Junts y ERC han anunciado el inicio de una «nueva etapa» de relaciones para relanzar el independentismo y, de paso, presionar a un Pedro Sánchez en horas bajas. Después de años de distanciamiento y disputas políticas, el presidente de Junts, Carles Puigdemont, y el de ERC, Oriol Junqueras, se han reunido este jueves en Waterloo (Bélgica) con el objetivo de reconstruir puentes y aprovechar la debilidad parlamentaria del PSOE para impulsar los «objetivos compartidos» de las dos formaciones.

Puigdemont y Junqueras han mantenido una primera reunión de trabajo tras recuperar la presidencia de sus respectivas formaciones acompañados de sus secretarios generales, Jordi Turull y Elisenda Alamany. En un comunicado conjunto, Junts y ERC han explicado que el encuentro «se enmarca en la necesaria e imprescindible relación entre dos partidos independentistas que, a pesar de las diferencias, tienen muchos objetivos compartidos«.

Puigdemont y Junqueras se han reunido por primera vez desde que han recuperado la presidencia de sus respectivos partidos / Junts

Los dos grandes partidos independentistas han acordado «impulsar espacios de trabajo coordinado para debatir las cuestiones que afectan el futuro nacional y el progreso social de Cataluña en todos los ámbitos, e iniciar una nueva etapa de relación que contribuya a recuperar la fuerza y la iniciativa del movimiento independentista». Tras la reunión, Puigdemont y Junqueras se han marchado juntos en un coche con un número de matrícula muy simbólico: 1-O-2017.

La reunión Puigdemont-Junqueras, una mala noticia para el PSOE

La reanudación de las relaciones entre Junts y ERC llega en un muy mal momento para el PSOE, pero también para el PSC. Los socialistas llevan meses intentando cerrar los presupuestos de Madrid y Cataluña con los dos partidos independentistas y se han encontrado con que ninguna de las dos formaciones quiere negociar nada hasta que se hayan cumplido los compromisos de investidura de Pedro Sánchez y Salvador Illa. Aparte de la ley de amnistía, aún están pendientes de concretarse el traspaso de Rodalies, la nueva financiación singular de Cataluña o el traspaso de las competencias en inmigración.

Junqueras y Puigdemont han acordado relanzar las relaciones entre ambos partidos / Junts

El anuncio llega, además, el mismo día que la Mesa del Congreso ha vuelto a posponer la decisión sobre la proposición no de ley que Junts presentó en la cámara baja para forzar a Pedro Sánchez a someterse a una cuestión de confianza. La negativa del PSOE a tramitar la propuesta —de momento la decisión final parece que se tomará, como muy pronto, en un mes y medio— ha tensado las relaciones con Junts, que amenazan con consecuencias «irreversibles» si no se permite el debate. Precisamente la cuestión de confianza no le genera un especial entusiasmo a Junqueras, que lo observa desde la barrera, pero entiende que es una maniobra que «no aporta mucho» y que, por tanto, «quizás no hace falta».

¿Junts y ERC serán capaces de superar las divisiones del pasado?

La división entre los partidos independentistas había hecho que tanto Junts como ERC fueran por libre en cada negociación, pero si realmente las dos formaciones están dispuestas a coordinarse y a buscar puntos en común, su capacidad de presión se multiplicará porque tienen la clave de la gobernabilidad en el Congreso, en el Parlamento y en el Ayuntamiento de Barcelona, tres instituciones donde los socialistas gobiernan en minoría. Con todo, no es la primera vez que Junts y ERC intentan un acercamiento y, poco después, las diferencias estratégicas hacen que el famoso frente común independentista sea papel mojado.

Los malos resultados de ERC en el último ciclo electoral, que han dejado al independentismo sin mayoría en el Parlamento, sumado al descontento de las bases republicanas por la política de pactos de la anterior dirección, pueden hacer que Junqueras se abra a colaborar más con Junts. Hasta ahora, uno de los grandes obstáculos era que los dos partidos independentistas tenían prácticamente la misma fuerza en el Parlamento, lo que hizo que ERC se sintiera legitimada para alejarse de Junts e intentar imponer su estrategia de ampliar la base y arañar votos a PSC y Comuns. Con la nueva relación de fuerzas, habrá que ver hasta qué punto tanto Puigdemont como Junqueras son capaces de superar las divisiones del pasado y ponerse a trabajar juntos para que esta «nueva etapa» del independentismo tenga una capacidad real de incidir en las políticas del gobierno de Pedro Sánchez.

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