Hasta esta noche, los asociados de Junts per Catalunya podían transaccionar las enmiendas a las tres ponencias que deben aprobar los delegados en el congreso previsto para este fin de semana. De hecho, el gran grueso de las dos mil enmiendas que se presentaron decayó o se pactó en las asambleas territoriales, sectoriales e ideológicas del partido celebradas hasta el pasado 15 de octubre. Han quedado vivas 354 enmiendas. Un 60% se centran en la organización del partido, un total de 213; seguidas de 84 enmiendas a la ponencia estratégica y 57 a la ponencia ideológica.

De las que quedaron vivas, los coordinadores de cada ponencia han intentado transaccionar, con cierto éxito, los textos propuestos. Ahora bien, como siempre, en todas las formaciones hay asociados -de hecho, a partir del congreso serán militantes- que defienden sus postulados hasta última hora con la esperanza de que los plenarios puedan avalar sus propuestas. Una táctica que puede tener algún resultado en congresos abiertos a toda la militancia y que, como es el caso, tienen posibilidades más restringidas en congresos de delegados.

En este contexto, hay enmiendas que han sobrevivido al aparato y que se mantendrán hasta el debate del plenario. Las más llamativas son las enmiendas al texto de la ponencia organizativa, aunque se mantienen en la ideológica y la dedicada «al país que queremos». Es decir, el texto que los delegados deberán aprobar como futuros estatutos de la formación que presidirá con toda seguridad Carles Puigdemont. Entre estas destacan la demanda de poder presentar listas abiertas y no cerradas y bloqueadas a la dirección del partido, o bien la antigüedad que debe tener un militante para poder acceder a un cargo orgánico así como el sistema de compatibilidades de cargos en el partido e institucionales.

Carles Puigdemont, en el primer discurs de tornada de l'exili, a l'Arc de Triomf / Mireia Comas
Carles Puigdemont, en el primer discurso de regreso del exilio, en el Arc de Triomf / Mireia Comas

Jordi Turull, tranquilo

De todas maneras, la única enmienda que podría hacerle cosquillas a la candidatura que han construido el presidente en el exilio Carles Puigdemont y el secretario general de Junts per Catalunya, Jordi Turull, es la de la composición y votación de las listas. En síntesis, la enmienda propone que las listas puedan ser abiertas y se puedan votar candidatos y no toda la lista en bloque. Aunque la actual dirección espera cierto debate, tampoco les quita el sueño, porque ven dominado un buen grueso de los delegados y más, con Puigdemont de presidente de la formación. Ahora bien, el resultado de la votación podría indicar en qué medida Turull podrá tener oposición interna de cara a la consolidación del partido en un nuevo ciclo que, en principio, en tres años no tiene ninguna convocatoria electoral.

En cuanto a las enmiendas a las ponencias ideológicas y «el país que queremos», los esmenaires reivindican la defensa del «control por el territorio», dejar claro que «el objetivo de Junts no es contribuir a la gobernabilidad de España», el «rechazo expreso a la xenofobia», «hacer efectivo el mandato del Primero de Octubre», rebaja de impuestos y aumento del número de Mossos. También se propone la eliminación de la calificación «woke».

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