La inteligencia artificial se ha convertido en los últimos años en una herramienta prácticamente indispensable en muchos ámbitos, especialmente para la gente más joven. El auge de herramientas como el ChatGPT ha obligado a repensar la manera de enseñar y la forma de entender algunas profesiones. Incluso hay personas que han convertido este tipo de herramientas en su consejero personal, hasta utilizarlo como psicólogo para explicar sus preocupaciones y encontrar la manera de solucionarlas o diagnosticar problemas de salud mental. La inteligencia artificial es una buena herramienta en muchos casos. Sin embargo, siempre que se utilice con cabeza. Y aquí es donde aparece el problema. «La IA es una inteligencia artificial, no humana. Esto puede crear la falsa creencia de que es una herramienta que también permite diagnosticar enfermedades. Y eso no es viable», argumenta la psicóloga especialista en autoestima Carme Brit, en conversación con El Món.
La experta recuerda que la inteligencia artificial llega a conclusiones de acuerdo con la información que ha procesado y también en función del tipo de preguntas que se le planteen. Es decir, si la pregunta se hace con una intencionalidad, la respuesta que se obtiene a menudo será la buscada. En esta línea, la psicóloga, psicoterapeuta y experta en bienestar emocional Mireia Cabero apunta que la inteligencia artificial tiene grandes ventajas como interlocutor, pero que nunca puede hacer el trabajo que hace un terapeuta al tratar problemas de salud mental: «La IA es una perfecta interlocutora. Es experta, pedagógica, no juzga, ni contradice, ni cuestiona y es extraordinaria transmitiendo contenidos. No nos despierta el instinto de falsear ni de querer quedar bien. Sin embargo, no está programada para trabajar como psicóloga. Le falta el toque humano», argumenta la experta, que remarca que la IA «no es intuitiva, ni capta matices profundos, ni incoherencias, ni señales de riesgo». «No tiene la osadía de cuestionar. La salud mental necesita humanidad«, añade Cabero.

Los riesgos del autodiagnóstico con IA
Ambas expertas remarcan que el diagnóstico de un paciente requiere una «actuación clínica integral». Es decir, más de una entrevista con la persona en cuestión para analizar su entorno, el contexto del que parte, su lenguaje corporal, sus respuestas, pero también sus silencios. «Se debe observar la comunicación no verbal, si no, todo el proceso terapéutico se pierde«, sostiene Carme Brit. Teniendo en cuenta que estos aspectos contextuales y comunicativos no son palpables para la inteligencia artificial, usar esta herramienta como un mecanismo de diagnóstico puede suponer un riesgo para el mismo paciente: «Se pueden producir situaciones sesgadas», sostiene la psicóloga especialista en autoestima. De hecho, en esta misma línea apuntaba hace unos días el presidente de la junta del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña (COPC) de Girona, Àngel Guirado, en conversación con el ACN, donde aseguraba que la IA solo responde «a unos datos que le entran» y, a partir de ahí, ofrece una serie de soluciones que, en muchas ocasiones, «no son las adecuadas para el usuario».
Por su parte, la psicóloga experta en bienestar emocional asevera que la inteligencia artificial, en este aspecto, también va coja, ya que le falta «el recorrido emocional, experiencial y humano» de los psicoterapeutas. Un recorrido que, tal como asegura, permite «leer y comprender lo que no se dice, o las incoherencias, desde una profundidad no teórica». En esta línea también apunta que las herramientas de IA «ni aman ni creen en la persona que sufre»: «A veces, solo esta convicción interior de que nuestros clientes saldrán adelante ya genera un espacio de oportunidad», argumenta Mireia Cabero, que añade que la inteligencia artificial tampoco genera «la vibración humana que las personas generamos desde la conexión, el vínculo y el propósito relacional». Sin embargo, Cabero también apunta que la IA tiene algunas ventajas, como que ofrece un espacio «seguro» y «confortable» que da pie a la sinceridad.

Una oportunidad para la psicología clínica
A pesar de los riesgos que detallan los expertos, la inteligencia artificial sí tiene cabida en el mundo de la psicología clínica. Al menos, en algunos aspectos de este sector. Mireia Cabero apunta que algunas herramientas de IA podrían comenzar a implementarse como mecanismos de cribado, lo que permitiría «ganar tiempo», detectar qué casos son urgentes y, si se da el caso, derivar al paciente a los profesionales correspondientes. A su parecer, también se podría comenzar a incorporar como una herramienta de «seguimiento» de temas que son importantes para las personas, ya que ocupa en el tiempo entre sesiones un espacio que no pueden ocupar los psicólogos. Además, considera que también es un buen mecanismo para hacer un ejercicio de autoevaluación sobre su trabajo «para hacer que las sesiones sean más útiles»: «Que ocupemos el mínimo tiempo conversando y nuestros clientes ocupen el máximo espacio», sentencia.
No todas las opiniones, sin embargo, son compartidas. Carme Brit, cree que la IA solo se podría incorporar como herramienta complementaria para el uso profesional. «Veo la inteligencia artificial como un instrumento o recurso más. Cuando tenga suficiente información, podría ser útil para los psicólogos, pero no para los pacientes», argumenta la experta. Una idea compartida por el presidente de la junta del COPC gironí, que ve la IA como un elemento complementario al trabajo de los profesionales: «Todo aquello que sea utilizarla desde el punto de vista de ver cómo complementamos la IA con la inteligencia humana, que es la que entiende las emociones de una persona afectada y las de un profesional que la ayuda, se debe hacer de una manera que sea sostenible», argumenta Àngel Guirado, que resalta la importancia de contextualizar la información.
Sin embargo, la psicóloga especialista en autoestima aún ve lejos su incorporación, ya que el ámbito de la psicología es un ámbito «complejo» y «abstracto»: «En medicina ya se empieza a usar para hacer diagnóstico de imagen, por ejemplo. En psicología aún está lejos», asevera Brit. Sea como sea, los expertos coinciden en que el auge de herramientas de inteligencia artificial como psicólogos no supone una amenaza para la profesión, ya que requiere un carácter humano muy difícil de sustituir. Lo importante, para todos ellos, es entender que la IA es un recurso más, pero que en ningún caso es un profesional «experto, formado, competente y consciente». «La gente no es tonta, y tarde o temprano se dará cuenta», exclama la psicóloga especializada en autoestima.

