Cataluña empezó el pasado domingo con las elecciones al Parlamento del 12 de mayo, como mínimo, una nueva pantalla política. Los pactos, acuerdos o desacuerdos indicarán si, además, la nueva pantalla, supone una nueva legislatura, un nuevo Gobierno y, incluso, un nuevo ciclo político. Los 42 diputados del PSC pueden sumar con ERC y los Comunes una mayoría, o socialistas con Junts; todo ello, con 26 diputados del PP y Vox. Todo dependerá de cómo se resuelva la aritmética parlamentaria que dejaron las urnas que permite combinaciones endemoniadas. Pero esta situación no es una novedad en la historia política catalana.
Los presidentes Jordi Pujol, Pasqual Maragall, Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra o Pere Aragonès se han visto envueltos en investiduras complejas, y muchas causadas por la dificultad de construir pactos por la aritmética de los escaños. Se puede afirmar que la política autonómica en Cataluña solo ha tenido investiduras fáciles durante las mayorías absolutas agobiantes de la Convergència i Unió de Jordi Pujol. Incluso, como si fuera un culebrón de

Pujol, solo cuatro investiduras tranquilas
La primera investidura del presidente Jordi Pujol se registró el 24 de abril de 1980. Pero fue en segunda vuelta. Una investidura que marcó la evolución política de Cataluña en los siguientes años. Pujol fue investido con los votos de los 43 diputados de CiU, los 18 de Centristas de Cataluña y los 14 de ERC que lideraba Heribert Barrera. La decisión de ERC de apostar por Pujol dejó Joan Reventós, que obtuvo 33 escaños, fuera de la presidencia y envió a los socialistas al ostracismo del Parlamento durante años y cerraduras. Los socialistas contaban también con el apoyo de los 23 diputados del PSUC. ERC también pagaría con dureza la decisión con magros resultados de los republicanos en las siguientes contiendas electorales.
Pujol no necesitó apoyos explícitos o implícitos hasta la investidura de la V legislatura, en diciembre de 1995. El entonces líder de CiU se tuvo que presentar a la segunda vuelta hasta conseguir ser investido por mayoría simple, con una combinación bastante curiosa, la abstención del PSC, -que lideró el entonces alcalde de Girona, Quim Nadal- del PP y de ERC. Todo ello en un ambiente de contrapoderes y ayudas entre Madrid y Barcelona. Pocos meses después, CiU firmaba el pacto del Majestic con el PP, que le haría desear el futuro político de la formación en los años siguientes. En 1999, con la VI legislatura, las cosas ya se pusieron algo más difíciles, CiU perdía la mayoría absoluta y vio como el PSC de Pasqual Maragall ganaba en votos populares. Hubo un intento de acuerdo entre CiU y la ERC, pero no salió bien. Finalmente, los 12 diputados del PP apoyaron a los 56 de Convergència, en un acuerdo de último minuto firmado por Josep Antoni Duran y Lleida, en una columna del salón de los Passos Perdut.

El primero tripartito
Pasqual Maragall fue investido presidente después de unas duras e intensas negociaciones entre José Zaragoza, Joan Saura y Joan Puigcercós. El resultado electoral permitía el Tripartito, un invento patentado por Jordi Portabella en el Ayuntamiento de Barcelona, en las municipales anteriores. Un acuerdo entre socialistas, ICV-EUiA y ERC que se negoció mientras los republicanos mantenían conversas con CiU, entonces liderada por Artur Mas. Entre los negociadores, Josep Antoni Duran y Lleida y Joan Ridao. Los republicanos estaban sorprendidos de como los convergentes los aceptaban todas las demandas que proponían. La premonición del acuerdo vino por el acuerdo para la Mesa que eligió presidente Ernest Benach. El segundo Tripartito ya no requirió una larga e intensa negociación. El acuerdo llegó al cabo de pocos días de confirmar los resultados electorales. De hecho, el pacto se acabó de configurar en el establecimiento Mantequerías Leonesas. El segundo tripartito invistió José Montilla.

Era de Artur Mas, ni investiduras ni legislaturas tranquilas
Las elecciones de 2010 dejaron la posibilidad que Artur Mas, el líder de CiU, fuera investido. Obtuvo 62 diputados después del derrumbamiento de las formaciones del tripartito. Todo y la holgada mayoría, Mas sudó la gota gorda para obtener la clave de la casa dels Canonges. La clave le dio el PSC. Montilla renunció al acta de diputado y Quim Nadal se quedó el mando del PSC con 28 diputados en el Parlamento. Nadal ofreció un acuerdo de cinco puntos a cambio de la abstención. El pacto se firmó in extremis de la segunda votación.
Aquella experiencia duró poco. Mas avanzó las elecciones después del fiasco del concierto económico y de la manifestación del 11 de septiembre de 2012. El batacazo fue imponente, pasando de 62 a 50 diputados, y la recuperación de ERC que ya había cambiado de liderazgo y contaba con Oriol Junqueras y veinte diputados más. Finalmente, hubo acuerdo en primera vuelta, con el que se denominó el «Pacto de la Libertad». Es decir, un acuerdo para celebrar una consulta soberanista. Fue en aquellas negociaciones donde se estableció el lema «Keep Calm and Trust Junqueras» y el inicio de una relación pésima entre Mas y el aún líder de ERC.


El ‘Procés’ abre nuevas dinámicas
Sin ningún tipo de duda, la investidura de Carles Puigdemont, el 9 de enero de 2016, pasará a la historia como un
Las elecciones del 155, el 21 de diciembre de 2017, también dejaron unos números pocos claros. Juntos, ERC y CUP sumaban, pero rechinaba el acuerdo. Se intentó que el candidato a la investidura fuera Carles Puigdemont, ya al exilio, pero la Mesa del Parlamento, con la presión de los tribunales, lo evitó. El siguiente candidato era Jordi Sánchez, pero, ya en la prisión, fue prácticamente imposible proceder a su investidura. El tercer candidato fue Jordi Turull que celebró el debate de investidura fallado, y no pudo repetir candidatura, porque Pablo Llarena, el magistrado instructor del Proceso, lo enchironó otra vez. Antes del plazo, y después de una plácida asamblea a Cervera, la CUP dio el sí al último candidato propuesto por Junts, Quim Torra.
Las siguientes elecciones, celebradas en pandemia de la COVID-19, cambió el podio de los resultados electorales. ERC avanzaba en un escaño a Junts y, por lo tanto, asumía la presidencia de la Generalitat. El acuerdo con la CUP fue rápido, no tanto con Junts que se las hizo desear. Dos reuniones en fin de semana en el Lluçanès y en Alella, con Jordi Sánchez, que aprovechaba permisos penitenciarios, facilitaron finalmente la investidura con un reparto de carteras equitativo.
