Una profunda discrepancia aleja Clara Ponsatí de quien ha sido su referente necesario durante años al exilio, Carles Puigdemont. Ponsatí precisó hace meses que ella no compartía ni el discurso ni la estrategia del expresidente. No quería hacer “de comparsa”, comenta. Poco a poco ha ido dando forma a una nueva opción política. “Una herramienta que no podía ser Juntos”, como ella recalca. Ahora acaba de registrar Alhora como partido político y se presenta con esta fuerza como candidata a la presidencia de la Generalitat. Sus afirmaciones tienen la fuerza de quien ha ido madurando durante mucho de tiempo qué necesita el independentismo, pero también revelan la improvisación que ha forzado la convocatoria avanzada de las elecciones del 12 de mayo.
¿Qué le pasó, políticamente, con el presidente Puigdemont, porque usted haya decidido que la ha decepcionado?
[Riu] Carles Puigdemont era el presidente durante el 1 de octubre. Creo que la decepción que podemos tener con él, políticamente, no yo, sino mucha, mucha gente que participó en el referéndum, la gente que creía que aquello era verdad, tiene un motivo muy claro.
Una decepción, la de usted, tardía. La podía haber concretado antes de participar en una lista electoral en el Parlamento europeo con un número uno que, segun usted, había decepcionado tanta y tanta gente.
Sí. Es cierto. A ver, mi decepción política llega el 1 de octubre por la noche. Otra cosa es en qué momento decido hacer público que hace falta un proyecto político alternativo. Han pasado años mientras tanto…
¿Por qué ha dejado que pasara tanto tiempo?
He sido exiliada, he sido perseguida, me he tenido que defender durante el exilio. Creo que la tarea que se ha hecho desde el exilio, consideradas las circunstancias, ha sido productiva, pero ha llegado un punto en que Carles Puigdemont opta para volver a la política española. Y yo no. Y creo que es el momento en que realmente hace falta una fuerza independentista que no siga la jugada política española.
¿Es decir, que la gota que desborda el vaso cae cuando Carles Puigdemont decide investir Pedro Sánchez presidente del gobierno español?
Sí.
Usted no lo habría investido.
No.
¿Por qué?
Porque creo que reforzar la estabilidad de España no ayuda a Cataluña.
¿Ayuda a Cataluña la desestabilización en España, el enfrentamiento continuo?
Sí. En el combate por la independencia, a Cataluña le conviene que, cuanto más inestable esté España, mejor.
¿Hasta dónde habría llegado usted en los hechos de octubre del 2017?
Durante los hechos de octubre, o bien habría obedecido los resultados del referéndum, que es lo que legalmente estábamos obligados a hacer, según las leyes que aprobó el Parlamento de Cataluña, o bien habría reconocido abiertamente que no teníamos las herramientas para hacerlo, si es que ellos pensaban que no teníamos las herramientas para hacerlo. Una de las dos cosas. Pero no se hizo ni la una ni la otra.
¿Cree que el gobierno de la Generalitat en aquel momento tenía las herramientas para haber ido más allá?
El pueblo de Cataluña claramente tenía herramientas para ir más allá. El que no tenía el pueblo de Cataluña en aquel momento era un liderazgo capacitado para hacerlo.
¿Fue solo responsabilidad de Carles Puigdemont o también responsabilizaría a parte de su partido y parte del gobierno?
El partido de Carles Puigdemont, obviamente, no el mío. Yo no tengo partido. Al menos no tenía hasta hace un mes. Desde hace un mes estoy en un nuevo estatus vita. Y esto es una novedad absoluta. [Ríe]
Está claro. “Su partido” quiere decir exactamente el de él.
Evidentemente. Cuando hablo de liderazgo no hablo de un liderazgo individual. Estas decisiones son colectivas. Había un gobierno, había dos partidos muy importantes que estaban en coalición en el parlamento y en el gobierno. Cuando hablo del liderazgo que falló me refiero a todos, evidentemente. Se puede pasar lista de personas y yo tengo mis teorías sobre quienes actuaron mejor o peor, pero tampoco a estas alturas, tampoco es tan…
¿Alguien actuó bien según su criterio?
¿Dentro del gobierno?
Sí.
