La Candidatura de Unidad Popular se ha apresurado a responder el apoyo del número 3 de Juntos+Puigdemont por Cataluña, Josep Rull, al macroproyecto del Hard Rock. En un acto político celebrado a Reus, la candidata por Barcelona de los anticapitalistas, Laia Estrada, ha atacado Rull para defender el casino como una iniciativa de «turismo familiar» y «de alto valor añadido». «¿Dónde llevan a sus familias esta gente?», ha ironizado Estrada, instando el ex consejero de territorio a «explicar» la valía del parque de juegos de azar. En esta línea, la presidenciable ha reclamado poner fin a una agenda económica que «gentrifica las ciudades y expulsa las vecinas». Contra esta tendencia, asegura que «una CUP fuerte quiere decir tener un Parlamento más independentista, más de izquierdas y más soberano» respecto de las agendas españolas y de las grandes empresas.
Así, Estrada se ha reivindicado como «el único voto de izquierdas e independentista» que garantiza una legislatura genuinamente catalana. Todo y las fronteras electorales, la número 1 por Barcelona ha continuado sus ataques contra ERC, a quien acusa de «pujolejar» en competencia con Juntos; y contra los Comunes, tildando la formación de Jéssica Albiach de «marca blanca del PSOE» a través de su vínculo con Sumar. Ambas formaciones, lamenta, priorizan los pactos con «el PSC más de derechas y españolista de la historia»; hasta el punto de «no poder diferenciarse» en cuanto al programa de la formación que lidera Salvador Isla. En este sentido, el presidente al exilio Carles Puigdemont, el presidente de la Generalitat Pere Aragonès y el mismo Illa conforman el que la líder cupaire tilde de «tripartito del Hard Rock». Sergi Saladié, número 1 de la izquierda independentista por Tarragona, ha rechazado las posturas de aquellos que «miran hacia otro lado» ante promociones como la Copa América, la Fórmula 1 o la nueva fábrica de la surcoreana Lotte en Mont-roig del Camp. Los grandes partidos catalanes, acusa Saladié, ignoran «la crisis climática, energética y social, que van estrechamente vinculadas».

Pacto antifascista
El acto de la CUP a Reus, uno de los últimos de la campaña, ha sido lo primero que la formación ha celebrado después de la ratificación por parte de PSC y Juntos del pacto antifascista promovido por la organización Unidad contra el Fascismo y el Racismo (UCFR), que compromete el arco parlamentario a rechazar cualquier alianza «por activa o por pasiva» con Vox y con el partido de Ripoll. Aun así, las principales voces de la izquierda independentista continúan poniendo sobre la mesa el peligro que supone la entrada de fuerzas ultra en la cámara, aunque estén aisladas de toda la actividad legislativa. «Necesitamos que el diputado de Tarragona sea del Esquerra Independentista, y no del fascismo», ha arengado los votantes Eloi Redón, número 2 por la demarcación y antes portavoz de la plataforma Paramos el Hard Rock. La situación de competencia directa con los brazos de la reacción en Cataluña se da también, como recordaba en Molins de Rei el candidato sabadellense Xavier Pellicer, en Lleida, donde Bernat Lavaquiol bronca un escaño con, entre otros, el partido de Ignacio Garriga y Santiago Abascal. Contra el adelanto de este tipo de ideologías, Redón receta un impulso a las políticas sociales. “Las miles de horas de las maestras dentro y fuera educando, los que mantenemos el catalán por una vida digna, todas las horas de los campesinos que trabajan por nuestra soberanía alimentaria, el trabajo de los médicos y enfermeras para darnos sanidad de calidad. No tienen precio”, declaraba el candidato, garantizando que un voto a los cupaires servirá para mantener las luchas por los servicios públicos, así como por la autodeterminación de Cataluña: “Nosotros nos pasamos horas organizando el 1-O y pusimos el cuerpo, nosotros no renunciamos al independentismo a cambio de nada”.