Los Mossos d’Esquadra han detectado 146 casos de mutilaciones genitales femeninas en diez años, la mayoría de las cuales se han evitado y no se han consumado a pesar de que había preparativos o planes para realizarlas. Es la cifra aportada por el Departamento de Igualdad y Feminismo al Parlamento de Cataluña a petición de la diputada del PP Lorena Roldan. Según la consejera Eva Menor, que firma el informe, de estos 146 casos de ablaciones, solo cinco se han detectado en personas adultas y el resto, 141, en menores de edad.
La misma consejera enfatiza que la mayoría de mutilaciones se han podido detectar antes de que fueran consumadas. Además, los Mossos d’Esquadra, consultados por El Món, aseguran que ninguna de las consumadas se ha realizado en Cataluña, ya que lo que hacen las familias que quieren someter a las hijas a este ritual es enviarlas a los países de origen de los padres. En todo caso, Igualdad y Feminismos recuerda que las mutilaciones genitales femeninas son un «delito» y que, por tanto, es necesario alejarlas del concepto «pluralidad cultural». De hecho, una misma idea que la consejería también detalló cuando a finales de año presentó en la cámara catalana los datos sobre matrimonios forzados en Cataluña, un total de 21 casos en un año y medio.

Mutilaciones sin consumar
Atendiendo a las cifras presentadas, la mayoría de las mutilaciones no llegaron a ser «consumadas». En concreto, en lo que respecta a las menores de edad, de los 141, 17 han sido consumadas, 120 no se han consumado y en 4 casos no se conoce el estado de la potencial víctima por imposibilidad de localización. Por tanto, según estos datos, los mecanismos de detección han impedido que 120 niñas residentes en Cataluña fueran mutiladas durante la última década.
En el caso de las adultas, de los cinco casos detectados, tres no se han consumado y de dos de las chicas tampoco se conoce el estado. Los Mossos han podido llevar a cabo la estadística gracias a los protocolos «no individualizados» con «profesionales del territorio» y la coordinación con «grupos de interés» para la detección y «neutralizar las situaciones de riesgo». De ahí que los controles médicos y/o del entorno escolar, por ejemplo, sean uno de los canales de prevención.
En este sentido, el plan contra la ablación permite presentar una estadística territorial. Así, entre menores de 16 años, la comarca donde más casos se han detectado ha sido el Maresme, con 24; seguida por el Vallès Oriental, con 18 y 16 en el Baix Llobregat. El Gironès ha acumulado 13 y 12 en el Tarragonès, la misma cifra que en el Vallès Occidental. Nueve en la Selva, seis casos se han descubierto en el Alt Penedès, El Pla de l’Estany ha registrado cuatro, tres en el Baix Empordà y en la Garrotxa, y dos casos en el Segrià, Pla d’Urgell y Baix Camp; y un caso en el Alt Camp, l’Anoia, el Bages, la Noguera, Osona, Pallars Jussà y l’Urgell. Entre las personas adultas, se han encontrado dos casos en el Segrià y en la Segarra, l’Estany y Osona, uno en cada comarca.
Un delito, no pluralidad cultural
En la estadística aportada por el departamento de Igualdad y Feminismos asegura que es «necesario vincular la mutilación genital femenina a la reivindicación de los derechos fundamentales universales alejándolos de una visión de pluralidad cultural que ve la voz como una práctica ligada a la tradición que hay que respetar». De ahí que recuerde cuál es el marco penal español y de las secuelas que comporta esta práctica y enfatizar que es una «forma de violencia contra las mujeres».
De hecho, es el argumentario similar al de los matrimonios forzados, que la misma consejera especificaba en diciembre de 2024, cuando aportó el último balance de detecciones de estos casos. Concretamente, del año 2023 y del primer semestre de 2024. Según la misma consejera, los Mossos d’Esquadra tuvieron conocimiento de 15 casos y se atendieron 18 niñas y mujeres durante todo el 2023, 11 mayores de edad y 7 menores. En cuanto al primer semestre de 2024, tuvieron conocimiento de 3 casos, una mujer mayor de edad y 2 menores de edad. Entonces, la consejera Menor insistía que «era necesario romper con los estereotipos y prejuicios que rodean los matrimonios forzados, trabajar por la prevención individual y comunitaria, deconstruir el mito de la cultura y abordar de forma multidimensional e intersectorial la realidad de los matrimonios forzados».