A ver, llegó un día en que hicimos una votación sobre si teníamos que hacer aquella proclamación de independencia de diez minutos y solo hubo un voto en contra, que fue el mío. Creo que ahí yo actué bien. Si se proclamaba la independencia, se proclamaba la independencia. Y si no, dimitíamos, convocábamos elecciones y aceptábamos que teníamos que decir al pueblo de Cataluña que habíamos hecho un referéndum, sí, pero que no nos veíamos capaces de respetar el resultado.
¿Hasta donde estaría dispuesta a llegar ahora?
¿Ahora? ¿Hasta las elecciones del 12 de mayo?
Sí. Y después de las elecciones, obviamente, si dependiera de usted. ¿Hasta donde estaría dispuesta a llegar en el enfrentamiento directo con España?
Después de las elecciones del 12 de mayo ya hablaremos después de las elecciones del 12 de mayo.
Lo digo porque usted reivindica no enredar a la gente. Por eso es necesario que la gente sepa hasta donde llegaría su candidatura en ese compromiso antes de la votación.
Ya le digo que depende de cuales sean las circunstancias después de las elecciones. Y hoy no saldré de ahí. [Ríe]. Me sabe mal. Me parece que, si de lo que se trata es de poner en discusión quien tiene credibilidad y quien no tiene, nosotros tenemos una ventaja: de momento no hemos engañado a nadie. No se trata de hacer grandes promesas sobre mi disponibilidad.

Li pido que haga una declaración de intenciones.
Las intenciones dependen de las circunstancias. La declaración que he hecho hace poco es que nosotros no participaremos en la política española. No haremos del pacto con las autoridades españolas nuestra agenda política. Por lo tanto, ya lo veremos. Si estamos en el Parlamento, ya explicaremos qué es el que tenemos que hacer, según las circunstancias. Y si no estamos, también lo explicaremos, porque no pensamos dejarlo correr, en principio, tan deprisa. Por lo tanto, ya hablaremos.
¿Sabe usted qué es el “processisme”?
El otro día pedí a un amigo que me diera una definición y no me la acabó de dar. Usted cuál haría?
Pobre de mí. Yo soy quien pregunta, de todas maneras.
Pues, la respuesta es no. No sé muy bien qué es, porque es una palabra que se usa mucho, pero que no acabo de saber muy bien qué quiere dir. Es un insulto, un reproche que se hace a mucha gente.
Exacto. Para aclararnos un poco, le diré que es un reproche que se hace a aquellos que han hecho, del proceso, una manera de vivir. Mucha gente también les critican haberlos engañado.
Yo no digo que toda la gente que participó en el proceso estaban engañando al pueblo. Yo digo que se llegó a un punto en que el Parlamento de Cataluña aprobó unas leyes y al cabo de pocas semanas se puso de manifiesto que, o bien las habían aprobado pensando que no desobedecerían o bien son extremadamente inútiles. Una de las dos cosas. En realidad, qué es peor? Alguien que te engaña mucho o alguien que es muy inútil?
Es una buena pregunta. Quizás un poco retórica.
Hoy no lo aclararemos.
En todo caso, lo digo porque una parte de la gente que usa este insulto, que hace este reproche, los “antiprocesistas”, la incluyen en usted en el paquete.
Sí. Es un adjetivo que también me aplican. Por eso el otro día pedí a un amigo la definición. Me gustaría que el diccionario lo aclarara para poder hablar con más precisión. [Ríe].
Si yo le digo “procesista”, ¿usted no se siente involucrada?
Le daré una respuesta cuando se precise el término.
Una última consideración sobre su relación con Carles Puigdemont. Cuando usted deja Junts…
Yo no he sido nunca de Junts!
Lo sé. Lo diré mejor. Cuando usted deja la marca de la lista con la que se había presentado a las elecciones europeas…
Me presenté con esta marca, que no era Junts, y que incluía un señor de Esquerra Republicana! Mira si era transversal.
Un señor de Esquerra Republicana que su partido ya no consideraba de los suyos…
Era diputado de Esquerra Republicana hasta el día que empezó a ser eurodiputado. Aclaremos las cosas. Yo era independiente y he sido independiente hasta el día que fundé Alhora.
Eso no la hizo una lista muy transversal…
La hizo mucho más amplia que la de un partido político.
En todo caso, cuando usted decide hacer una rueda de prensa para anunciar que esta relación se ha acabado…
No. Yo no decidí hacer una rueda de prensa. Yo expliqué mi visión sobre cómo se había estirado el chicle de las supuestas victorias a Europa que nos llevarían a un retorno triunfal y conseguirían la independencia.
