La comisión de investigación de los atentados del 17-A en Barcelona y Cambrils continúa trabajando. A la espera de que esta semana comparezca Mohamed Houli, uno de los tres yihadistas condenados y único superviviente, a priori, de la explosión de la casa de Alcanar la noche antes de los ataques, se van aportando nuevos documentos. Ahora uno de los puntos que puede abrir nuevas vías de investigación es la poco explorada conexión norteamericana de la célula yihadista, que hace tambalear la versión oficial de los analistas de los Mossos d’Esquadra, del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil.

En concreto, se trata de los documentos de una de las dos comisiones rogatorias internacionales que se enviaron desde la Audiencia Nacional al departamento de Justicia de los Estados Unidos. Todo ello a raíz de un indicio extraído de los teléfonos móviles de los terroristas, donde detectaron llamadas a un número de teléfono norteamericano. El resultado de las pesquisas del FBI y «de agentes especiales» de Seguridad Nacional de EE.UU. reforzó las sospechas, al identificar a dos ciudadanos marroquíes establecidos en Estados Unidos que no solo mantenían contactos constantes con tres miembros de la célula, sino que incluso habían pasado días de vacaciones juntos en Ripoll y Lloret de Mar. De hecho, como mínimo mantuvieron contactos con los integrantes de la célula hasta cinco días antes de los ataques.

Los testimonios recogidos por los interrogatorios del FBI a los dos contactos norteamericanos son estremecedores en el sentido de que delatan que los integrantes de la célula mantenían desde mucho tiempo antes del 17-A comportamientos ostensiblemente radicalizados. Un hecho que, curiosamente, y según las investigaciones centradas en Ripoll y Alcanar, no fueron capaces de ver los dos mandos de los Mossos que se hicieron cargo de la reconstrucción de los hechos ni tampoco detectaron los controles que llevaron a cabo antes de los atentados el mismo cuerpo policial y que relató el entonces jefe del cuerpo, Josep Lluís Trapero, en su comparecencia en la comisión del pasado 22 de enero.

Parte de la documentación remitida por el FBI sobre la conexión norteamericana del 17-A/QS
Parte de la documentación remitida por el FBI sobre la conexión norteamericana del 17-A/QS

Dos amigos de los terroristas interrogados por el FBI

Seguir el hilo de las dos comisiones rogatorias no es fácil porque confluyen la investigación policial internacional de colaboración a través de la Unidad TEPOL del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), que se encarga de intervenciones telefónicas y de comunicaciones, y la oficialización judicial de la información obtenida a través de la Comisión Rogatoria Internacional, que se tuvo que corregir por defectos formales. La investigación fue bastante rápida e interesante. Una vez los Mossos d’Esquadra analizaron los teléfonos móviles de los terroristas y detectaron números adscritos a compañías telefónicas norteamericanas, se pusieron en marcha los mecanismos de colaboración policial.

Las primeras pesquisas llevaron hasta dos ciudadanos marroquíes establecidos en Dallas, en Estados Unidos, Omar Fateh y Wassin Lagnaoui, que también tenían relación entre ellos. Dos agentes especiales del FBI y dos más de lo que sería el ministerio del interior, el Department of Homeland Security (DHS) –cuyos nombres están borrados en la documentación entregada a España– fueron los encargados de localizar a los ciudadanos e interrogarlos. De hecho, ninguno de los dos marroquíes tenía permiso de trabajo en regla en Estados Unidos, pero ningún tipo de antecedente penal. Ahora bien, los agentes se pusieron manos a la obra y decidieron investigarlos más a fondo, incluso con entrevistas a personas de su entorno inmediato, como Fatima, pareja de Fateh. De Lagnaoui, los agentes norteamericanos solo obtuvieron información de referencia.

Parte de la documentación remitida por el FBI sobre la conexión norteamericana del 17-A/QS
Parte de la documentación remitida por el FBI sobre la conexión norteamericana del 17-A/QS

Contactos y un viaje a Ripoll que alertó a los amigos americanos

Las entrevistas, realizadas entre el 31 de agosto y el 25 de septiembre de 2017, permiten aclarar que había sido sobre todo uno de los dos investigados, Fateh, quien había tenido una relación constante con tres miembros de la célula, Mohamed Hichamy y su hermano pequeño, Omar, abatidos en Cambrils, y Younnes Abouyaaquob, el responsable directo de las muertes en la Rambla y de Pau, el conductor del vehículo que mató para robarle el coche y huyó de Barcelona después del ataque, aunque días después fue abatido por los Mossos en Subirats, en el Penedès. Según relató a los agentes federales, Fateh y su pareja tenían contacto con los chicos de Ripoll a través de WhatsApp, Facebook y Gmail, hasta que en mayo de 2017 viajaron a Cataluña y estuvieron entre «diez y once días».

En ese viaje visitaron juntos Lloret de Mar y estuvieron en Ripoll. Especialmente jugoso es el relato que tanto Fateh como su pareja hacen de una cena en Ripoll, en casa de los hermanos Hichamy. Es en esa cena donde conocen a Younnes, a quien describieron a los agentes norteamericanos como el «mejor amigo» de Mohamed Hichamy. Fue en esa cena donde pudo constatar «la evolución que había notado en los últimos seis meses de contactos», cuando Mohamed «había endurecido su apuesta religiosa, mucho más estricto con el cumplimiento del Islam» e incluso, que «se mostraba mucho más intimidante para que fuera a la mezquita a rezar». Fateh admitió que le había sorprendido el cambio y la radicalización de sus amigos, que ya había detectado a distancia, porque él había conocido a un «Omar que bebía vino y cerveza».

Omar Fateh, en la ficha del FBI/Quico Sallés
Omar Fateh, en la ficha del FBI/Quico Sallés

El amigo de EEUU que esperaba «un ataque más grande»

A pesar de ello, Fateh mantuvo el contacto porque atribuía las discusiones al hecho de que «no era un buen musulmán». De hecho, continuaron intercambiando mensajes hasta el 15 de agosto. Mensajes que, por otro lado, borró por completo de sus terminales una vez supo que habían ocurrido los atentados en Cataluña, debido a lo que recoge el FBI, por «miedo a que lo relacionaran con los ataques». Un detalle que, junto al hecho de que en una primera entrevista afirmó que pensaba que «el ataque habría sido más grande», provocó un nuevo interrogatorio, con lectura previa de derechos, para aclarar alguna de las explicaciones.

En concreto, Fateh, que negó tener conocimiento sobre los explosivos que estaban almacenando en Alcanar, afirmó que si bien estaba perplejo porque Omar estuviera «involucrado» no le extrañaba de Mohamed, de quien incluso imaginaba que «habría perpetrado un ataque más grande». Dos afirmaciones que despertaron las sospechas de los agentes federales norteamericanos, que obligaron a Fateh a dar más explicaciones. Fue entonces cuando detalló (y corrigió) que pensaba que «Mohamed era una persona muy lista y que habría hecho algo un poco más sofisticado, en lugar de simplemente conducir una furgoneta contra la gente». Es decir, lo que había detectado un amigo a miles de kilómetros nadie lo había detectado ni en Ripoll ni en Alcanar, donde tenían un contacto directo con las policías, los servicios sociales y los vecinos. El hilo norteamericano no se quedó aquí, otra comisión rogatoria, involucraba a Abdelbaki es-Satty, pero esta merece otro reportaje.

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