Finalmente, todo es producto de la especulación conspirativa. Así de firme se ha pronunciado la Fiscalía de Medio Ambiente de Barcelona en su decreto para archivar las diligencias de investigación abiertas en base diversas denuncias presentadas los pasados meses de abril y mayo por «supuesta manipulación de las nubes» con el objetivo de evitar que llueva. La fiscalía advirtió que de ser ciertas los hechos denunciados, conocidos popularmente como
Después de dos meses de recoger información, textos científicos e informes, el ministerio público circunscribe los hechos en una conocida «teoría de la conspiración» y afirma que se trata de surcos producidos por los aviones en su vuelo, o simples nubes. De hecho, las denuncias advertían que al cielo de varias localidades de las comarcas de Barcelona se veían

Documentos científicos y meteorológicos
Así la fiscalía enfatiza que, según la Agencia estatal de meteorología, «no se puede confundir la siembra de nubes y otras técnicas de modificación artificial del tiempo con las estrellas de condensación de los aviones». «Los surcos de los aviones no son nada más que nubes de hielo con la apariencia de líneas largas que se forman al paso de la aeronave por condensación del vapor de agua cuando la atmósfera está bastante fría y húmeda”, especifica la fiscalía.
En este contexto, destacan dos informes de la Unidad Técnica de la Fiscalía de Sala de Medio Ambiente con información del Cuerpo Nacional de Policía y del organismo público Enaire, -principal proveedor de servicios de navegación aérea y de información aeronáutica en España del año 2019- que avalan la tesis de la condensación.“ «Las estrellas se forman cuando los gases calientes de la combustión del queroseno, que expulsan los motores de las aeronaves, se congelan al entrar en contacto con el aire exterior (a una temperatura de unos cuarenta grados bajo cero) y se forman nubes de hielo, en forma de largas líneas», arguye. «Los motores de avión emiten vapor de agua, dióxido de carbono, pequeñas cantidades de óxidos de nitrógeno, hidrocarburos, monóxido de carbono, gases de azufre y partículas de hollín y metal; de todos estos gases solo el vapor de agua es el relevante para la formación de las estrellas», detallan.
Siguiendo con esta línea informativa, la fiscalía remarca que «cuando estos gases se mezclan con el aire circundante se enfrían rápidamente y, si hay bastante humedad a la atmósfera y la mezcla llega a la saturación, se produce la condensación de vapor de agua, es decir, nubes de hielo, en forma de largas líneas». «Una vez formada la estrella, su evolución y permanencia al cielo dependerá de las condiciones atmosféricas, como la temperatura y la humedad del aire, así como de la cantidad de vapor de agua y de la temperatura de las emisiones», añade. La conclusión es que este fenómeno técnico hace «que se vean más estrellas unos días que los otros o que los aviones puedan dejar de emitirlas si cambian de altura». «Generalmente, se forman por la condensación del vapor de agua contenido a las emisiones de los motores y, cuanto más alto es el vuelo, más posibilitado hay que la zona esté bastante fría porque se produzca el fenómeno», aducen los informes científicos.
Más quieres, más estrellas
Por otro lado, la fiscalía aprovecha para tranquilizar los conspiranoics si ahora ven más surcos al cielo que antes. «Las estrellas han aumentado con el paso de los años porque también se ha incrementado la altura de los vuelos comerciales, a la cual cosa se suma el progresivo incremento del tráfico aéreo”, justifica. Incluso, exponen la razón por la cual las estrellas se creen a veces que forman, a menudo, una malla en el cielo. La razón es que hay aerovies o autopistas del aire, donde se canaliza el tráfico aéreo. «Está en los espacios próximos a los aeropuertos, es donde más número de estrellas se pueden encontrar, dado que es el lugar donde hay más circulación de aeronaves tanto en los despegues como en los aterrizajes», concreta el ministerio fiscal.
La fiscalía también recuerda que «la comunidad científica ya ha refutado estas ‘teorías de la conspiración’ al considerar que estas improntas al cielo son estrellas de condensación generadas por los aviones o simplemente nubes tipos cirrus formadas por pequeños vidrios de hielo como los que forman los cirrus cuando hay frío en altura. Como conclusión de todo esto, el escrito rechaza que las estrellas sean consecuencia de la emisión de ningún compuesto químico específico para perjudicar el medio ambiente, y por tanto “no se puede considerar que suponga un perjuicio grave para el equilibrio de los sistemas naturales o el medio ambiente”.