No enviéis garbanzos y jerséis. Aportad brazos y, sobre todo, dinero para poder garantizar la logística que debe permitir convertir la solidaridad en eficiencia y para comprar el material y los alimentos que se necesiten, cuando se necesiten y donde se necesiten. Esta es la consigna de la coordinadora de entidades Voluntaris Catalunya DANA, que en solo una semana se ha creado y se ha convertido en una máquina de enviar voluntarios al País Valencià. Armados con palas, rastrillos y botas de agua, están haciendo lo que en l’Horta Sud ya se denomina «la revuelta de las escobas«: sustituir los recursos de una administración ineficiente que aún no ha terminado de reaccionar o, en el mejor de los casos –a medida que pasan los días– complementarlos.

El primer fin de semana –tres días después de la riada que ha matado a más de 200 personas y ha dejado 89 desaparecidos de momento– ya enviaron dos autobuses, que trabajaron en la zona afectada tres días y regresaron. Durante la semana, se han quedado algunos voluntarios con tareas de preparación de la próxima expedición, que sale este viernes, para coordinarse con las autoridades locales y servicios de protección civil que están sobre el terreno y tener claras las necesidades.

Voluntarios en el Raval de Algemesí/Mathias Rodríguez
Voluntarios en el Raval de Algemesí/Mathias Rodríguez

Una semana después del inicio del movimiento, que comenzó el miércoles pasado por la noche, con un grupo de Whatsapp que se planteaba crear un fondo de solidaridad, la segunda remesa de voluntarios será de entre 10 y 12 autobuses, que saldrán el viernes por la mañana con unas 700 personas hacia Picassent, Sedaví y Alfafar, y regresarán el domingo.

Hay 6.200 voluntarios registrados, y la mayoría se habrá quedado en la reserva, a la espera de obtener los fondos para poder movilizarlos. «Llenar un autobús, con el material necesario para trabajar de manera útil, la comida para alimentarlos los tres días y pagar el costo del desplazamiento cuesta unos 7.000 euros. Si enviamos diez, son 70.000 euros», calcula rápidamente el coordinador y portavoz de la plataforma, Jordi Graupera. De los 80.000 euros recaudados, quedará poco a partir del viernes si no se vuelve a llenar la cuenta corriente.

Promesa de transparencia sobre el destino del dinero de las donaciones

Es el momento, pues, de pedir aportaciones económicas, sin rodeos. Y esto requiere «transparencia», que es lo primero que prometen. En una comparecencia ante la prensa este miércoles al mediodía, en la sede del Colegio de Periodistas, Voluntaris Catalunya DANA ha asegurado que quedará acreditada la utilización de hasta el último euro. «Todo lo que hacemos es bajo el paraguas de la Asociación por la Participación Política, que es la que pone el NIF y la que hará públicas las facturas y los tiques de las compras hechas o servicios pagados. «Por ejemplo, para el primer viaje gastamos unos 2.000 euros en palas, botas de agua, rastrillos, generadores eléctricos y otros utensilios. Y de todo esto hay facturas y comprobantes», ha subrayado Graupera.

El perfil del voluntario contra los efectos de la DANA

La otra garantía a la cual se compromete el colectivo es la de buscar la máxima eficiencia. Por eso consideran importante que cada voluntario tenga claro qué debe hacer y en qué lugar. «No se debe ir individualmente, porque vas a estorbar. Quien no se sienta cómodo con nosotros tiene otras opciones, como la Asociación Horta Sud, que está trabajando desde allí», argumenta el portavoz de la plataforma. «Debemos tener claro que una gran parte de nosotros vamos allí a poner los brazos, a hacer lo que pidan las autoridades locales o servicios de la zona, pero esto no significa que solo pueda participar gente en muy buena forma física», añade.

Un grupo de voluntarios en Valencia para retirar los efectos de la DANA/Mathias Rodríguez
Un grupo de voluntarios en Valencia para retirar los efectos de la DANA/Mathias Rodríguez

El perfil del voluntario, por tanto, puede ser muy variable. A la gente más joven sin formación específica en emergencias y logística se le pedirá que saque barro o que descargue camiones y organice el contenido. Hay «montañas de ropa» donada, que no se sabe exactamente de dónde ha salido, y que hay que clasificar y repartir donde pueda ser útil. Otros voluntarios deberán encargarse de la intendencia de sus compañeros: hacer macarrones para 700 personas –o 200, o 100, no trabajan todos en el mismo punto– no es fácil. Y los especialistas tendrán tareas más concretas: sanitarios, bomberos y policías que aprovechan sus días libres para dedicarlos a este proyecto también forman parte de la expedición.

¿Qué pasa con la política?

«Que quede claro que no vamos a la zona afectada a hacer política. La gente está muy enfadada pero ahora mismo no quiere hablar de política, quiere solucionar la situación», advierte David Silvestre, también portavoz de Voluntaris Catalunya DANA. Hay un acuerdo tácito de no hablar, de momento, de política. Pero la crítica, incluso la enmienda a la totalidad al sistema, flota en el aire. «La tragedia de la DANA es el colapso absoluto del sistema, comenzando por la mala planificación urbanística y continuando con la incapacidad de prever el desastre y de gestionarlo correctamente después», alerta Júlia Ojeda, de Alhora.

En otro punto de la mesa, Paloma Sabo, de Espai País Valencià – Casa València, asegura que los valencianos se sienten «abrumados» por la «respuesta rápida» de los catalanes. «Queda claro que es un pueblo hermano que está dando una respuesta emocionante a esta crisis», asegura. Y lamenta la posición histórica de los políticos valencianos, que tienen «animadversión por los catalanes». Daniel Soler, de la Sociedad de Estudios Militares, destaca la «respuesta lenta e ineficaz» de la administración y la contrapone con la capacidad de autoorganización de la sociedad civil. «Necesitamos autoorganizarnos porque mientras seamos una nación ocupada las instituciones no trabajan para nosotros», sentencia. Para Eros Serra, de Nosaltres Sols, «aportar capacidad de respuesta» era «una obligación» moral, y destaca el papel de los jóvenes, que están encabezando el movimiento.

La sorpresa con alcaldes y regidores

Todas estas críticas generales hacia el sistema político tienen una excepción en la política de proximidad. «Ninguna autoridad local nos ha puesto ningún problema, al contrario. Nos han agradecido la colaboración y nos han facilitado el trabajo. Yo hablo con varios políticos y ni siquiera sé de qué partido son ni me interesa», asegura Graupera. Él mismo admite que inicialmente buscaron el contacto con alcaldes y regidores de Compromís, la formación de Mónica Oltra, que entendían que serían los más predispuestos a trabajar con voluntarios catalanes. «Lo primero que hicieron ellos mismos fue romper la barrera partidista, y vimos que a escala local nadie se fijaba en el carnet de nadie», concluye. Y remata: «Sabemos que los que montaron el espectáculo del rey tenían agenda política porque todos los demás estaban trabajando».

Para Graupera la prueba definitiva de la transversalidad de un movimiento del cual forma parte su partido, Alhora, es que también trabajan –convocando huelgas que amparen a los estudiantes para que no los penalicen por saltarse un examen– el Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes (SEPC), la Federación Nacional de Estudiantes de Cataluña (FNEC), dos entidades que a menudo tienen fricciones, y el hecho de que la CGT haya organizado otro autobús que se añadirá al convoy de Voluntaris Catalunya DANA.

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