Un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha avalado el proyecto Vincles de Òmnium Cultural y, entre otros aspectos, ha destacado que contribuye a activar el catalán porque fomenta la pérdida del miedo y la vergüenza de hablarlo, fomenta la relación con los hijos y promueve la proyección del idioma en la vida social, pero también es una herramienta muy útil para combatir la segregación social y los discursos de odio. Tras la presentación del estudio, la entidad ha preparado una merienda para poder hablar con acompañantes y aprendices, una situación que permite acercarse a sus experiencias personales y entender qué supone Vincles para todos ellos. Noura y Naima, dos vecinas de Rubí que llegaron a Cataluña procedentes de Marruecos, están aprendiendo catalán desde hace medio año en el grupo de conversación en el Institut Escola Teresa Altet de la ciudad vallesana, que se reúne dos veces por semana, los martes y los jueves. «Participamos desde noviembre», explican ambas, y Naima recalca que se apuntó al curso para aprender catalán «para poder ayudar a los hijos con las tareas de la escuela», pero también para comunicarse en esta lengua «con la otra gente de la ciudad».
«Vivo en Cataluña y debo aprender catalán», defiende Naima, una afirmación que comparte Noura, porque es la forma de integrarse. «Así entendemos lo que ocurre a nuestro alrededor», dicen.
El estudio de la UOC destaca que tanto aprendices como acompañantes son mayoritariamente mujeres, y Noura explica el porqué: «Los hombres trabajan y nosotras somos amas de casa y debemos espabilarnos con nuestros hijos». Erik, uno de los tres acompañantes de esta sesión de Vincles, subraya que son diez personas, todas mujeres, y que desde noviembre la evolución de las participantes es muy positiva, y, en un momento de la conversación, avisa: «Todo lo que estás hablando ahora mismo ellas lo entienden en un 95 o 99%». «Lo entiendo perfectamente, pero hablarlo me cuesta más», añade Naima.
«No tenemos los recursos de una Escuela Oficial de Idiomas, o de una escuela del Consorcio, pero con lo poco que tenemos, y con dos días a la semana, han aprendido muchísimo» trabajando con materiales específicos de las sesiones, que ya han terminado y «se lo saben todo», y ahora están usando la plataforma parla.cat porque hay «ejercicios más entretenidos y más interesantes para ellas», explica Erik.
Raquel, otra acompañante, añade que uno de los otros puntos fuertes de estas sesiones son la conversación y la lectura. «Los jueves, por ejemplo, comenzamos con la lectura de un texto corto, para que haya una parte de comprensión lectora, y luego conversación». «Ellas mismas cada vez hablan más en catalán», celebra Raquel, que enfatiza que desde un primer momento han hablado catalán con las diez personas, un hecho que les ha servido para «romper barreras». Y, por otra parte, la lengua también sirve para intercambiar tradiciones culturales y establecer lazos más allá del aula. «Nos han explicado más sobre su tradición, como por ejemplo el Ramadán, y un día en clase nos ofrecieron platos típicos de Marruecos», detalla Raquel, que agradece el gesto de las aprendices. Y Naima recuerda que Dani, el tercero de los acompañantes del aula, que no ha podido venir, les explica “muchas cosas de las tradiciones catalanas».

«Para disfrutar del barrio es fundamental aprender catalán»
Este de Rubí es solo uno de los 265 grupos que el proyecto de Vincles tiene en el año 2025, con 2.000 aprendices y 500 voluntarios repartidos por un centenar de municipios de Cataluña. Otro ejemplo es el de Nou Barris, en Barcelona, donde actualmente tienen 13 grupos activos y también «alguna escuela», apunta Isabel, que es una de las acompañantes del grupo de la Guineueta. Wafae, que llegó de Marruecos y hace seis meses que participa como aprendiz en el proyecto de Òmnium Cultural, participa de este grupo y dice que «Vincles es la única manera fácil de aprender y hablar catalán con la gente de la ciudad».
Jennifer e Ivo, que son pareja, ella chilena y él argentino; hace cinco meses que están aprendiendo catalán en otro grupo de Nou Barris, el de Porta, y su motivación fue «integrarse a la sociedad catalana» porque, según relatan, les gusta disfrutar de los recursos del barrio y «muchas de las actividades son en catalán». «Queremos hacer barrio, y para disfrutar del barrio es fundamental aprender catalán. Y no solo el barrio, porque a nosotros nos gusta mucho viajar por toda Cataluña y nos parece muy importante poder comunicarnos con la gente en el idioma de la tierra», resume Ivo. Su tutora, Olga, confirma las ganas que tienen de aprender, pero también revela que en el grupo hay «cuatro personas castellanohablantes de Barcelona, que viven aquí desde hace años y vienen a practicar aquí el catalán porque en su entorno no lo pueden hacer».
Por otro lado, el estudio constata que Vincles aspira a conseguir que los catalanohablantes se acostumbren a usar su lengua con todo el mundo y con normalidad. Una situación que, como manifiesta Jennifer, no se produce. «Todos los días encontramos esta barrera, incluso cuando pedimos que nos hablen en catalán», lamenta, y deja claro que no quiere estar constantemente pidiendo que les hablen en catalán. «Tengo más fluidez hablando en castellano que en catalán, obviamente, pero que te hablen en catalán es otra manera de aprender bien el idioma», sentencia.