Aquel día Carles Puigdemont sí que había programado una rueda de prensa…
Es el día, sí, que el Tribunal de Justicia había tomado una decisión. Ellos la comentaron mucho y yo la comenté en otra rueda de prensa.
Ellos le reprochan haberlo hecho el mismo día…
Cada cual habla cuando tiene los micros delante. Yo tenía reservas sobre la narrativa que se estaba usando sobre los casos judiciales a Europa, y ya lo había dicho muchas veces y aquel día lo volví a decir. Y evidentemente aquel se me escuchó.
A partir de aquel momento usted empieza a encarrilar una nueva fuerza política...
No. No fue en aquel momento. Que yo piense que hacen falta nuevas herramientas políticas es anterior. No he sido nunca de Juntos porque siempre me ha parecido que no era la herramienta con la cual yo podía hacer política. La reflexión y las discusiones con posibles colaboradores son anteriores. Aquel día se habló y yo di mi opinión, en vez de hacer de comparsa de Carles Puigdemont, que es lo que ellos esperaban que hiciera y que yo no hice. Aquello les causó una gran decepción. Me sabe mal. Carles Puigdemont sabe que tengo opiniones que expreso como puedo y cuando puedo, y que él conoce en la medida en que las quiera escuchar.
¿Le había comentado alguna vez a Carles Puigdemont la necesidad de encontrar una nueva herramienta política?
Con Toni Comín, que es la persona con quien he tenido una comunicación mucho más fluida y cómoda, he hablado muchas veces, sí, desde hacía mucho más tiempos. A ver, hablábamos y ellos sabían que yo no era del partido.
¿Y se veía usted en aquellos momentos liderando una nueva opción política?
A ver…
Usted es la candidata a la presidencia de la Generalitat por un partido que se llama Alhora…
Sí. Y que ya veremos qué consigue, porque las cosas están muy abiertas. Sssssí. Siempre he pensado que aquello que acabaría poniéndose en marcha que yo estaría al frente. Si al frente quiere decir ser la primera de la lista para las elecciones catalanas u ocupar el número dos o el número tres, ser candidata a la presidencia de la Generalitat… en aquel nivel de detalle no entraba.
¿Como les ha afectado la convocatoria avanzada de elecciones? ¿Ha cambiado el contenido de presentación de la nueva opción que harán el día de San t Jordi en Barcelona?
Sí. Necesariamente. Hemos tenido que acelerar el proceso de formulación de propuestas.
¿Quién hace estas propuestas en Alhora?
[Ríe]. El grupo promotor.
¿Cuántos son los integrantes de este grupo promotor? ¿Dos?
No. [Ríe]. Más, pero pocos, sí, efectivamente. Alhora es un partido que se constituyó administrativamente como tal una semana antes de la convocatoria electoral. Tomamos la decisión, muy arriesgada, porque también podíamos haber tomado la contraria y decir que no estábamos a punto, que no estábamos preparados, que no teníamos mecanismos ni asociados… ¡Es que no tenemos asociados! Legalmente tenemos los asociados que fuimos al notario el día que dimos de alta el partido…
¿Cuántos?
Me parece que no es un detalle muy importante. Pero somos un grupo muy pequeño. Fuimos a la oficina del notario, estábamos todos y no estábamos amontonados. [Ríe]. Además de nosotros, hay un grupo que son los que desde el principio nos han ayudado. La formulación de estas propuestas que estamos haciendo, la hacemos con esta gente. Hicimos un llamamiento para poder tener los voluntarios necesarios que nos ayudaran a recoger las firmas para podernos presentar a las elecciones, las conseguimos y después hemos llenado todas las listas con setenta y cinco nombres, más una docena de sustitutos, que han puesto su nombre. De entrada, estos son los recursos humanos con que cuenta Alhora.
Eso es un pequeño milagro…
¡Más que pequeño, yo creo que ha sido un gran milagro! Los milagros siempre son milagros, pero esto ha sido un hito muy notable. Cuando nos pusimos a recoger firmas pensé que quizás no lo conseguiríamos. Cuando las íbamos consiguiendo me di cuenta que teníamos que hacer listas. Me senté con una hoja excel, empecé a llenar nombres y cuando tuve algunos vi que faltaban muchos hasta setenta y cinco, más los suplentes. “No lo conseguiremos”, pensé. Pues mira, lo hemos conseguido.

¿Hace alguna predicción respecto a sus resultados?
No.
