El sumario del caso contra los manifestantes que fueron a recibir a Carles Puigdemont en su efímero regreso el pasado ocho de agosto para el debate de investidura de Salvador Illa podría acercarse al guion de una serie de zombis. Solo así se entiende el informe de los Mossos d’Esquadra sobre el relato de los hechos por los cuales investigan hasta a 19 personas en el juzgado de Instrucción número 14 de Barcelona. De momento, al menos un primer imputado está citado para el próximo 8 de abril. Los agentes actuantes aseguran que tuvieron que utilizar gas pimienta contra los concentrados que estaban en las puertas del parque de la Ciutadella por su «agresividad», «golpes con bastones de banderas» y también «mordeduras», que quieren acreditar con comunicados médicos aportados a las actas policiales.
Los atestados del caso, a los que ha tenido acceso El Món, describen casi minuto a minuto los hechos, según el punto de vista de los mandos sobre el terreno de las unidades de orden público de los Mossos d’Esquadra, tanto del Área Regional de Recursos Operativos (ARRO) como de la Brigada Móvil (Brimo), la unidad de élite de la policía para contener manifestaciones. La versión de los Mossos contrasta de lleno con la de los manifestantes y de la misma ANC, que considera que el relato policial se parece como un huevo a una castaña a la realidad. «Ni los manifestantes eran violentos ni la policía actuó proporcionalmente», insiste el abogado Pep Cruanyes, miembro de la entidad independentista sorprendido por la apertura de diligencias por desobediencia y lesiones a raíz de la manifestación.

«¡A las diez entraremos!»
Según el relato policial recogido en un interesante documento con número 802511/2024 IAOCIUVELL, los manifestantes no serían más de 2.500 personas, en el Paseo Lluís Companys, bajo el Arco del Triunfo. Unas personas que respondían a la convocatoria que los Mossos enfatizan que estaba convocada por la ANC, el Consell de la República, Junts, CUP, Òmnium Cultural y los Comités de Defensa de la República (CDR). Siguiendo este hilo, narran que unas mil personas se desplazaron hacia lo que la policía bautizó como «acceso 6 del parque de la Ciutadella», situado en el número 23 de la calle Pujades, cerca de la calle Wellington. Un punto habilitado policialmente para «garantizar la entrada y salida de emergencias».
Una localización donde se desplegaron varios equipos de orden público comandados por el inspector TIP 5095, jefe del área de la Brigada Móvil, y en este punto concreto, el subinspector TIP 5887. Los mandos subrayan que una vez desplegados en esta zona vieron venir a este millar de personas que coreaban cánticos como «¡no son mossos, son guardias civiles!», «¡no os merecéis la senyera que lleváis!», «¡botiflers!» o bien «abrid las puertas a nuestro presidente». Los mismos manifestantes que, insisten, presionaban la línea policial, con empujones desde el fondo, advertían hacia las nueve y tres cuartos de la mañana: «¡A las diez entraremos!».
Precisamente, en este punto del atestado, los Mossos subrayan «la agresividad de los manifestantes». Una afirmación que utilizan como excusa para «equiparse con el casco de protección para prevenir posibles agresiones si volvían a intentar violentar el cordón policial». Así, a las nueve y tres cuartos, siguiendo el guion policial entregado al juez, los concentrados volvieron a «intentar traspasar la línea policial». «Parte de los manifestantes que se encontraban en la zona acometieron contra los agentes de manera que el cordón policial tuvo que retroceder unos pasos», señalan en el atestado.

