Entre los años 2021 y 2024 Cataluña atravesó una de las peores sequías de las que se tiene constancia. El 1 de febrero de 2024, el Gobierno de la Generalitat de Cataluña -en aquellos momentos presidido por Pere Aragonès- decretó el estado de emergencia por sequía ante la dramática situación de las reservas del sistema Ter-Llobregat y de las cuencas internas en general (15,66%). El momento crítico -y punto de inflexión- fue el 9 de marzo, cuando las reservas de las cuencas internas cayeron hasta el 14,33%. Los episodios de lluvia de la primavera de 2024 permitieron relajar la situación y el 7 de mayo el Gobierno levantó el estado de emergencia al llegar al 23,8% las reservas, que después fueron subiendo poco a poco hasta llegar al 37,10% (datos registrados el 27 de junio). Desde entonces las reservas han ido experimentando pequeñas subidas y bajadas y Cataluña se acerca a la primavera con la incertidumbre sobre qué pasará este 2025 respecto a las previsiones pluviométricas y cómo evolucionarán las reservas de los embalses.

Los expertos consultados por El Món señalan que no se espera una gran cantidad de lluvia este año y recuerdan que Cataluña, pluviométrica y meteorológicamente, es un territorio complejo. El climatólogo y catedrático de geografía física de la Universidad de Barcelona Javier Martín Vide explica que la historia indica que «enero no suele ser un mes lluvioso» y que las reservas de los embalses suelen decaer hasta abril, cuando vuelven a subir, aunque asegura que todo es cambiante. «Quizás en una semana hay un temporal de levante o de aquí a abril quizás no veamos subir las reservas.»

Imagen del pantano de Sau, nuevamente en mínimos, a pesar del aumento de reservas del resto de embalses de las cuencas internas, a finales de enero | Laura Busquets (ACN)

Lluvias, sí, pero no copiosas ni en el lugar adecuado

Uno de los mensajes en los que más énfasis ha puesto el Gobierno ante esta sequía se resume en el lema El agua no cae del cielo, lanzado por el ejecutivo de Pere Aragonès. Y la previsión pluviométrica, según indican los expertos, no invita al optimismo. Martín Vide explica que los modelos estacionales de los que se dispone ahora mismo «no dicen nada claro respecto a la lluvia». «Seguimos sin ver una lluvia superior a la normal», puntualiza. Señala, sin embargo, que «ahora estamos mejor que hace un año porque 2024 no fue tan seco como habían sido los tres años anteriores», aunque alerta que «continúa la sequía hidrológica, hay menos agua de la deseada». Pau Comes, investigador del Stable Isotope Analysis Lab (LAIE) y del Institute of Environmental Science and Technology (ICTA), coincide con Martín Vide y señala que «en principio debería continuar la tendencia actual». Comes explica, sin embargo, que «las previsiones pluviométricas a corto plazo son más difíciles de establecer que las de temperatura», pero que «no se esperan grandes lluvias, que es lo que haría falta». No obstante, puntualiza que estas predicciones son muy cambiantes y que «a medida que avance el año se podrán hacer mejores predicciones».

Los expertos señalan una cuestión fundamental: ‘no importa cuánto, importa dónde’, y esto es un factor fundamental. Pau Comes destaca que «tenemos un país con una precipitación muy variable», motivo por el cual en Cataluña hay zonas donde la sequía impacta con más intensidad y otras donde impacta con menos intensidad. El investigador pone de ejemplo el Empordà, donde una treintena de municipios continúan atrapados en las restricciones, y señala que esta precipitación variante «hace que las precipitaciones no vayan a los embalses, por eso tienen estos problemas». Comes explica que las características geográficas de Cataluña hacen que haya zonas del territorio que no puedan aprovechar las lluvias. «No necesitamos lluvias torrenciales ni temporales», alerta. «Por el régimen de lluvias que tenemos, y teniendo en cuenta hacia dónde va el cambio climático, la lluvia en Cataluña irá a menos», lamenta el investigador.

La población y la administración, atentas: los peligros de bajar la guardia

Que haya pasado un año desde la situación dramática a la que llegaron los embalses podría haber hecho que la población y las administraciones catalanas cayeran en una especie de relajación y olvido de la sequía. Los expertos consultados por El Món discrepan en sus posturas. Javier Martín Vide señala que «no ha habido una relajación». A su parecer, «no se ha bajado la guardia, la administración y la población saben lo mal que estuvimos, también pasó en 2008». En cambio, Pau Comes considera que «falta un poco de concienciación». «Cuando hay una desgracia sufrimos mucho y olvidamos rápido. Esto puede causar una relajación de las medidas de ahorro de agua», lamenta. Comes alerta que las «actuaciones que se deberían hacer son para prevenir situaciones como estas que empeorarán de cara al futuro, trabajar con los cauces de los ríos, arroyos, que pueden sufrir avenidas y trabajar con desaladoras para suplir la falta de agua que tendremos».

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