¿Sabe qué dicen las encuestas?
No. A ver, en las encuestas nosotros no salimos. Y si empezamos a salir, será con números irrisorios. Pero creo que hay posibilidades.
Usted fue la última en la lista de concejales en el Ayuntamiento de Barcelona por la candidatura Primàries. No sacaron ni uno, pero ahora dice que, si extrapolamos sus votantes a Cataluña, podrían obtener representación parlamentaria…
Han cambiado mucho las circunstancias. En algún aspecto han cambiado a favor para que la gente esté más abierta a nuevas opciones, pero en otras, no. Por lo tanto, es muy difícil… El principal problema que tenemos -y lo tengo que reconocer- es que la gente no sabe que existimos. La inmensa mayoría de los votantes -y sobre todo, entre el votante independentista comprometido- no saben que existimos. Y si saben que existimos, no han tenido tiempo para saber bastante de nosotros. Todavía quedan tres o cuatro semanas. Ya veremos…
¿Atribuye la culpa a los medios de comunicación?
¿Culpa? Aquí no buscamos culpables. Los medios de comunicación tienen la política de informar sobre el
Los medios públicos tienen muchas restricciones. Los privados, las que se imponen.
Pues también se comportan como si las tuvieran. Eso es lo que pasa.
¿Qué harán con Alhora si no consiguen ningún diputado?
Nosotros queremos que continúe. Dependerá, evidentemente, de qué tipo de apoyo recibimos. Si recibimos menos votos que firmas, quizás nos lo tendremos que plantear, ¿no? [Ríe]. Dependerá, pero en principio nuestro objetivo es mantenernos vivos el día siguiente a las elecciones, tanto si es con representación como si no.
Ustedes no se presentarán a unas elecciones en el Congreso de los Diputados.
No.
Además estas diferencias con los otros partidos independentistas, ¿ideológicamente, como se definen?
Como fuerza política emergente, nos queremos definir por nuestras propuestas. Una vez las hagamos, cada cual sabrá si somos de derechas o de izquierdas, porque esto de la derecha y la izquierda es una cosa que se estira bastante. ¿El Partido Socialista Obrero Español es de izquierdas? Porque si ellos lo son, nosotros somos de extrema izquierda. [Ríe].
Concrétemelo. ¿Qué medidas políticas sociales tomarían ustedes que el PSOE no tome?
Las propuestas que hemos hecho sobre lengua son propuestas de integración social que el PSOE y que los partidos que han estado gobernando la autonomía ciertamente no se atreven a hacer.
¿Están hechas pensando más en la integración social que en la salud del catalán?
En las dos cosas, porque es lo mismo. La salud de la nación tiene que ver con la preservación de la lengua y con la integración de los recién llegados. Y esto se tiene que hacer a la vez.
¿Como entienden la economía? ¿Se acercarían más al modelo de Esquerra o al de la CUP?
Las dos me parecen malas opciones. El problema no es lo que dices retóricamente -estos dos grupos que me comenta hacen grandes declaraciones ideológicas o ideologizadas-, lo que importa es ver qué es lo que han hecho. En los últimos seis años todo el mundo se llena la boca en Cataluña de economía del conocimiento, de industrialización, de nuevas tecnologías, pero el hecho es que las políticas de verdad, donde se vierte el dinero público, alimentan lo que hay. Y lo que hay es una economía muy basada en el turismo y en los servicios, en la precariedad laboral, basada en importar mano de obra en muy malas condiciones y muy mal pagada, y en vivir de este sistema. Nosotros estamos totalmente en contra de mantener estas políticas.
¿Ustedes restringirían el turismo?
Haríamos políticas que no lo promocionaran. La tasa turística es miserable y encima va a parar a actividades de promoción de este mismo turismo. Es cómo si diéramos la tasa del tabaco a las tabaqueras. Creo que también que se han dado demasiadas licencias de vivienda turística.
¿Cree que hay demasiados hoteles?
Sí.
¿Se tiene que ampliar el aeropuerto del Prat?
Si se tiene que ampliar para que haya más vuelos de bajo coste, no hay que hacerlo, ciertamente. ¿Restringiría? Yo soy economista. Cuando usted dice “restringir”, veo alguien planificando o prohibiendo que vengan turistas. No, perdone, no es eso. Pero se pueden hacer políticas a través de las herramientas fiscales, de donde se ponen las infraestructuras… Hay muchas herramientas para hacer otras políticas. No haría el Hard Rock bajo ningún concepto. El argumento de que existen unos contratos… Que nos lo expliquen.
