El «sencillo» examen de historia ha tranquilizado el nerviosismo de los centenares de estudiantes que se encuentran en el Campus de la Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). A medida que se acercaba el momento de volver al aula para hacer frente a la prueba de matemáticas -las científicas, no las aplicadas a las ciencias sociales, que se evalúan este próximo jueves por la mañana-, los rostros de los alumnos volvían a concentrarse y dejaban entrever algunas caras de preocupación. «¿Entrarán muchas preguntas sobre integrales?», «¿El examen será como el de física de ayer?», se preguntaban los estudiantes mientras recogían apuntes y exámenes otros años con que han estudiado durante semanas -o, incluso, meses- para prepararse la selectividad. Al salir, las dudas estaban resueltas.

Los pasillos de la UPF se han llenado de caras largas de algunos estudiantes, e incluso alguna lágrima, puesto que consideran que el examen de matemáticas ha sido «extremadamente difícil». Otros, pero, sonreían de oreja a oreja: «Me ha ido mucho mejor del que me pensaba», asegura Marc Pons, que explicaba durante la pausa previa que se había preparado mucho durante meses para hacer la prueba. Esta, pero, no es la tónica general. Todo y las diferentes sensaciones con que han salido del aula, los estudiantes consultados por El Mundo coinciden que ha sido «uno de los exámenes más difíciles» de las pruebas de acceso a la universidad (PAU). Algunos estudiantes, como Mònica González, una joven de 18 años que quiere hacer la carrera de matemáticas, explican que se han quedado «bloqueados» ante el ejercicio de matrices, otros que los ha pasado «exactamente el mismo» en la pregunta sobre probabilidades: «Era muy difícil, creo que es imposible aprobar», lamenta González. De hecho, algunos estudiantes explican que se han planteado dejar el examen en blanco como «señal de protesta».

Varios alumnos antes de entrar al aula durante las pruebas de selectividad en la Universitat Pompeu Fabra / EP

Encarar la recta final de la jornada

Ahora, todavía con el mal gusto en la boca del examen de matemáticas, los estudiantes se dirigen hacia la cafetería del campus universitario para comer algo y coger fuerzas para encarar la recta final de la jornada, donde los alumnos se evalúan de ‘Dibujo Técnico’, ‘Historia del Arte’, ‘Historia de la Música y la Danza’, ‘Literatura castellana’ o ‘Química’, en función de las asignaturas específicas que hayan escogido. «Prefiero dejar de pensar en matemáticas para concentrarme en química, que si no no habrá manera de aprobar», asevera Carla Castillo mientras saca la fiambrera con macarrones de la mochila. Apuntes en mano, pues, toca pensar en las pruebas de la tarde.

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