La configuración del nuevo gobierno de Pedro Sánchez ha redibujado de facto el mapa de la izquierda española y ha evidenciado definitivamente la ruptura entre Sumar y Podemos. El diseño de la parte de Sumar presente en el ejecutivo estatal, que ha reordenado el poder interno entre sus diferentes familias políticas, ha dejado a Podemos a la cola de todas ellas. Sumar ha apostado por Más Madrid y ha elevado el perfil de Mónica García, que pasa de ser la cara de la oposición a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a ser ministra de Sanidad. Otra formación de la izquierda que progresa con el liderazgo de Sumar es Catalunya en Comú, que pasa a dirigir el Ministerio de Cultura, una cartera con más peso que Universidades. Es más, la alianza entre las dos formaciones se hace evidente con la figura del ministro, Ernest Urtasun, que también se mantiene como portavoz de Sumar. Finalmente, Izquierda Unida conserva un ministerio con la cartera de Sira Riego en Juventud e Infancia. Expertos consultados por El Món consideran que todos estos movimientos de Sumar para modificar la correlación de fuerzas de la izquierda progresista se hacen con el objetivo de liquidar Podemos.

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El fundador de Podemos Juan Carlos Monedero considera que «hay una voluntad» por parte de Sumar de «hacer desaparecer» a Podemos. «La lectura que hace la militancia y la dirección de Podemos es que ha habido una voluntad de poner fin a esta fuerza política», sentencia, y lamenta que «se ha desenterrado el hacha de guerra y desgraciadamente habrá demasiados episodios de lucha entre las izquierdas que debilitarán la tarea correcta, que es hacer una buena política pública». El politólogo Pablo Simón, profesor en la Universidad Carlos III, también comparte que Sumar quiere acabar con la formación violeta, pero señala que, de hecho, «Podemos ya no suma nada». «Podemos no tiene cargos, no tiene casi militantes, por lo tanto, este instrumento ha ido muriendo de manera progresiva», añade.

El politólogo de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) Toni Rodon, por su parte, resalta que la reordenación de la correlación de fuerzas del espacio que forma Sumar es para que «se vayan de la coalición», puesto que «los ha excluido absolutamente de todo». «Podemos queda como el último mono», dice, y ahora la formación de Belarra tiene que decidir qué hace: «Si parte peras y se arriesga en solitario o si, poco a poco, intenta cambiar la coalición en su favor o hacia una situación más favorable».

Simón señala que la dirección actual de Podemos está emperrada a «preservar una marca» que hoy en día, según él, «tiene más valor nostálgico que peso electoral». En este sentido, expone que Más Madrid ocupa su espacio a Madrid, Compromís hace lo mismo en el País Valencià, los Comunes, en Cataluña, e iU y el PCE, en Andalucía. «Podemos no tiene espacio», dice Simón, y añade que el paso natural era evolucionar dentro de Sumar, pero considera que la dirección actual de Podemos no ha aceptado el cambio de dirección: «Siempre quisieron liderar Sumar».

El detonante de la guerra

Rodon señala que la guerra entre Sumar y Podemos surge de «una discrepancia ideológica de fondo», puesto que «Díaz tiene un perfil más moderado, más de establecer vínculos más estrechos con el PSOE» y, por otro lado, Podemos «tiene una idea más combativa del partido y tendría que ir algo más a la izquierda». A todo esto, hay que añadir «una cuestión personal», porque «las aspiraciones» políticas de Yolanda Díaz i Irene Montero han provocado la «rotura del partido». «Esto acostumbra a pasar bastante en los partidos nuevos que gobiernan, que son horizontales y que ven que no pueden funcionar así y se verticalizan. Y esto acaba provocando tensiones internas», sentencia.

Por otro lado, Monedero también apunta «un elemento objetivo estructural» en esta guerra, puesto que «lo que queda del régimen del 78 considera Podemos el culpable de su situación porque rompió el bipartidismo, no permitió más trapos sucios al rey emérito y es una fuerza política que consiguió que a una izquierda a la que se le prohibía entrar en el gobierno entrara». También apunta a «un profundo error» en la construcción de Sumar porque Díaz «se ha apoyado mucho en gente que estuvo en Podemos y después se vio que tenía mucha animadversión contra Podemos», y deja claro que, de esta batalla, el único beneficiado es el PSOE.