«Manifestantes violentos»
En este sentido, fuentes de miembros de la Brimo que participaron en el operativo indican en conversación con El Món que «hacía tiempo que no veían manifestantes tan violentos». «La gente estaba muy agresiva», coinciden en describir varios agentes antidisturbios consultados por este diario. Una sensación que reflejan en sus informes donde continúan la narración concretando que decidieron «reforzar el cordón con la defensa policial [la porra] y así contener a los manifestantes» que, aun así, con su «presión» los manifestantes consiguieron desplazar a los agentes de la línea.
En esta situación, el inspector decidió abrir una de las puertas del parque para poder «extraer personas de edad avanzada que estaban en peligro». En un momento en que los «manifestantes estaban muy nerviosos» y gritaban «apretad, apretad!«. Es decir, que se animaban a presionar contra el cordón de la policía. «Ante el peligro para la integridad física de los agentes y de las personas decidió el uso de herramientas policiales asignadas de dotación para hacer frente a incidentes graves de orden público y se hace uso de la defensa de dotación», informa el atestado refiriéndose a los golpes de porra de los agentes.

La «mordedura»
Los concentrados, sin embargo, según la descripción de los agentes, continuaban en su línea «violenta» y «agresiva» que se expresaba a través de «empujones», «cánticos e insultos contra los agentes», «agresiones con los palos de bandera que llevaban» y lo que colmó la paciencia de los policías: «Mordeduras». Así refieren una «mordedura de un manifestante, aún por identificar, en la muñeca derecha de un agente de la Brimo», que necesitó atención médica y de la que se ha presentado un comunicado médico de lesiones. Fue a partir de la mordida del manifestante, de un grupo que la misma policía califica «de edad avanzada», que los Mossos tomaron medidas más contundentes.
Así, la policía creyó que no era suficiente con repartir golpes con las defensas o que su «uso podía ser peligroso» por la edad de los manifestantes. De esta manera y «tras una valoración muy cuidadosa», los mandos concluyeron que «el medio óptimo era hacer uso del gas OC [gas pimienta] ya que con la defensa policial no se conseguía contener a los manifestantes». Un uso que autorizó, tal como recoge también el atestado, el CECOR, el Centro de Coordinación Policial que dirigía las operaciones de seguridad aquel día.
Las conclusiones de la policía es que el gas fue efectivo. El mismo atestado destaca que los manifestantes, con el gas, «depositaron su actitud violenta y comenzaron a abandonar la zona hacia el exterior del parque». También trasladan a la jueza que los mandos ordenaron al Grupo de Obtención y Aseguramiento de la Prueba de la Brimo (GOAP) grabar las imágenes que desde la policía avisan que aportarán a la instrucción judicial. Después del uso del gas, los Mossos solo resaltan que algunos manifestantes permanecieron «golpeando la puerta para intentar volver a abrirla». Para evitar sorpresas, los agentes colocaron un furgón policial cerca de las puertas «para que los manifestantes no pudieran forzarlas».

Una versión que desmiente la ANC
Por su parte, ni los manifestantes, ni la ANC avalan esta versión de los hechos explicados a la jueza por los Mossos. Pep Cruanyes, histórico abogado y miembro de la entidad independentista, asegura que la versión policial se parece como un huevo a una castaña a los hechos. En este contexto, no tiene reparos en calificar la actuación policial de «brutal» y «desproporcionada». Además, acusa al cuerpo policial de haber incumplido su propio protocolo de actuación. «Ni avisaron previamente, ni había violencia alguna», argumenta recordando que las entidades convocantes han recopilado una multitud de vídeos e imágenes que desmienten a los analistas policiales. «Negaron el derecho a manifestarse», reprocha Cruanyes.
En este sentido, recuerda que remitieron una carta al Departamento de Interior lamentando los hechos y pidiendo explicaciones sobre la actuación. El mismo director de la Policía nombrado días después por el nuevo Gobierno, Josep Lluís Trapero, respondió avalando la actuación policial porque “acciones violentas” de los manifestantes comprometieron la integridad de la línea policial. Por ahora, la ANC continúa estudiando las acciones que se pueden llevar a cabo contra el departamento que ahora dirige Núria Parlon –aquel día estaba aún en manos de Joan Ignasi Elena, en funciones–, por una actuación que insisten en definir de «desproporcionada». De hecho, destacan una persona herida por el gas que ha sufrido secuelas y todo apunta que le podría haber afectado el corazón.