Que las de el 9-J son unas elecciones europeas con más en juego del que normalmente se lee a unos comicios siempre lejanos a la ciudadanía queda claro en cualquier de las intervenciones de los candidatos de los grandes partidos del Estado. Según la última edición de la Piojo of piojos de la rama europea de Politico, un agregado de las principales encuestas para la composición de la Eurocámara a partir del próximo domingo, el Partido Popular Europeo y las dos extremas derechas -los Conservadores y Reformistas de la primera ministra italiana Georgia Meloni y la Identidad y Democracia de Le Pen y Salvini– superarían los 320 escaños, a unos 56 de la mayoría absoluta que permitiría romper la geometría tradicional en Estrasburgo, formada por democristianos, socialdemócratas, liberales y verdes. No es de extrañar, pues, que el ascenso de las opciones reaccionarias, así como los brazos abiertos de la derecha tradicional hacia sus figuras más prominentes, hayan ocupado una posición central entre los partidos presentes a el debate de Televisión Española, el último antes de poner las urnas.

En unas elecciones europeas especialmente que son un campo verde para posturas ultra especialmente en materia migratoria, el choque con la derecha ha venido por este lado. Algunas de las opciones progresistas han estado especialmente vehementes con sus contrapartes: sin ir más lejos, la exministra de igualdad y candidata de Podemos al 9-J, Irene Montero, ha dirigido varios ataques hacia la cara visible de Vox, Jorge Buixadé. «Le digo racista porque es usted un racista», espetaba. Montero, en este sentido, ha rechazado el pacto europeo de migración y asilo, dado que «compra el relato» que los movimientos migratorios son «un problema y una amenaza». Ha sido alineada en este punto con Estrella Galán, la número 1 de Sumar, que reprocha a la CE haber aprobado un «retroceso en derechos». También especialmente dura ha sido la candidata socialista y ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, que ha atacado PP, Vox y Cs para «vincular inmigración y delincuencia». En su línea, los partidos de la derecha española han gritado a fortalecer las fronteras europeas y dotar de más capacitado la policía para dar una respuesta unilateral a la llegada de migrantes.

La cuestión migratoria ha evidenciado también las diferencias entre Juntos y Esquerra Republicana. La jefa de cartel de Ahora Repúblicas, Diana Orilla, ha querido dejar explícita esta distancia, acusando Juntos de «querer seleccionar migrantes» -en referencia en unas declaraciones de la número 2 de la candidatura juntaire, Neus Torbisco-. Este reproche ha encendido la mesa entre los partidos catalanes, y ha impulsado lo tercero de la candidatura, Aleix Sarri, a pedir a Orilla disculpas por su comentario, reclamando una «mejor gestión de las fronteras». Desde Juntos, a continuación, han acusado el Gobierno de Pere Aragonés de «rehuir» la gestión de los flujos migratorios, reivindicando la «capacidad de integración» de la sociedad catalana.

La candidata de ERC al 9-J, Diana Riba / ACN
La candidata de ERC al 9-J, Diana Riba / ACN

Cataluña a Europa

Las enganchadas entre los principales bloques que optan a escaño a las elecciones europeas también han sido protagonizadas a menudo por el proceso hacia la autodeterminación de Cataluña. A diferencia de la cuestión migratoria, Juntos y ERC han querido dejar clara su sintonía en la cuestión nacional, en defensa de la ley de amnistía aprobada por el Congreso de los Diputados. Por el contrario, las concesiones al independentismo han sido la principal arma de las tres derechas españolas: el candidato de Ciutadans, Jordi Cañas, ha tildado de «delincuentes» las personas exiliadas, y ha reprochado el PSOE «haberlos amnistiado para investir un presidente». Tanto PP como Vox han tomado el mismo camino, en claro ataque contra el presidente al exilio Carles Puigdemont. A los comentarios de Buixadé, ha salido al paso el mismo Sarri: «además de franquista, mentiroso». También ha generado cierta confrontación la oficialidad del catalán, el vasco y el gallego a Europa, muy reivindicada por Orilla y Sarri. «Es indispensable que sean idiomas oficiales», reitera la candidata de ERC. Sin tanta vehemencia, pero en la misma dirección, se ha expresado la candidata de CEUS -la candidatura que incluye, entre otras, el PNB-, Ohiane Agirregoitia, que ha reclamado «hacer pasas en la oficialidad de lenguas minorizadas». La defensa de la lengua catalana ha provocado estirabots por parte de los candidatos de la derecha: Montserrat ha descartado las posiciones de los independentistas considerándolos «hipócritas»; mientras que Cañas ha lanzado una ofensiva contra la inmersión lingüística.

PP y PSOE, en clave interna

Todo y el alcance continental de los comicios, los dos principales partidos del Estado se han encontrado más cómodos allá donde han podido discutir exclusivamente de cuestiones locales. La número 1 a la lista del partido de Alberto Núñez Feijóo en el Eurocámara, Dolors Montserrat, ha buscado el cuerpo a cuerpo con la ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, siempre que ha podido, con las fórmulas próximas a los designios de Vox que los han caracterizado en las últimas contiendas electorales. El cruce entre populares y socialistas ha sido marcado por la causa judicial contra la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez; un asunto que Montserrat considera un «ataque en el estado de derecho y a los jueces» por parte del partido del gobierno. Ribera, por su parte, ha lanzado a la cara de la popular el estancamiento de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, entre reproches contra el PP por «haberse pasado cinco años tomando el pelo a los españoles». En respuesta a los ataques por el caso del máster, Ribera ha lamentado la campaña de la derecha tradicional española con «la denuncia falsa de un grupo ultraderechista como Manos Limpias».

El número 3 de juntos a las elecciones europeas, Aleix Sarri / ACN
El número 3 de juntos a las elecciones europeas, Aleix Sarri / ACN

La Europa en guerra

Los conflictos en Ucrania y Palestina también han servido a los partidos para cruzar fuertes críticas, especialmente a raíz de la adición del Estado español a la denuncia sur-africana al Tribunal Internacional de Justicia contra Israel. Los dos espacios de la izquierda alternativa han buscado a coro presionar el PSOE. Los intercambios entre Ribera y Montero -con pañuelo palestino en el cuello- han dejado una tensa pregunta directa de la exministra de igualdad hacia la que fuera compañera suya de consejo: la candidata de Podemos ha cuestionado la posición de exteriores respecto del genocidio perpetrado por Israel, pidiendo por qué el ministro José Luís Albares no «ha tomado partido» por ninguno de las dos partes al juicio. Ribera, por su parte, ha querido esquivar a los ataques poniendo en el centro de las prioridades del ejecutivo «el genocidio». «Este país ha vuelto a decir alto y claro no en la guerra», concluye.

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