La elevada subida de las temperaturas y la escasez de lluvia propiciada por la larga sequía que travesía Cataluña son dos de los factores que amplifican el riesgo de incendio. Según datos de la Generalitat, el año pasado se registraron un total de 643 incendios en Cataluña, unas cifras que no desentonan con la tónica que se está viviendo este año, puesto que, según cifras provisionales recogidas por el Gobierno, ya se han producido un total de 370 incendios en el territorio catalán.
En este contexto de fuegos hace falta un gran número de bomberos, y es en este punto donde entran en juego los bomberos voluntarios, una figura que hace decenas de años que forman parte del modelo mixto del cuerpo de emergencias de la Generalitat de bomberos funcionarios y bomberos voluntarios. A ojos de la gente, los voluntarios presentan pocas diferencias respecto de sus compañeros, puesto que trabajan con los mismos camiones y llevan el mismo uniforme, a excepción de una pequeña ‘V’ que los identifica como voluntarios. Ahora bien, estos bomberos voluntarios se quejan desde hace décadas de una clara diferenciación interna que causa malestar dentro del sector.
“Todo el mundo está harto”, expresa el bombero voluntario Marc Ferrer en declaraciones en El Món. Ferrer acusa la administración de hacer “muchas promesas vacías” y no llegar a cumplir ninguna. En este sentido, amenaza que si no llegan mejoras próximamente, desde el sector están sopesando “volver a hacer una protesta encubierta” como la que se hizo al incendio de Rasquera del 2012, en el cual los voluntarios se negaron a formar parte de los equipos de extinción del fuego.
El principal agravio que afecta el sector es la formación que reciben para hacer el trabajo. Mientras que un funcionario recibe una formación de 900 horas lectivas y 1.104 horas de prácticas en un parque, los voluntarios solo reciben 300 horas lectivas, 200 horas de habilitación y 120 de prácticas. “No salimos preparados y tenemos que hacer el mismo trabajo en una emergencia”, exprés Ferrer. Una falta de formación que se extiende, también, al permiso de conducción del camión. Mientras que a los funcionarios se los exige que todo el mundo tenga este permiso específico de conducir, para los voluntarios no es un requisito: “Cómo puede ser que todos los miembros de una unidad no puedan conducir el camión? Y si pasa cualquier cosa y los que tienen el permiso no pueden conducirlo?”, pregunta Ferrer. Y no solo esto: “A veces un conductor que sea bombero voluntario [como que no es un requisito algunos tienen el permiso y otros, no] ha tenido que hacer toda la tarea de conductor sin poder ser relevado, puesto que ningún compañero lo podía sustituir porque no tenía el carné”.

«Desprecio» laboral
Estos dos, pero, no son los únicos problemas con los cuales aseguran que se encuentran cada día los bomberos voluntarios. En referencia a los riesgos laborales, los voluntarios alertan que no tienen delegados de prevención, salud y seguridad, y no tienen ningún plan de actuación y medidas a adoptar en caso de posibles situaciones de emergencia dentro del mismo parco, unas condiciones de trabajo que sí que tienen los funcionarios. En este sentido, pues, la situación se agravia cuando un voluntario sufre algún accidente mientras trabaja y requiere una indemnización. “Es cansado ser el último de la cola, acaba desgastando”, espeta Ferrer, que denuncia el «desprecio» que dicen sufrir, a pesar de que admite que hacer de bombero es «una pasión» para ellos.
Para dar respuesta a las quejas del sector en referencia a la problemática de los riesgos laborales y las indemnizaciones, el director general Prevención, Extinción de Incendios y Salvamentos de la Generalitat, Joan Delort, asegura que ya se ha puesto sobre la mesa “revisar” las coberturas que reciben los voluntarios en caso de quedar parcialmente o totalmente incapacitados a raíz de un accidente en una actuación. Según explica, los cambios en las coberturas comportarían que la Generalitat se hiciera cargo de la baja durante el primer año y, en caso de que se alargara, después la baja se rigiera por el convenio del otro trabajo que tienen los voluntarios.
A pesar de que Delort ha planteado revisarlo, desde el sector esperan con candeletes mejoras en esta materia, puesto que, tal como explica Ferrer, “hay algún caso de algún voluntario que se ha quedado seis meses de baja sin cobrar nada de parte de la consellería” y ha tenido que hacer manos y mangas para poder «salir adelante».
Un quebradero de cabeza económico
La tercera de las grandes preocupaciones de los bomberos voluntarios es la remuneración económica. Según explica Ferrer, “un bombero voluntario percibe una compensación económica por asistencia a siniestras y por servicios de retaguardia de 10 euros la hora, mientras que para un funcionario las horas extras se pagan desde los 23 euros hasta los 34, según el cargo que tenga cada cual”. Así pues, ya hay una gran diferencia salarial entre los dos grupos que conforman el cuerpo. Ferrer también lamenta que a los voluntarios tampoco se les paga un extra de servicios nocturnos, cosa que sí pasa con los funcionarios. El gran problema, pero, viene con las horas de trabajo compensadas. “A los bomberos voluntarios se nos exigen 650 horas anuales de disponibilidad, las cuales contradiciendo una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea no se los computan como horas de trabajo, ni tampoco están compensadas económicamente”, sentencia.
¿Como resolver el conflicto?
Desde el sector de voluntarios piden que se ponga solución de una vez por todas a esta retahíla de agravios que ya hace más de veinte años que arrastren. Para Ferrer, a pesar de admitir que la situación “es muy compleja”, hay tres posibles soluciones:
La respuesta de la administración para resolver la problemática es muy tajante. «El futuro tiene que pasar o bien para mantener el sistema dual, muy mejorado y empoderado o, sencillamente, por un cuerpo único de bomberos profesionalizado«, asevera Delort. Ahora bien, fuentes de la consejería advierten que la jurisprudencia no avala esta
En resumen, desde la consejería continúan apostando para un modelo mixto como el que hace años que existe en Cataluña, porque consideran que ya “ha ido funcionando bien”. Aun así, desde la consejería coinciden con Ferrer que el sector tiene que recibir mejoras, puesto que en los últimos años la figura de los voluntarios se ha convertido en uno de los pilares de varios parques de bomberos de Cataluña. De hecho, según explica Ferrer, los parques de “Puigcerdà, Sitges o Cadaqués se sustentan exclusivamente por voluntarios”. Así pues, viendo el peso que tienen, los voluntarios intentan poner contra las cuerdas la administración para mejorar su situación.