La Generalitat tiene que pagar al propietario de los terrenos, que es La Caixa, si no los dedican a esta actividad…
Alguien debe de tener la responsabilidad. ¿Eso quiere decir que nos tenemos que hipotecar montando una operación Las Vegas junto a Tarragona? No me parece que sea la mejor manera de ofrecer prosperidad.
¿Más o menos intervención de las administraciones públicas sobre la economía?
Hay mucha intervención. Y mucha también inconsistente. La gente que tiene que hacer cosas necesita pasar por el ayuntamiento, por el consorcio de no sé qué, por una consellería, por la otra… Los expedientes van de un lado al otro, ahora te lo devuelven, ahora te lo piden… Hay muchísima intervención. Por lo tanto, yo sería partidaria de simplificar muchos los trámites. Que se sepa quién es el responsable de cada cosa y de facilitar la vida a los emprendedores. Lo cual no quiere decir simplificar la vida a la gente que quiere poner hoteles. Hay que facilitar la vida a la gente que quiere poner en marcha actividades de otra productividad.

¿Quién tiene que delimitar el modelo económico del país, el estado o la actividad privada?
Son los ciudadanos quienes tienen que decidir cual tiene que ser el modelo económico del país. Como propuesta política, creemos en la economía de mercado regulada y en la intervención del estado para la redistribución con políticas sociales. En eso no somos especialmente originales en abstracto. Lo que es importante es como se concretan las cosas.
Veo que no son un partido exactamente marxista…
[Ríe]. Hombre, marxistas, no somos. Esto se puede decir sin…
¿Y qué son?
Somos nacionalistas pragmáticos, independentistas, con conciencia social. Creo que eso es una definición más que suficiente…
¿Pragmáticos, en qué sentido? Enfrentarse con el Estado no es exactamente pragmático.
Perdona. No hay nada más pragmático en el caso de los catalanes que enfrentarse con el estado si queremos sobrevivir. Sin enfrentarnos con el estado no hay nacionalismo pragmático.
¿Y si pierden? Desde 1714 no veo que haya habido muchas victorias…
Perdona! Es que no nos hemos enfrentado con el estado de verdad desde hace mucho tiempo.
¿Desde el 6 de octubre del 34?
Es posible que sí, pero si la entrevista deriva hacia la historia, no me veo capaz. En todo caso, creo que el 2017 no hubo enfrentamiento. Hubo un referéndum, que ganamos nosotros, y después nos retiramos. Ha habido batallas judiciales, algunas las hemos ganado…, pero eso no es enfrentarse con el estado. Eso es litigio hecho con buen abogados.
Dígame una medida económica que su gobierno decidiría como prioritaria.
Un plan de energías renovables que requiere un cambio muy drástico del sistema de permisos y de autorizaciones, y que incluyera al mismo tiempo un mecanismo automático de instalación cuando se trate de autoconsumo con baterías.
Cataluña es el país de “A mi corral, no”…
Sí. El gobierno tiene que ser bastante valiente para enfrentarse a esas actitudes. Esa es una de las grandes enfermedades nacionales, sí. La situación en que estamos en términos de energías renovables es una vergüenza y nos condena a ser la cola de Europa. Cataluña ha hecho dos revoluciones industriales. ¿Esta la tenemos que perder?
Ya la estamos perdiendo.
De momento, la estamos perdiendo, sí señor. Necesitamos dar un empujón bestial.
¿Le parece adecuada la presión fiscal que hace la Generalitat? ¿La acentuaría o la rebajaría?
No la acentuaría.
¿La rebajaría?
Me gustaría hacer unos cuántos números antes de decidirlo, que es otra cosa que no se hace.
¿Mantendría el impuesto sobre el patrimonio?
He visto unos números que ha hecho el profesor Jordi Galí y que denotan que es un impuesto regresivo. Ha sido muy mal diseñado. Prácticamente cualquiera que tiene un piso en Barcelona y que no debe la hipoteca está sometido a este impuesto. Se podría discutir que eso sea una persona rica y, por lo tanto, aquí hay margen de discusión, pero al mismo tiempo el sistema de exenciones y el límite sobre el 60 por ciento del impuesto de la renta acaban implicando que hay gente que es muy rica y que paga muy poco, mucho menos que un profesional acomodado que tiene una segunda residencia. Claramente, este impuesto ha sido mal diseñado y se tiene que revisar.
