La Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universitat de Barcelona (UB) han cambiado su funcionamiento diario para, como cada año, acoger los centenares de alumnos que se examinan de las pruebas de acceso a la universidad (PAU) para poner el punto final en su etapa de bachillerato. Mientras que normalmente el edificio situado en la Zona Universitaria de Barcelona está lleno de estudiantes de farmacia, este martes, con el pistoletazo de salida de la selectividad, la media de edad de los alumnos ha disminuido ligeramente. Y no solo ha cambiado el perfil de estudiante, sino que también ha cambiado el aire que se respira. Desde las ocho y media de la mañana hasta las cuatro y media de la tarde, momento en que acaba el último examen de la jornada, los pasillos de la facultad y su cafetería están atestadas.

Tal como ha podido comprobar El Món, mientras los estudiantes están haciendo las pruebas, en la cafetería de la universidad no se oye ni una alma. Las mesas vacías, con las sillas muy puestas, y la quietud de los trabajadores del bar llenan la sala. De fondo se siente el rumor de algunos profesores que comentan la jornada, a la espera de que sus alumnos salgan del aula para poder comentar como les ha ido el examen y poder reconfortarlos. Lo mismo pasa a los pasillos de la facultad, que quedan prácticamente desiertos. Ahora bien, con la llegada del mediodía, y la pausa por comida, la cafetería adopta una vida completamente diferente. Los centenares de alumnos que se encuentran en esta universidad para hacer las PAU llenan cada una de las mesas para coger fuerzas y comentar las respuestas con sus compañeros. El ambiente de calma se llena de nerviosismo, ilusión y adrenalina. Algunos estudiantes hacen cola para comprar su comida, otras sacan los bocadillos de la mochila y buscan un rincón de sombra para sentarse a comer.

Imagen de la cafetería de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la UB vacía a la espera de la llegada de los estudiantes / G.M.

Los ojos puestos en los exámenes de la tarde

Después del examen de inglés, del cual buena parte de los alumnos consultados por este diario aseguran que salen con «buenas sensaciones» porque ha estado «bastante fácil», las miradas se centran en las pruebas de la tarde. Es decir, en los primeros exámenes de la fase específica de la selectividad: ‘Física’, ‘Cimientos Artísticos’, ‘Geografía’, ‘Geología y Ciencias Ambientales’ y ‘Literatura Dramática’. Algunos estudiantes, como en Pau Pérez, un joven de 17 años que quiere estudiar arquitectura el próximo año, saca los apuntes de Física de la mochila para hacer un último repaso mientras come una fiambrera que se ha llevado de casa. Otros estudiantes, pero, optan para aprovechar el momento de pausa para descansar y dejar de pensar durante un rato en la selectividad.

Una nueva edición de récord

Este curso, por tercer año consecutivo, se ha vuelto a batir el récord de alumnos matriculados a las pruebas de acceso en la universidad. Más de 42.500 estudiantes se enfrentan desde este martes hasta jueves 6 de junio a los exámenes de selectividad. La gran mayoría de los matriculados provienen de bachillerato, pero no exclusivamente. Concretamente, 33.174 parten de esta tipología de estudios postobligatorios, 431 más que el año pasado;  y 4.490 de ciclos formativos de grado superior, 296 más. A banda, también ha crecido ligeramente el número de alumnos que se han matriculado libremente, es decir, que no vienen de ninguna promoción en concreto, sino que hacen las pruebas para acceder a la universidad en estos momentos, puesto que los convenía más por su carrera educativa.

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