Las pinturas murales de Sixena que están en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) están en boca de todos después de que el Tribunal Supremo haya ordenado su devolución a Aragón a pesar del “altísimo riesgo” de dañarlas durante el traslado. De hecho, la jefa de área de Restauración y conservación preventiva del MNAC, Carme Ramells, alertó este jueves que las pinturas “no soportan la vibración”, según indican varios estudios, y avisó que son “muy sensibles a los cambios ambientales” y “químicamente, muy reactivas”, por lo que desaconseja moverlas a pesar de las presiones de Aragón. “El conjunto de materiales que componen estas pinturas, y que los encontramos también en otras pinturas arrancadas del Pirineo, es lo que esencialmente las convierte en obras muy frágiles”.

Además, Ramells ha advertido que, debido a todas las intervenciones que se han tenido que hacer desde “la operación de salvamento” de 1936, estas obras “ya no son pinturas murales, sino una especie de artefacto” donde hay un grosor mínimo de la pintura original, que fue arrancada con la técnica del strappo, habitual en aquella época. Después del arranque fue necesario añadir otros materiales. “Una vez se arranca esta capa tan fina de pintura es necesario dotar de un nuevo soporte que le dé consistencia”. El MNAC optó por montar las pinturas en unas estructuras de madera y yeso.

Sala del MNAC donde están expuestas las pinturas murales de Sixena / ACN

¿Cómo han llegado las pinturas de Sixena a Cataluña?

Las pinturas se rescataron del monasterio de Santa María de Sixena (Huesca) después de que las milicias anarquistas incendiaran el templo durante la Guerra Civil, tal como explica el periodista y divulgador Joan Pau Inarejos, autor de la conocida cuenta de X @RomanicCatala que acaba de publicar el libro Amb ulls de romànic (Penguin). “Las monjas autorizaron el traslado del conjunto pictórico, en depósito, al MNAC”. El jefe de Salvamento de Patrimonio Artístico de la Generalitat, Josep Gudiol Ricart, fue el encargado de liderar una operación complicada que requería la intervención de expertos. “Se traspasaron a tela, se restauraron, y posteriormente el MNAC recreó la arquitectura para disponer las pinturas de la manera más fiel posible al original, tal como se hacía con los ábsides pirenaicos”, añade Inarejos.

Las pinturas murales de Sixena son del románico tardío, también conocido como estilo 1200, “caracterizado por un dibujo muy estilizado, un fuerte decorativismo y un mayor naturalismo y dinamismo respecto al románico pleno”, señala el periodista y divulgador artístico. Inarejos recuerda que son unas pinturas de una “calidad extraordinaria” y que tienen unas dimensiones poco habituales. “Es uno de los mejores conjuntos murales europeos y muestra conexiones con la miniatura inglesa y con el mosaico normando-bizantino de Sicilia”. El incendio del 36 no solo destruyó parte de los murales, sino que también apagó sus colores, que originalmente eran “vivos, tornasolados y con predominio de verdes y azules”. Ahora son apagados, con tonos terrosos, por el efecto de las llamas, mientras que hay otros tonos más blanquinosos que se han añadido posteriormente basándose en fotografías antiguas y que son intencionadamente diferentes para diferenciar el original de la restauración.

Lee el hilo completo aquí.

Comparte

Icona de pantalla completa