El día que Josep Costa avisó, en una entrevista a El Món, que pensaba «hacer valer» sus votos —los 3,105 que recibió en las elecciones al Secretariado Nacional de la ANC, solo superados por los 3,268 de Lluís Llach— para el «debate de ideas», no era simple retórica. El abogado y exvicepresidente del Parlamento no se rinde fácilmente. Que lo pregunten al TSJC, que vio cómo desmontaba el juicio contra los miembros independentistas de la Mesa del Parlamento presidida por Roger Torrent. Costa dinamitó el procedimiento hasta el punto de que terminaron todos absueltos. Pero no tuvo suficiente y presentó un recurso al Tribunal Supremo para pedir que se depuraran las responsabilidades de los magistrados que se empeñaron en juzgarlo, por violación de sus derechos como diputado. Incluso ha pedido que no lo amnistíen, porque la amnistía, que invalidaría el recurso de la Fiscalía contra la absolución, también desactivaría su recurso contra los jueces.
Así es Josep Costa. Nunca suelta su presa. Y, desde el verano pasado, es la voz más sonora de la oposición al equipo de Lluís Llach en la dirección de la ANC. Se presentó al cargo de coordinador de la Comisión de Estrategia y Discurso, rivalizando con el candidato llachista, Josep Pinyol. Perdió la votación por 26 votos contra 31, pero aquella escaramuza indicaba cuál sería su camino, en qué ámbito haría oposición. Y ahora ha llegado el momento. Con el debate sobre la nueva hoja de ruta de la Asamblea, comienza la batalla.
Una propuesta de hoja de ruta de su mejor enemigo
A Costa le parece que el texto propuesto por la dirección, redactado por Josep Pinyol, renuncia a la unilateralidad y sucumbe a la idea de reivindicar el derecho a la autodeterminación, por ejemplo, con la presentación de demandas al Congreso. Es la lectura que hace de un texto que propone impulsar una «legislatura análoga a la del 2012». Según su punto de vista, el referéndum ya se hizo, el uno de octubre de 2017, y ahora se trata de encontrar la manera de implementar la declaración de independencia del 27-O. Y cree que la ANC no puede aceptar ni proponer otra cosa.
Con este mensaje ha comenzado su campaña contra una hoja de ruta que está en período de enmiendas hasta el día 30, cuando el Secretariado Nacional la debatirá y votará. Después, la versión del texto que quede aprobada por los secretarios se someterá a una asamblea general extraordinaria telemática, entre el 15 y el 19 de enero, y se hará la votación definitiva, la de los asociados.
Sant Cugat, primer escenario de la lucha de Josep Costa por influir en la hoja de ruta
Una charla organizada esta semana por la territorial de la Asamblea en Sant Cugat del Vallès ha sido el primer escenario en que se ha pronunciado Costa. Habrá, probablemente, otros actos. Pero, de momento, el pasado jueves una setentena de personas llenaban la sala de actos de la Casa de Cultura santcugatense. Sin entrar en la crítica abierta del borrador de hoja de ruta, aprovechó el coloquio con Carles Heredia —periodista y represaliado— para subrayar las ideas fuerza que defiende. «Está muy claro lo que creo que debe decir la hoja de ruta. Con lo que diga de diferente, no estoy de acuerdo, por eso como secretario nacional he hecho enmiendas«, admitió. Para Costa, «hay que preservar la defensa de la unilateralidad, esta es la identidad de la ANC, el objetivo para el cual nació, y no la autodeterminación».

En otros momentos de la charla, fue aún más contundente. «Los que dicen que la independencia no es posible, todavía continúan ampliando la base y no podemos permitir que lo hagan a nuestra costa. En la ANC hay gente que dice que la independencia no es posible, lamento haberlo descubierto, porque no me lo creía, pero así es», alertó. Y, a pesar de que el acto era organizado por una territorial de la misma Asamblea, nadie se ofendió. Y aún hubo aplausos, cuando soltó: «Hay que preservar el valor del 1-O. No podemos permitir que se diga que no sirvió de nada, que fracasó y que ahora hay que buscar otras vías. Sería un error pensar que debemos cambiar la estrategia y mantener los liderazgos, cuando lo que debemos hacer es mantener la estrategia y cambiar los liderazgos».
«La independencia se hace sin el permiso de España»
Como «institucionalmente, con un presidente españolista en la Generalitat, ya no se puede retroceder más», ahora su temor es el retroceso en el ámbito de las ideas y de las estrategias. «La independencia se hace sin el permiso de España o no se hace. Ahora el viento nos sopla en contra, pero el motor debe estar engrasado, funcionando, en marcha, aunque esté al ralentí, preparado para arrancar cuando se den las circunstancias», dijo para animar a los asistentes. «¿Somos muchos o pocos? Depende. Quizás no somos tantos como en algunos momentos, pero, para lo que debemos hacer somos suficientes. En Arenys de Munt montaron la consulta 12 personas, y miren el efecto que tuvo», recordó contra el mantra de la desmovilización.

Y, por si quedaba alguna duda, quiso marcar las distancias con la dirección de la ANC desmarcándose de Òmnium y, específicamente, de su presidente, Xavier Antich. No soporta la metáfora de Antich contra la nostalgia del 1-O, aquella que dice que continuar hablando del referéndum de 2017 es como seguir pensando en «el polvo de los 18 años cuando se tienen 70″. Desde el punto de vista de Costa, «no se le podía ocurrir una manera más desagradable de deslegitimar el 1-O». Òmnium es, precisamente, la entidad independentista con la que Llach está reconstruyendo puentes, por eso la ANC compartió la organización de la manifestación de la Diada, «al precio de no mencionar el 1-O en el manifiesto». «A veces la unidad es un freno. Yo quiero estar en la mesa con los que quieren hacer, no con los que quieren no hacer», sentenció. Y esto es solo el principio. No se quedará quieto.