El beso forzado del presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, a la jugadora Jenni Hermoso ha impulsado un debate en las redes sociales que ha dado la vuelta al mundo. Las críticas a la actitud machista de Rubiales han propiciado que incluso el gobierno español y la FIFA se manifiesten en contra y pongan al presidente de la federación contra las cuerdas, hasta el punto que parecía que él mismo había decidido dimitir. Finalmente, sin embargo, se ha negado a dejar el cargo.

Su argumento de defensa es que el beso fue, supuestamente, un gesto espontáneo. Pero el mensaje de que la corrección política acabará con la espontaneidad no ha convencido a nadie y en las redes sociales y entre los expertos se ha impuesto la visión de que si la espontaneidad es machista, como lo ha sido en este caso, vale más que no la haya. Es la visión que defiende la psicóloga especializada en violencia machista y profesora de la Universidad de Barcelona, Nuria Becerra, que considera que justificar el gesto por el contexto festivo es una reminiscencia del pasado. 

“Antes de que las violencias sexuales se trataran como tal, se justificaban por el contexto festivo. Y cuando hace poco se hablaba de la ley del solo sí es sí, los hombres salían a decir que para mantener relaciones tendrían que firmar contratos y que no se dejaría nada a la espontaneidad”, explica. Becerra considera que el gesto de Rubiales “no fue espontaneidad, sino cultura patriarcal” que permite que gestos así “se hagan con una sensación de seguridad, de que no pasará nada”.  

Una demostración de poder y masculinidad hegemónica

Al beso forzado a Jenni Hermoso se suma la obscena imagen de ver al presidente de la RFEF cogiéndose los genitales después del gol. “Con esto también demuestra poder y masculinidad hegemónica, que complementa cogiendo después a Jenni como si fuera suya”, critica la experta. Lo que hace que el gesto no se pueda justificar como una reacción espontánea es también la relación clara de poder que vincula a los dos protagonistas de esta polémica historia. “Hay una relación de poder manifiesta y él agrede la jugadora. Todo esto no puede ser un acto espontáneo que se justifique por el contexto”, resuelve. 

La imagen “explícitamente y simbólicamente tiene mucho peso” y se ve claramente que hay un agresor y una víctima. “Si ella lo ha vivido como una agresión, lo es, y socialmente se tiene que visualizar y transmitir como una violencia sexual explícita con un eco impresionante”, añade la experta. El catedrático en sociología de la UB y visitante del King’s College London, Jordi Escartin, coincide con su compañera y asegura que el problema es “como se expresa la espontaneidad” y el rol que hay entre presidente y jugadora. 

Ivana Andres y Luis Rubiales en la celebración del Mundial femenino / Europa Press (EP)

La relación de poder impide hablar de espontaneidad

Los argumentos de Rubiales son peligrosos, porque parece que no pueda controlar la espontaneidad y se comporte como un animal. Hay normas sociales que se tienen que respetar, y en este caso el debate de la espontaneidad es un marco demasiado pequeño”, explica el experto. Escartin añade que la comparación que se ha hecho en las redes sociales con el beso de Iker Casillas a Sara Carbonero después de la final del mundial del 2010 es “incongruente” porque en aquel caso eran pareja y no tenían una relación de poder. 

“El caso de Rubiales es completamente diferente, porque no tienen una relación íntima previa y porque además el agresor es una persona con autoridad que le da un beso a una subordinada”, critica el experto, que considera que esto impide decir que se trata de un acto espontáneo. “Si se le denomina así se saca todo de contexto, y fuera del contexto no hay nada”, resuelve. 

Escartin avisa que legitimar este gesto de Rubiales “es un peligro”, porque tanto el presidente de la RFEF como la jugadora representan modelos de conducta. “Es muy peligroso legitimar que un hombre blanco poderoso y con traje dé un beso a la mujer que le da la gana sin consecuencias, porque lo transmites a los jóvenes y adolescentes, que lo reproducirán”, advierte. 

La cultura patriarcal interiorizada

La psicopedagoga Sylvie Pérez, por su parte, destaca una parte del proceso que ella vivió desde que vio las imágenes hasta que se dio cuenta de la gravedad del caso. “De entrada no me molestó especialmente el gesto, pero con el paso de las horas me he dado cuenta de que realmente es una situación de abuso, y ha sido gracias a la gente que se paró a mirarlo y a denunciarlo”, explica. Esto demuestra que las mujeres tenemos muy interiorizadas estos tipos de situaciones y a primer vistazo ni siquiera vemos el abuso que suponen. Becerra coincide en que la sociedad tiene muy interiorizado el machismo, y por eso mucha gente no se dio cuenta de la gravedad del hecho hasta que vio las críticas, pero celebra que el activismo feminista y la sensibilización hayan propiciado reacciones a este gesto. 

Pérez añade que este gesto puede ser espontáneo, pero que en este caso tenemos que preguntarnos si nos hemos equivocado como sociedad si la espontaneidad puede conducir a esto. “Además, lo peor no es lo que ha pasado sino la manera de gestionarlo después. La primera reacción, a la defensiva y atacando a todo el mundo con agresividad verbal y desprecio. Después, unas disculpas obligadas que eran más bien una justificación”, argumenta la psicóloga.  

Considera que la espontaneidad se tiene que garantizar, pero que si nos conduce a un error hay que saber gestionarlo. “Lo que nos hace racionales es saber filtrar, porque si solo nos guiáramos por la espontaneidad no viviríamos en sociedad”, explica. 

Luis Rubiales en una imagen de la celebración con la selección femenina / Europa Press (EP)
Luis Rubiales en una imagen de la celebración con la selección femenina / Europa Press (EP)

El componente sexual del gesto de Rubiales

El sociólogo Vicent Borràs añade al debate la cuestión de que si la celebración hubiera sido con jugadores y no con jugadoras Rubiales no habría tenido este gesto. “Habría supuesto perder su masculinidad”, razona. A partir de aquí se pregunta si la efusividad depende del sexo de la persona. “La respuesta es no, y esto demuestra que hay un componente sexual claro. Además, está la cuestión de la relación de poder, la situación no es igualitaria”, explica. Borràs lamenta que en el caso del presidente de la RFEF “llueve sobre mojado”, porque ya ha tenido problemas de este tipo antes.

Por último, Pérez quiere destacar que el gesto de Rubiales no ha tapado la victoria de las jugadoras de la selección española, sino que ha puesto de relieve lo que viven las mujeres cada día. “No ha empañado la victoria, lo ha empañado a él como persona y como presidente de la federación”, concluye. 

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