El discurso del Rey la noche de Navidad es una de las fechas señaladas del calendario españolista, sea cual sea la tendencia política que lo marque. Tanto el Partido Popular como el Partido Socialista se han levantado la mañana de Navidad celebrando las palabras de Felipe VI, quien ofreció el pasado martes una de las intervenciones a la población más explícitamente políticas que se recuerdan desde las amenazas del día 3 de Octubre de 2017. Ahora bien, conservadores y socialdemócratas, según se desprende de las intervenciones de sus portavoces, escucharon intervenciones muy diferentes: para la derecha, el monarca «demostró su compromiso inquebrantable con España«; mientras que el partido del gobierno español destaca el «reconocimiento de la dignidad de todos los seres humanos» que, a su parecer, destilan sus palabras sobre la inmigración, y celebra la llamada «contra el ruido político» y «para escuchar las demandas de la ciudadanía».

La cuestión migratoria consta entre las que han tenido interpretaciones enfrentadas entre los dos grandes partidos del régimen del 78. Para la secretaria general de los populares, Cuca Gamarra, el discurso del Borbón reclama «impedir que la diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido». Por su parte, la presidenta socialista, Cristina Narbona, ha leído en las palabras de Felipe VI una respuesta a «algunos discursos xenófobos que hoy proliferan y que solo pueden causar más tensiones sociales». Narbona, así, ha celebrado la defensa que la Corona hace, a su parecer, de «la dignidad de las personas migrantes, hayan nacido donde hayan nacido y vengan de donde vengan». Es decir, ambas organizaciones, que no se arrugan en los elogios al monarca, interpretan a su favor las posturas que la Casa Real ha querido marcar respecto al control de fronteras, uno de los asuntos que más los ha enfrentado, especialmente a raíz de la polémica por la acogida de los menores migrantes bajo tutela del gobierno canario.

La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, este miércoles / ACN

El escudo constitucional

En su intervención, Felipe VI hizo una férrea defensa de la Constitución del 78 como herramienta para preservar los valores que atribuye a las instituciones españolas, una postura que ha querido enarbolar Gamarra, quien ha reclamado para sí la «vocación de contribuir a la concordia» de los populares, la misma, asegura, que «inspiró» la Carta Magna. Los socialistas también han hecho bandera, sin contradicciones en este sentido, del llamado a respetar el texto constitucional. El partido, ha declarado Narbona, «comparte plenamente el compromiso del Rey con los valores que fundamentan nuestro Estado social y democrático y el pacto de convivencia de la Constitución de 1978». En el sentido de esta convivencia, sin embargo, sí hay espacio para las chispas: ambas formaciones se han lanzado en cara entre ellas el «ruido» que marca el debate político español, y que bloquea «la demanda de serenidad que llega de la ciudadanía». Tanto Gamarra como Narbona han apuntado al otro lado del hemiciclo para situar el origen de la ruptura de la «serenidad», si bien coinciden en que volver a unas formas más pacíficas es «la mejor receta para seguir conviviendo en paz y libertad».

Las salvas constitucionalistas han estado en el centro de las críticas desde las izquierdas y los partidos soberanistas hacia el discurso del Monarca. El portavoz del Partido Nacionalista Vasco en el Congreso, Aitor Esteban, ha lamentado la «visión idílica» que la Corona conserva de la ley orgánica; y ha recordado que la sociedad vasca no apoyó el texto en su momento -como tampoco lo hizo la catalana-. Los jeltzales han recordado, así, las demandas desde todos los espacios políticos externos al turnismo del 78 de «modificarla». Fuera de los laureles populares y socialistas, Esteban ha criticado la «continuidad» de las posiciones de Felipe VI respecto de «lo que hacía su padre». «Insiste en negar la existencia de la nación vasca, en tanto que afirma que únicamente en el Estado hay una nación, la española», ha lanzado el diputado -un grito que también han lanzado las fuerzas independentistas desde la ofrenda floral a Francesc Macià-. Más agrio ha sido el disenso de EH Bildu: los abertzales han recordado, por voz del diputado Jon Iñarritu, la distancia que hay entre monarca y ciudadanos. «Un año más este señor repasa la actualidad hablando de todo, excepto de los escándalos y corruptelas que se conocen de la Casa Real», ha rematado Iñarritu; recordando que la institución «ni es modélica, ni ejemplar, ni transparente ni democrática».

Cristina Narbona / ACN
Cristina Narbona / ACN

El Felipe VI más político

La intervención del Borbón, cabe decir, fue mucho más marcadamente política que el resto de las que ha hecho en los 10 años que lleva siendo jefe de Estado, escapando de nuevo de la neutralidad conservadora que había marcado el reinado de Juan Carlos I y que había heredado el mismo Felipe -con sonadas excepciones-. El coordinador federal de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, ha sido especialmente crítico con el coqueteo «permanente» del monarca con los límites de sus atribuciones constitucionales, siempre a favor de las posturas de la derecha españolista. En un sentido similar, la secretaria de Comunicación de Sumar, Elizabeth Duval, ha denunciado la «derechización» de las palabras de la Corona. «No está a la altura de los retos que tenemos como país», ataca Duval, lamentando la ausencia de cuestiones centrales en el debate público como los ataques israelíes a Palestina o las violencias machistas.

Cabe decir que la prensa madrileña hace tiempo que recoge las intenciones de Felipe VI de convertirse en un actor político relevante en los foros españoles, en flagrante contradicción con el rol que reserva para él la legalidad del Estado. Todo ello, especialmente, desde el nombramiento del exdiplomático español Camilo Villarino como jefe de la casa real, tal como explicaba un reciente reportaje del digital ElDiario.es. A pesar de que ha trabajado con ejecutivos tanto populares como socialistas, se le conoce por haber sido una de las figuras más relevantes del ministerio de Exteriores en el corto período de tiempo que tuvo al frente a Arancha González Laya, durante el primer gobierno de Pedro Sánchez.

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