En cambio, Pablo Simón pone énfasis en el hecho de que «militantes y cuadros de Podemos se han ido a Sumar y ya están integrados sin ningún tipo de problema» y Podemos se incorporó a la coalición para «asegurar su supervivencia, porque si no habría estado muy poco probable que consiguieran representación en el Congreso». «Podemos ya estaba en un proceso de descomposición y se ve obligado a entrar a disgusto», pero revela que «la dirección de Podemos quería que el gobierno no repitiera».

El secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, en un acto de Sumar-En común Podemos / ACN
El secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, en un acto de Sumar-En común Podemos / ACN

La oferta ministerial a Nacho Álvarez

El todavía secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, rechazó ser ministro porque no contaba con el apoyo de Podemos, y decidió que abandonaba sus cargos al partido. El politólogo de la UPF Toni Rodon considera que la oferta de Sumar era para «crear conflicto» en Podemos ​porque «no es lo que quería el núcleo duro» del partido». Una opinión similar a la de Monedero, que dice que lo que «no tiene sentido es que tú digas a una formación política quien será su ministro». «Si no funcionan desde cierta corresponsabilidad, desde el respeto mutuo, desde la asunción que hay un frente amplio y que hay un gobierno de coalición porque se necesitan todos, las cosas no pueden funcionar», advierte.

Pablo Simón, por su parte, subraya que la operación Nacho Álvarez «es un intento de debilitar la dirección» del partido y no contra el partido en sí, y deja muy claro que «es paradójico que ofrezcas un ministerio a alguien de la dirección de Podemos, esto se entiende como debilitar a Podemos». «Es una pelea para asegurar su continuidad en política porque, si no, a que se debe la insistencia que Irene Montero tiene que estar en Igualdad», pregunta. Y, así mismo, apunta que «Nacho Álvarez era alguien prestigiado en todas las direcciones» y deja claro que «el espíritu de Podemos está representado» Pablo Bustinduy, que es uno de sus fundadores.

Pablo Iglesias, el responsable del ascenso de Yolanda Díaz

Lo más paradójica de todo es que el exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, es el responsable del papel actual de la líder de Sumar, puesto que él mismo la designó como sucesora sin ningún proceso de primarias porque consideraba que era el mayor activo electoral. En este sentido, el politólogo de Carlos III cree que «se tiene que ser consecuente con las decisiones que se toman» y deja claro que «Iglesias puso Yolanda Díaz en el carril central». Así mismo, el fundador de Podemos apunta a que «la salida de Pablo Iglesias cogió la organización con el pie cambiado», pero subraya que él mismo designó a Díaz sin que ella formara parte de Podemos y «esto, sumado a la falta de sintonía personal, acabó de cortocircuitar los canales de comunicación». Juan Carlos Monedero, además, defiende que sobre Podemos «no tiene que hablar nadie que no sea Ione Belarra» y dice que «no es bueno» ni para Iglesias ni para la formación lila que él tenga un papel de «portavoz oficioso».

Yolanda Díaz, con Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados, en una foto de archivo / Europa Press

¿Es creíble la amenaza de romper la disciplina de voto?

Después de quedarse fuera del ejecutivo español, Podemos ha querido marcar perfil y asegurar que sus cinco diputados responderán a su propia política. Un aspecto que Juan Carlos Monedero encuentra «lógico cuando la coalición a que perteneces ha expresado su voluntad de hacerte desaparecer». «Si alguien piensa que los cinco diputados de Podemos se dejarán aniquilar es que no han entendido la lectura que hizo la izquierda del gueto de Varsovia», manifiesta, y afirma que «es el gran error de Sumar, que no se da cuenta de que con su comportamiento está poniendo en pie de guerra a Podemos». Aun así, pone énfasis en el hecho de que la «reconstrucción» de Podemos debe que pasar por intentar marcar «el rumbo del gobierno de coalición», y no partiendo de los posibles «fracasos» que tenga el gobierno de coalición de Pedro Sánchez.

Simón, por su parte, recuerda que los grupos tienen disciplina de voto y que si Podemos la rompiera «tendrían que ir al grupo mixto». En este sentido, opina que «ellos quieren marcar su propio perfil pero, a la vez, tener los recursos parlamentarios» y otro factor que cree que se tiene que tener en cuenta es que «las bases de Podemos votaron a favor del apoyo a este gobierno con más de un 80%». Por lo tanto, no cree que esto acabe pasando porque está en juego su visibilidad como partido, puesto que si acabas en el grupo mixto perderían recursos, tiempos de intervención, visibilidad y despachos. Una situación que, según él, los abocaría «a la irrelevancia».

En cambio, Rodon considera «posible» que se acabe rompiendo el grupo porque «hay una tensión por parte de las dos bandas que se podría llegar a producir la ruptura».

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