La política catalana y la española vuelven a contener la respiración a partir de este lunes, en el arranque de la semana en la que está previsto que se convoque el pleno de investidura con Salvador Illa como candidato con suficientes apoyos para convertirse en el nuevo presidente de la Generalitat. La incógnita que planea ahora sobre este debate parlamentario es el efecto que pueda tener el retorno de Carles Puigdemont. La previsible detención del presidente en el exilio cuando entre en territorio del estado español –donde sigue vigente la orden de arresto del juez del Tribunal Supremo que instruye la causa del Procés, Pablo Llarena– y su intención de resistirse tendrá efectos difíciles de prever.

Después de toda una semana en la que todo pivotó sobre el acuerdo entre ERC y el PSC y, una vez hecho público, sobre la consulta interna de los republicanos –que ganó el ‘sí’ con un 53,5% de los votos, con una participación masiva del 77%–, ahora todos los focos apuntan hacia Waterloo y Junts. El partido dejó claro este sábado, tras reunir a su ejecutiva, su oposición frontal al pacto para investir a Illa, que consideró «la peor de las alternativas posibles» dentro de las opciones que tenía ERC. Y Puigdemont, en una «carta a la ciudadanía» difundida en su cuenta de Twitter, dejó claro que su regreso es irreversible y que tiene toda la intención de convertir una detención que ve inevitable en una carta política para ejercer la «confrontación» con el Estado. Su objetivo es evidenciar, con la mayor repercusión internacional posible, el hecho de que los jueces se niegan a aplicar la amnistía en su caso –y en muchos otros– y lo están aplazando con recursos al Tribunal Constitucional y cuestiones prejudiciales al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Y, simultáneamente, Junts prepara su nuevo papel en el Parlament para aprovechar el desgaste que cree que comportará para ERC de cara al independentismo el hecho de investir a Illa, como deja claro la presidenta de la formación, Laura Borràs, en la entrevista publicada este domingo en El Món, donde subraya que han quedado «como el único partido independentista con fuerza en el Parlamento» y que les toca ser «la punta de lanza del independentismo» en la cámara.
Incógnita sobre cuando y como será el retorno
Precisamente por la importancia que dan a este aterrizaje de Puigdemont, los juntaires mantienen celosamente en secreto sus planes concretos sobre cómo y cuando será el retorno. Esta incertidumbre ha provocado este fin de semana confusión y caos organizativo en relación con una protesta contra la investidura de Illa y de apoyo al presidente al exilio que se anunció de manera ambigua para este lunes a las 8 de la mañana ante la estación de Francia, muy cerca del parque de la Ciutadella, donde está el Parlamento. Inicialmente, era cuando en la cámara estaba prevista la ronda de consultas del presidente del Parlamento, Josep Rull, con los grupos, el protocolo para comprobar los apoyos de los que dispone el candidato Illa, a pesar de que ya se sabe, porque es de dominio público y porque el líder del PSC se lo ha hecho saber, que tendrá suficientes votos para llegar a la mayoría absoluta con ERC y los Comunes. Esta previsión activó una convocatoria de origen poco claro, como si el debate de investidura fuera inminente y el retorno de Puigdemont también. A pesar de que no era así, los CDR hicieron suyo el llamamiento y la ANC lo apoyó. Pero unos y otros han reculado este domingo ante los «mensajes contradictorios». La protesta de este lunes ha quedado desconvocada, pero la Asamblea ya ha hecho saber que acabará convocando otra cuando sea el momento. Poco después, además, se ha sabido que incluso la ronda de consultas se aplazaba hasta martes, por «cuestiones de agenda» de ERC, según fuentes del Parlamento.
El calendario que queda ahora, por lo tanto, empieza el martes, con la ronda de consultas de Rull, y continúa el miércoles con la activación de la Diputación Permanente, que es el órgano que tiene que convocar el pleno en periodo inhábil de la cámara. El debate, por lo tanto, será, con toda probabilidad, el jueves y el viernes. Aun así, el factor Puigdemont puede interferir. Si el presidente en el exilio, que es diputado de la cámara y jefe de filas de su grupo parlamentario, está detenido en el momento en el que se tiene que empezar el pleno, Rull –que habrá recuperado sus potestades en el momento en el que quede convocado por la Diputación Permanente– podría suspenderlo por razones de excepcionalidad. Y la reacción de los grupos unionistas podría ser llevar esta decisión a los tribunales si consideran que sus derechos como diputados son vulnerados, un mecanismo que han usado varias veces desde el 2017.
¿Cómo será la detención?
Las dudas aumentan porque tampoco se sabe cómo será la detención. Varios círculos de Madrid hablan de una «detención técnica» para el trámite de presentación ante un juez, como se hizo con Clara Ponsatí, una modalidad que duraría pocas horas. Es una opción que también sería la preferida por los Mossos d’Esquadra, si reciben el encargo de ocuparse por parte de Llarena–, pero el tono de las resoluciones judiciales de las últimas semanas no hace pensar que sea la opción elegida. Sea como fuere, la detención no será facilitada por Puigdemont y todo indica que habrá movilización a su alrededor para dificultarla. Lo que es difícil de decir es si habrá protestas en la calle que se prolonguen más allá del momento de la detención, lo que se denomina efecto Urquinaona, en referencia la movilización que duró días después de la sentencia del Supremo que condenaba a años de prisión a los líderes políticos y sociales del Procés que no se habían exiliado.