La sección cuarta de la Audiencia de Girona tiene la palabra. Esta sala será la encargada de decidir si el magistrado instructor de la causa del Proceso, Pablo Llarena, tendrá que declarar presencialmente o bien por videoconferencia en la causa abierta por el abucheo que recibió en un restaurante del Ampurdán. Según ha podido saber El Món, los magistrados acordaron el pasado 24 de julio admitir a trámite y dar curso al recurso interpuesto por el acusado Carles Xarly Ruiz ante la negativa del Juzgado Penal 3 de Girona de no citar presencialmente a los testigos: el propio Llarena, su pareja, la magistrada Gema Espinosa y la exlíder del PPC, Alberto Fernández Díaz.
El recurso llega después de que el juez instructor, en abierta oposición con el ministerio fiscal que no quería testigos, decidió dar la razón al abogado del acusado, Josep Rossell, y admitir que los tres fueran testigos. Ahora bien, permitía que fuera por videoconferencia. El abogado de Xarly insistió que el juez y los testigos, por el principio de contradicción, tenían que estar en sala por el tipo de delito que se le imputa, atentado contra la autoridad. El juez entendió que como «testigos presenciales de los hechos quedaba más que justificada su citación».

¿A Girona?
La instrucción decidió que para aclarar los hechos, atendida la rebuscada e intensa investigación de los servicios de información de los Mossos d’Esquadra y del Cuerpo Nacional de Policía, era absolutamente necesario practicar las testificales. Ahora los magistrados tienen que decidir si hará falta que el magistrado Llarena se tenga que desplazar a Girona para prestar su declaración. En un principio, solo se habían admitido como testigos los policías que instruyeron su profusa investigación, como por ejemplo, geolocalizaciones, control de teléfonos móviles o incluso, enviar agentes encubiertos a las «cenas amarillas», las cenas solidarias con los presos para hacer seguimientos de los supuestos sospechosos de gritar el juez.
El caso Xarly arranca la noche del 27 de julio de 2018. Ese día, Llarena cenaba con su pareja y un grupo de amigos al restaurante ampurdanés Cou-Cou, en Mont-ras. Hacia las doce y media de la madrugada, al abandonar el establecimiento, al dirigirse al parking y acompañados del escolta, se encontraron un grupo de ocho personas que rodearon el coche, lo abuchearon y profirieron algunos insultos. Algunos testigos aseguran que golpearon dos veces el capó del vehículo del magistrado con una botella de cerveza, pero no se registraron daños. El juzgado Penal tendrá que decidir, una vez resuelva la audiencia, la fecha del juicio.