Este domingo, Sociedad Civil Catalana, la entidad españolista que se ha creado y crecido a rebufo del Proceso, ha convocado una manifestación en Barcelona contra la amnistía que se negocia para los represaliados independentistas. El día escogido, 8 de octubre, quiere rememorar la fecha de la gran manifestación antisoberanista del 2017 que, según la Guardia Urbana reunió 350.000 personas, muy lejos del millón de participantes que el mismo cuerpo policial –bajo la alcaldía de Ada Colau– había contado por la Diada de ese mismo año, en la sexta gran manifestación independentista desde 2012. A pesar de la gran diferencia con las cifras del sobiranismo, fue una movilización sin precedentes del unionismo, que solo se ha vuelto a acercar a estos números el día 29 del mismo octubre del 2017. En las otras convocatorias la respuesta ha sido irregular y mucho menor, de forma que a lo largo de los años la capacidad de movilización del españolismo ha sido una auténtica montaña rusa, siempre en función de la situación del independentismo.
La protesta del 8 de octubre del 2017 era contra la posibilidad que el Gobierno de la Generalitat, que presidía Carles Puigdemont, declarara la independencia después de los resultados del referéndum del Primero de Octubre. De hecho, el españolismo siempre ha actuado como reacción e intentando reequilibrar las movilizaciones soberanistas con otras convocatorias que, por más éxito que tuvieran, siempre quedaban cortas en comparación a las organizadas por la ANC, Òmnium y la AMI con el apoyo de los partidos soberanistas. El día de la Constitución o el día de Pilar fueron las fechas escogidas algunos años. Además, se celebraron convocatorias españolistas la misma Diada, por ejemplo, a Tarragona en 2014, que reunió 3.500 personas, según los Mossos d’Esquadra, y unas 7.000, según la organización, con intento de disimular la presencia de ultras.
Y también ha habido otras protestas celebradas en Madrid en momentos de alto voltaje político. Como ejemplo, la manifestación ultraespanyolista justo antes de empezar el juicio del Proceso o la celebrada contra los indultos, las dos en la plaza Colón de Madrid. Pero las manifestaciones muestran que, si bien el españolismo gana en los tribunales, en las instituciones estatales y en los cuerpos y fuerzas de seguridad, no puede decir el mismo en el campo de la movilización ciudadana.

El año 2012, el inicio del españolismo la calle
El periodista especializado y estudioso de la ultraderecha en Cataluña, Xavier Rius Santo, en conversación con El Mundo, sitúa como la primera manifestación vistosa del españolismo la del 12 de octubre del 2012. Una convocatoria que respondía a la gran manifestación de la ANC del 11 de septiembre del mismo año, que fue histórica y comenzaba toda una secuencia de movilizaciones de gran alcance y envergadura. El españolismo superó sus divisiones y capillitas y se concentró en la Plaza Cataluña de Barcelona con el lema
En aquella manifestación la guerra de cifras fue una de las grandes protagonistas. Según la Guardia Urbana había 6.000 personas, pero la Delegación del gobierno esoanyol en Cataluña, entonces en manos de la exdiputada del PP en el Parlamento María de los Llanos de Luna, computó 65.000. Hay que recordar que Llanos de Luna ordenó a los equipos jurídicos empaitar los ayuntamientos de Girona y Figueres por haber contratado trenes para bajar a la manifestación de la Fiesta de un mes antes.
En aquella manifestación compartieron protagonismo el entonces líder del PPC, Alícia Sánchez-Camacho; el entonces líder de Ciutadans, Albert Rivera; el jefe de filas de Plataforma por Cataluña, Josep Anglada; los actuales alcaldes de Badalona y Castelldefels, Xavier García Albiol y Manuel Reyes, y el actual diputado no adscrito del Parlamento, rasgado de Vox, Antonio Gallego. La simbología ultra y la presencia de miembros del Casal Tramontana -bajo investigación de los Mossos d’Esquadra- se hizo patente y bastante notoria en la plaza Cataluña.
El 2013, se anima el unionismo movilizado
El año 2013 se manifestaron unas 30.000 personas, según la Guardia Urbana, 105.000 según la Delegación del gobierno español y 160.000, con las cuentas de los organizadores en la plaza de Cataluña, con motivo del 12 de Octubre, para reclamar la unidad de España. La movilización fue convocada por la plataforma Somos Cataluña, Somos Españ, pero se unió el PPC y C’s para reclamar una Cataluña dentro del Estado. Los organizadores desplegaron en el Paseo de Gracia una gran bandera de 100 metros de largo por 13 de ancho, la mitad española y la otra mitad catalana, para defender la «convivencia de sentimientos». El eurodiputado del PP y vicepresidente del Parlamento Europeo Alejo Vidal Quadras también asistió acompañado del que entonces era solo exdiputado en el Parlamento vasco, Santiago Abascal, presidente de La Fundación Denaes (Defensa de la Nación Española), y de los también entonces miembros de Denaes Iván Espinosa de los Monteros y Javier Ortega Smith.

