Los malos resultados en competencias básicas de los estudiantes catalanes, especialmente en lenguas, quitan el sueño los expertos y el Departamento de Educación. Coinciden en la preocupación, pero no se ponen de acuerdo en las causas de estos malos registros. Algunos de los expertos consultados por El Món culpan a la digitalización “excesiva” que se ha producido en las aulas, mientras que otras aseguran que hay varios factores que inciden y que no se puede dar la espalda a la tecnología. Educación está en esta línea y recuerda que los alumnos han vivido una pandemia que ha impactado fuertemente en su aprendizaje.

Una de las expertas más críticas con la digitalización de las escuelas es la portavoz nacional de USTEC, Iolanda Segura, que considera que ha entrado de forma “muy agresiva” en el mundo educativo. “No ha habido ningún criterio pedagógico ni una planificación con coherencia que asegure que la tecnología se utiliza de forma lógica”, denuncia. Considera que la tecnología “no vale para todo” e insiste que hay “descontrol total” en esta cuestión. 

Además, asegura que se están enviando pantallas a las escuelas gracias a los fondos Next Generation, pero que los dispositivos que ya hay en los centros van mal y no hay dinero para arreglarlos. “Se genera una dinámica de trabajo en la cual son necesarios y, en cambio, los que tienen no funcionan. Pasamos media clase resolviendo problemas de este tipo”, explica.

Examen de competencias básicas del 2017 / ACN

¿Hay estudios sobre los efectos de la digitalización?

La portavoz nacional de USTEC asegura que están surgiendo estudios que demuestran que la llegada de la digitalización está empeorando el nivel de lectura y escritura de los alumnos. “Hasta que no entró la digitalización, los resultados se mantenían estables, pero cuando llegó cayeron de golpe. 2+2 son 4”, apunta. 

En el sentido contrario, el psicopedagogo Jordi Perales niega que haya evidencias o estudios sobre la mala influencia de las pantallas. “Precisamente falta estudiar si es un problema o todo se debe a una cuestión metodológica o en el hecho que se ha dado el paso a una didáctica basada en la tecnología sin hacer nada más que poner un PowerPoint”, explica. Considera que hay que analizar si en los centros donde se ha hecho la transición al modelo digital se ha hecho correctamente o se han limitado a pasar el que tenían en papel en un PDF. “La manera de trabajar no puede ser la misma”, añade. 

La falta de intermediación de los adultos 

Por su parte, Sylvie Pérez, psicopedagoga vinculada en la UOC, coincide con su colega de profesión que no hay estudios para valorar las diferentes variables que inciden en la bajada de resultados, especialmente en lenguas. “Una parte sí que pueden ser las pantallas, pero también puede ser que haya otros motivos que coinciden en el tiempo e inciden. Creo que no es tanto la digitalización como la ausencia de la intermediación del mundo adulto”, explica. 

“No es el mismo leer un cuento en voz alta que poner una reproducción en audio. ¿La culpa la tiene el audio? No, la tiene la relación que establecemos con los niños a través de la tecnología”, apunta. Insiste que atribuir la responsabilidad a las pantallas es “sacarnos la responsabilidad que como adultos tenemos en los procesos de aprendizaje”.

Pérez recuerda que la pandemia tuvo una incidencia especial en esta cuestión, porque incrementó el uso de pantallas y nos enseñó a ser más digitales. “Esto en sí mismo es bueno, se ha democratizado el acceso a internet, pero también se ha generalizado a todos los ámbitos y ha hecho que, por ejemplo, en vez de compartir con los niños la lectura, los ponemos videos para distraerlos.

Un bebé mira un móvil / Pixabay

La adquisición de aprendizajes para leer y escribir se está retrasando

La psicopedagoga advierte que cada vez se retrasa más la adquisición de los procesos relativos a la escritura y la lectura, del mismo modo que los niños cada vez hablan más tarde. “Si empiezan a comprender más tarde y son autónomos más tarde, pero evaluamos las competencias en la misma edad, es imposible que las pruebas salgan bien”, recalca. 

Este retraso en el logro de competencias tiene, en parte, raíces en la pandemia. Perales apunta que los alumnos perdieron muchos meses de escuela y que este tiempo todavía no se ha recuperado, el que explica que los resultados continúen bajando. “Los cuatro años antes de la pandemia todo el mundo iba a la escuela, pero los cuatro últimos, en los cuales ha habido pandemia, muchos alumnos no iban en temporadas largas. Todo esto influye”, explica. 

En este sentido, Perales insiste que hay que tener en cuenta otras variables antes de afirmar categóricamente que la bajada de resultados se debe a la digitalización. “Por ejemplo, no se tuvo en cuenta el tiempo que hacía cuando se hicieron las pruebas. ¿Había ola de calor? Eso sí que está estudiado que hace bajar el rendimiento intelectual”, apunta.

Una generación con peores competencias que sus padres

El coordinador de FP de la UGT, Jesús Martín, es muy crítico con la digitalización, que a parecer suyo explica la falta de comprensión lectora de los alumnos. En este sentido, urge a reforzar la oralidad y a dejar los móviles y las tabletas fuera de la escuela, porque “estamos creando analfabetos”. “Hemos creado una generación que por primera vez tiene peores competencias lingüísticas que sus padres”, avisa. Asegura que el ascensor social se ha parado también en competencias lingüísticas, como demuestran los males resultados. 

“Cuando hablan por mensajes aplican la economía digital y escriben abreviadas y mal las palabras. El catalán normativo desaparece. Si en los ochenta luchábamos contra los barbarismos, ahora lo hacemos contra los digitalismos”, denuncia.

Escolares en un centro educativo / Departamento de Educación
Esta generación tiene peores competencias lingüísticas que la anterior / Educación

Aulas de acogida y un gasto del 6% del PIB en educación

Martín asegura que la única manera de empezar a revertir esta situación es destinar un 6% del PIB a la educación “en vez de derrochar dinero en dispositivos digitales”. Con este dinero se podría hacer una apuesta decidida por las aulas de acogida, un elemento indispensable para evitar la segregación escolar en los centros de alta y máxima complejidad. “Muchos alumnos recién llegados no están recibiendo la atención adecuada y las horas dedicadas en el aula de acogida son totalmente insuficientes. Se tendrían que hacer aulas de inmersión con una duración mínima de un año, y no cuatro meses”, apunta Martín.

Con estos recursos también se podría paliar la falta de profesores de catalán que afecta todos los centros del país. “Ahora las cubren periodistas, traductores, humanistas que solo necesitan tener un C2 de catalán y que no tienen las competencias didácticas”, avisa Martín, que cree que esto también influye en los males resultados en las competencias básicas. 

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