Las redes sociales, a veces, pueden incitar a comportamientos incívicos. Este ha sido el motivo por el cual algunas piscinas públicas se han visto obligadas a cerrar este verano. Por ejemplo, las piscinas de Tàrrega han reabierto este domingo con la presencia de seguridad privada después de que el Ayuntamiento haya evacuado a los bañistas hasta 3 veces en una semana por la presencia de excrementos en el agua, la última, este mismo sábado. Esta es la medida que se ha visto obligado a tomar el consistorio debido a la ola de excrementos que ha aparecido en los últimos días dentro de la piscina, los cuales se sospecha que se deben a un reto viral de TikTok. Unos hechos, sin embargo, que no son aislados de Tàrrega, sino que se han repetido en cerca de una decena de piscinas municipales de la demarcación de Lleida.
En el caso de Tàrrega, los principales afectados por esta ola de incivismo, las piscinas municipales cuentan con vigilancia de seguridad privada y agentes de paisano tras detectar excrementos en el agua en tres días. Según detalla la alcaldesa de la villa, Alba Pijuan, «parece ser que los excrementos se llevan en una bolsa de casa». Teniendo en cuenta esta situación, pues, desde el municipio han tenido que tomar medidas «extremas». Para tener un control de los usuarios, las personas que adquieran el ticket de entrada diario al recinto deben hacer constar su DNI en una lista -los que tienen abono de temporada ya están registrados. «No nos gusta aplicar medidas extremas, pero hay que hacer lo que sea para que el equipamiento continúe funcionando en plena ola de calor», añade la alcaldesa.

El proceso de actuación
En el momento en que los responsables del equipamiento municipal detectan excrementos en el agua, el primer paso es evacuar la piscina e informar al Ayuntamiento. Durante este tiempo, el espacio se mantiene abierto, ya que también sirve como refugio climático, pero no se puede bañar: «Nosotros dejamos abierto el recinto como refugio climático, ya que hay árboles que dan sombra y funcionan tanto la piscina pequeña como las duchas», argumenta la alcaldesa. La piscina no se puede volver a usar hasta pasadas doce horas, ya que es el periodo necesario para llevar a cabo un proceso de hipercloración. «Después se deben dejar pasar unas horas para que baje el nivel de cloro y no afecte la salud de las personas. Es un proceso de 12 horas», añade la alcaldesa. Tàrrega ha sido uno de los municipios más afectados por esta problemática, pero no el único. Durante las dos primeras semanas de agosto también se han cerrado otras piscinas como las de Alcarràs y Almacelles, en el Segrià. En este último caso, de hecho, se ha restringido el baño en dos ocasiones.