medida que pasan las horas la frecuencia prometida no acaba de cumplirse: «Supongo que el tráfico hace que todo vaya más lento y los horarios se solapen», especulan los pasajeros.
Interpelados por este diario, los portavoces de Renfe aseguran que entienden las quejas de los usuarios, pero defienden que la compañía trabaja para adaptarse a la nueva situación de las obras y hacer los trayectos tan sencillos como sea posible para todo el mundo: «Tenemos que tener en cuenta que moverse por carretera siempre es más lento que en tren», argumentan, refiriéndose al caso concreto de las carreteras que conecten los diversos pueblos que se han quedado sin servicio.

Ahora bien, por otro lado, a todos estos factores también se suma el elevado número de incidencias que afectan Rodalies. Sin ir más lejos, el pasado viernes 27 de octubre una avería en la catenaria cortó el servicio de la R3 entre Ripoll y Ribes de Freser durante más de 6 horas. Así pues, por mucho que el servicio de transporte alternativo funcione de la manera prevista, otros factores pueden complicar los trayectos.
La paradoja de Rodalies
El elevado número de incidentes que se registran anualmente en el servicio de trenes han llevado la tensión y el malestar de la población catalana con Rende hasta el extremo, hasta llegar al pacto político de esta semana, que todavía no se ha ejecutado. Desde hace meses, mientras la Generalitat reclamaba el control integral del servicio, desde Madrid pedían «cooperación» entre administraciones y defendían la inversión actual. De hecho, durante el acto de conmemoración del 175.º cumpleaños del primer tren del estado español, el Barcelona-Mataró, la consejera de Territorio, Ester Capella, intercambió reproches con el secretario de Estado de Transportes y Movilidad, David Lucas, por el desacuerdo sobre Rodalies. A pesar de que los dos coincidían en la necesidad de «mejorar», no acababan de ponerse de acuerdo sobre cómo hacerlo.
En este contexto de crispación, ahora que se están llevando a cabo unas obras para mejorar el funcionamiento de la R3 los usuarios continúan indignados. «La gente tiene que entender que hacer obras tiene unas consecuencias», argumentan desde Renfe. Pero para la plataforma Perquè No Ens Fotin el Tren, el sistema alternativo que han aplicado es completamente insuficiente: «Los horarios no se cumplen y esto dificulta mucho los enlaces», comenta el portavoz, Daniel Pi, que añade que el autobús «tarda dos horas para hacer 30 kilómetros». Una duración que tilda de «lamentable».