Este lunes 20 de enero se cumplen cinco años del temporal Gloria, uno de los temporales más fuertes que ha azotado nunca a Cataluña; este aniversario junto con la experiencia reciente de la DANA ha encendido todas las alarmas por el riesgo de inundación e investigadores del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) y de la UPC, en declaraciones recogidas por la ACN, alertan del aumento del nivel del mar entre 50 y 100 centímetros previsto para 2100. La suma de estos factores hace que los expertos pidan actuar en los «puntos críticos» del territorio catalán. Estos «puntos críticos» son las costas rígidas como la del Maresme, las playas urbanas y los deltas del Ebro, del Llobregat y la Tordera, zonas de Cataluña en las cuales aseguran que se debería hacer una intervención rápida para minimizar el riesgo de inundación.

Las actuaciones en los «puntos críticos» de Cataluña

Uno de estos «puntos críticos» es el Maresme. En esta zona los expertos aseguran que la «regresión» del litoral en esta zona de Cataluña es “muy evidente”, pero sí que admiten que unas posibles soluciones como puede ser hacer retroceder el ferrocarril y la carretera es complicado porque la cantidad de población y de infraestructuras que se verían afectadas es exagerada”. Entre las actuaciones para proteger el litoral y otros «puntos críticos» como son los diferentes deltas, Jordi Pagès, investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), señala que una apuesta bien podría ser combinar las infraestructuras clásicas de hormigón con soluciones naturales como el uso de dunas o humedales para proteger la costa; aunque lamenta que “la misma receta no será aplicable en todas partes”.

Un agente de Protección Civil de Tarragona realizando tareas para evitar inundaciones en la ciudad, el 23 de noviembre de 2021 / ACN
Un agente de Protección Civil de Tarragona realizando tareas para evitar inundaciones en la ciudad, el 23 de noviembre de 2021 / ACN

Agustín Sánchez-Arcilla, director del Laboratorio de Ingeniería Marítima de la UPC, apuesta más por los remedios ‘naturales’ donde haya “suficiente espacio”. El investigador ha señalado que en el delta del Ebro se están «utilizando dunas con vegetación para la playa emergida, humedales y lagunas costeras para playas intermareales que estarían a nivel del agua, y praderas marinas para la playa sumergida». Uno de los otros remedios que propone Sánchez-Arcilla es que en los casos en los que no haya margen se tenga que intervenir para poder «mantener un ancho mínimo de la franja costera, de manera que no esté afectado el paseo marítimo o el muro de protección» y que crear cordones de arena delante de las estructuras podría ser útil.

Todo esto se tendrá que ir levantando, recreciendo, a medida que vaya subiendo el nivel medio del mar, es decir, que hace falta tener un plan, no es construir un muro y nos vamos a casa, tenemos que continuar monitoreando los desbordamientos, que es lo que estamos haciendo aquí, y cuando ya no son aceptables”, ha asegurado el experto de la UPC que ha querido recordar que «la costa es como un enfermo» y hay que tenerla controlada.

Mapas de zonas inundables, otro elemento clave para luchar contra los fenómenos climáticos extremos

Los expertos han coincidido en la necesidad de una revisión de los mapas de zonas inundables de Cataluña. Sánchez-Arcilla ha explicado que si una zona está definida con un nivel de riesgo elevado se pueden hacer actuaciones preventivas de protección, como puede ser instalar cordones de arena o estructuras más altas. El investigador ha destacado que los mapas de zonas inundables son una herramienta que puede ser fundamental para la ordenación del territorio y evitar planificar edificios, carreteras o líneas de tren poco sostenibles. «Sin una planificación es muy difícil ponerlo en práctica», ha añadido el investigador.

Pagès ha coincidido con el diagnóstico de Sánchez-Arcilla y considera que este estudio de inundabilidad es crucial”. El investigador, sin embargo, ha criticado y lamentado que un recurso clave como este llega «tarde» porque los cambios urbanísticos y de infraestructuras que se deberían hacer en algunos de estos «puntos críticos» son complejos y necesitan que haya un “gran consenso”.

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