¿Le parece correcta la presión fiscal sobre las empresas?
He visto un estudio que acaba de publicar la
¿Por qué desleal?
En un país federal habría un pacto fiscal, pero nosotros somos un país ocupado. Lo que resulta ridículo es actuar en fiscalidad como si este fuera un país normal. Yo pido que las cosas se hagan con seriedad y haciendo los números que haga falta. Y que no se usen con frivolidad las discusiones sobre impuestos para sacar pecho a ver quién es más de izquierdas o quién es más de derechas. Eso empobrece la política y conduce a tomar decisiones de manera equivocada. Eso en general pasa con todo. Con toda la legislación. Venga hacer leyes, para poder hablar en las tertulias. ¿Cada vez que haces una nueva eliminas una anterior? Hombre, mírate el corpus legal que tienes antes y elimina algunas cosas porque, si no, ¿qué pasa? Sabes que las regulaciones de la Generalitat ocupan 100.000 páginas y las del gobierno vasco ocupan 8.000? Aquí pasa algo muy grave.
¿Economía creciente o decreciente?
Esto de crecimiento o decrecimiento es una cuestión sobre cómo cuentan la prosperidad los economistas.
Hay partidos que defienden la economía decreciente...
Nadie que sea normal.
Els Comuns o la CUP.
A ver, tráeme un economista que sepa qué es el PIB y como se mide, de la ideología que quieras, y que me defienda el decrecimiento. Eso no es serio.
Hablemos del catalán en la escuela. Ustedes defienden un nuevo modelo basado en lo que denominan “doble red”, pero eso presenta un problema. Si usted en el 80 por ciento de los centros rebaja las exigencias que comporta la inmersión, ni que sea formal, muchos directores y maestros bajarán la guardia…
Es un buen argumento. Ese no lo había oído.
Se lo regalo.
[Ríe]. A ver, si es un 20 por ciento o un 40 el porcentaje de las escuelas que, si tuvieran la oportunidad legal, defendida y protegida, de hacer inmersión en catalán lo hicieran… A nosotros nos preocupa que el derecho de las familias que quieren educar sus hijos en catalán, o porque lo hablan en casa o porque quieran para sus hijos esta oportunidad, no esté garantizado.
Quizás se han equivocado con la fórmula propuesta para conseguirlo.
Quizás sí. En todo caso, lo que celebro mucho es que al menos ahora hablamos del tema. Los argumentos que defienden que la inmersión es un éxito dan risa. Y eso es lo que está diciendo el gobierno de este país ahora mismo, el que ha tenido la responsabilidad de las escuelas durante los últimos seis años. Este partido dice que las cosas van fantásticamente bien y los otros que están en el parlamento han hecho también este discurso y ahora de momento callan. Eso es vivir en el país de Alícia, porque es evidente que el sistema de inmersión hace mucho tiempo que tiene problemas y que en los últimos cuatro, cinco o seis años los tiene de padre y muy señor mío. No reaccionar ante eso es suicida nacionalmente. Nosotros hemos hecho una propuesta, basada en las opiniones de la mayoría de expertos. Es una propuesta que choca contra el tabú y contra el cofoismo nacional que dice que la escuela catalana va fantásticamente. Si nuestra propuesta no es la más adecuada, y yo creo que sí, porque por eso la hemos hecho… Usted me plantea un problema interesante, que tendríamos que mirar como abordamos, pero ahora mismo es cierto que aceptamos que no hay inmersión pero lo toleramos. En algunos lugares se hace y en otros muchos no se hace nada. Sobre todo, además, estamos a merced de agresiones de minorías muy activistas nacionalistas españolas protegidas por los jueces españoles.
Si ustedes definen unas escuelas que hagan inmersión total, la propuesta chocará contra los tribunales que obligan a todos los centros a hacer el 20 por ciento de las asignaturas en castellano.
No, señor. Precisamente, si hay una red en la que el castellano será también idioma vehicular, cumplirá estas condiciones, y después habrá otra enla que no hará falta. Mientras dejamos que los jueces continúen teniendo poder, harán cosas así, y por tanto, nos tenemos que defender.
¿Las escuelas tienen que acatar las sentencias sobre los porcentajes obligados de castellano?
Mientras este país no sea independiente, no puedes dejar en manos de los directores de los centros decidir estas responsabilidades…
El gobierno las tiene que obedecer?