2014, la protagonismo del caso de La Camarga también se manifiesta
El año 2014, el españolismo estaba pendiente de una virtual consulta soberanista que se celebraría, finalmente, el 9 de noviembre. Sociedad Civil Catalana, con Movimiento Cívico, Manos Limpias, Convivencia Civica Catalana, Asociación de Profesores por el Bilinguismo y Somatemps, entre otros, convocaron una manifestación en el Paseo de Gracia que tuvo el apoyo de PP, Cs, UPyD y Vox. A la marcha también se dejaron notar Falange Española de la JONS, Plataforma por Cataluña y el Casal Tramontana. Según la Guardia Urbana, asistieron 38.000 personas. Una de las curiosidades del día fue la presencia de la examante de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Álvarez, que había saltado a la palestra mediática por el caso La Camarga. Álvarez encabezó la delegación de Plataforma por Cataluña, entonces liderada por Roberto Hernando.
El año 2014, sin embargo, SCC también convocó una manifestación por la Diada. En esta ocasión a Tarragona, con un presupuesto de 100.000 euros y que quería ser un acto contra las movilizaciones masivas de la ANC, que sobrepasaban el millón de asistentes. Asistieron 3.500 personas, según los Mossos, y 7.000 según la organización, pero aquella jornada quedó marcada por el intento del exdiputado de Ciutadans José Domingo de esconder la presencia de ultras de Democracia Nacional en la concentración. Una imagen que la misma formación testimonió en un video.
Los dos años posteriores, las manifestaciones españolistas del 12 de octubre pincharon. De hecho, en 2015 todavía se estaba con la resaca electoral de la víctoria de Junts pel Sí que todavía estaba lejos de formalizar un pacto con la CUP y comenzar el tramo del Proceso que llevaría al referéndum del Primero de Octubre. Aquel año, la cifra de asistentes se situó, según la Guardia Urbana, en 4.500 personas en la plaza Cataluña, con el eslogan

El 2017, la gran manifestación, con Salvador Illa en la cabecera
El octubre de 2017 fue el estallido de las grandes manifestaciones españolistas. Eso sí, nunca de la misma magnitud que las convocadas por el independentismo. La primera gran manifestación fue la del 8 de octubre, que ahora SCC rememora. Una convocatoria calentada por el postreferéndum y por la intención del gobierno de Carles Puigdemont de validar los resultados aplicando la ley de Transitoriedad, que implicaba declarar la independencia. Una decisión que pasaría el 10 de octubre en el Parlamento, pero que el mismo Presidente suspendería. El ambiente de la manifestación fue suficiente caldeado por la cobertura mediática españolista.
Decenas de miles de personas —350.000, según el Ayuntamiento, y 950.000, según Sociedad Civil Catalana—, marcharon a favor de la unidad de España y en contra de la independencia de Cataluña por el centro de Barcelona, en la convocatoria unionista más importante registrada hasta ahora, con el lema

La manifestación registró incidentes contra la prensa, los equipos de TV3 fueron increpados y una periodista de la agencia internacional Ruptly recibió un impacto de una botella de agua. Los grupos más ultra también hicieron de las suyas contra los periodistas a veces, empujones o tapando las cámaras. Los Mossos d’Esquadra también fueron objeto de la masa unionista, que los va titller de «policía separatista» y «traidores». En cambio, cuando los manifestantes pasaron por ante la Jefatura de la vía Laietana, el jefe superior del Cuerpo Nacional de Policía en Cataluña, Sebastián Trapote salió a saludar y aplaudir la concentración, una imagen icónica de la carencia de neutralidad de las instituciones españolas durante el Proceso.

El ‘selfi’ comprometido: Millo, Iceta, Montserrat y Albiol
El otoño del 2017 fue prolífica en manifestaciones, cuatro días después de la protesta del 8 de octubre, 65.000 personas desfilaban por la plaza Cataluña en conmemoración del 12 de octubre. Una concentración que quedó marcada por la pelea en el histórico Café Zurich de la plaza Cataluña por supuestos ultras de fútbol. En aquella manifestación participó Hogar Social, la entidad madrileña clasificada como neonazi. La tensión política continuaba al ritmo que se ensartaba la posibilidad de levantar la Declaración de Independencia –que Puigdemont había dejado en suspenso dos días antes– y el españolismo decidió hacer una nueva muestra de fuerza en las calles de Barcelona, que quedó mucho más corta que la del día 8.
Y al cabo de dos semanas y media, el 29 de octubre, SCC convocó otra manifestación a favor de la unidad de España con el lema

Aquella manifestación, pero dejó una imagen emblemática, el selfi que se hicieron Iceta, Albiol, Montserrat y Millo. Pero, además, la jornada estuvo protagonizada por enfrentamientos entre los Mossos d’Esquadra y grupos ultra que también atacaban ciudadanos. De hecho, un taxista resultó herido por el lanzamiento de una lata. La policía española, que continuaba con unidades especiales enviadas en Cataluña por el referéndum del 1-O, hacía cercar sus furgones con banderas españolas por el centro de Barcelona. Aquella manifestación fue la última gran manifestación españolista en Barcelona, con 300.000 personas según la Guardia Urbana y 1.300.000 segundos SCC.
A partir de entonces, Madrid tomó el relevo de las grandes protestas –sin grandes cifras– con la manifestación del 11 de febrero en la Plaza Colón, que ha tomado el nombre de la manifestación del