Si se trata de un gobierno independentista, el que tiene que hacer es la independencia. No se trata de obedecer o de desobedecer. Se trata de hacer el trabajo que tienes que hacer. Mientras, debes administrar lo que puedes administrar con acierto y con rigor. Una de las cosas que es responsabilidad del gobierno administrar es la escuela. Y otra que tiene la responsabilidad de reforzar es la lengua. Y ni lo uno ni lo otro han sido administradas o defendidas como es debido.
¿Son tan importantes las pruebas Pisa? ¿Por qué quedamos tan mal?
En las pruebas Pisa todo el mundo ha quedado mal después de la pandemia. Ha habido un retroceso. Es evidente que los meses en los que chicos y chicas no tuvieron escuela han tenido un efecto. Esto deberíamos interpretarlo como una buena noticia. [Ríe]. Algo hacen las escuelas. Pero también es cierto que en Cataluña estamos bastante peor.
¿Por qué?
Lo atribuyo a dos causas. El fracaso de la inmersión tiene efecto sobre las competencias básicas de los alumnos. Al mismo tiempo, ha sido una época de experimentos pedagógicos. Si no existe una coherencia con la lengua de la escuela, la comunicación de los alumnos es más pobre. Si al mismo tiempo el rol del maestro en el aula no es el fundamental, los alumnos hablan más entre sí. Existe una incoherencia entre el idioma oficial de la escuela con el de las aulas. Esto afecta al rendimiento escolar. Por eso es necesario dar un paso adelante. Luego existe otro efecto, y es que se están jubilando una parte importante de nuestros mejores maestros y profesores, que son los que hicieron la inmersión.
¿Los nuevos no son tan buenos?
Los nuevos no están tan bien preparados y no han entrado en el sistema como entraron en los años ochenta las madres fundadoras de la escuela catalana. ¿Quién estudiaba para ser maestro en los años setenta en Cataluña? ¿Cuáles eran las opciones de las mujeres en esos años? Muchas mujeres, las mejores, se dedicaron a la docencia. Era un momento en el que la calidad del profesorado era muy alta, y al mismo tiempo fue un momento de ambición nacional, de auge. Había entre la gente que hizo aquello un liderato muy fuerte y había militancia. Creían en ello. ¿El país estaba en otro momento? Evidentemente. También montaron la gran TV3. Es un momento de orgullo nacional. Ahora no estamos en ese momento. Y todas esas grandes maestras ya no están. Sus discípulas inmediatas se están haciendo mayores y ha habido gran dejadez en la política de recursos humanos.
Ha hablado usted de madres fundadoras… ¿Se ha fijado que los tres partidos que tienen más posibilidades de hacer gobierno en Cataluña presentan a un hombre como candidato a la presidencia de la Generalitat?
Sí. Cosas que pasan. Es la retórica que invade la política catalana. Si ahora hubiera aquí un concurso de feminismo, retóricamente todo el mundo es más feminista que nadie, pero después, cuando es la hora de la verdad, hay mujeres en las listas porque lo dice la ley. En nuestra lista en los diez primeros puestos hay un sesenta por ciento. Y no hay más porque la ley nos lo impide. Podríamos haber tenido una lista de diez mujeres si la ley nos lo hubiera permitido. Pero, en cambio, miren a los alcaldes. Cuando se trata de poner un jefe en algún sitio siempre acaba siendo un tío. ¿Por qué será esto? “¡Ya hay mujeres! Las ponemos de número dos. Las traemos de América para ponerlas de número dos”, pero delante, el señor. Incluso en las otras elecciones hubo unas primarias que ganó una señora de la altura de un campanario, pero delante se puso a un señor. [Ríe]
Acabamos. Ahora imagínense que su voto es determinante para investir a Carles Puigdemont o Pere Aragonès porque el independentismo ha sido mayoritario…
¿Se puede elegir entre uno u otro?
No es esto lo que le pido. ¿Ustedes votarían a Pere Aragonès si fuera el candidato independentista más votado?
Depende.
¿Y a Carles Puigdemont?
También depende.
¿Y de qué depende?
Dependería de lo que nos propusieran.
De entrada, no lo descartan.
Depende. Ahora hacer anuncios al respecto…
¿Se sentarían a hablar con ellos?
Incluso, si no tuviéramos que votarlos, sentarse a hablar es normal.
¿Y a Salvador Illa?
Nosotros nunca investiremos a Salvador Illa.