Esta noche se ha celebrado el tradicional debate de TV3 y Catalunya Ràdio. Una cita política de primer nivel en unas elecciones especialmente trascendentes como son las del próximo 12 de mayo. Un debate conducido por la periodista Ariadna Oltra y pensado para hacer lucir la condición de públicos de los medios de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales. Dos horas de debate que se puede resumir con un adjetivo para cada candidato. Y más en un debate que ha tenido polémica interna, porque el presentador estrella del programa matinal de Catalunya Ràdio y director de Col·lapse, Ricard Ustrell, ha expresado en antena que no vería el debate porque tenía que colgar un cuadro.
El debate ha sido vivaz, con algún anuncio, pero previsible en la mayoría de propuestas de los candidatos. Tampoco ha aclarado de manera definitiva los posibles pactos postelectorales. Conscientes del público del canal, del alto nivel de indecisos y del protagonismo de la lengua, la seguridad y la vivienda o el Hard Rock los candidatos los han expuesto, pero en los márgenes habituales que han ido exponiendo en la larga precampaña y campaña.

Salvador Illa (PSC): Prudente
El candidato socialista no falló a su habitual ademán semiinstitucional, pero fue prudente para no perjudicar los augurios de las encuestas que lo hacen fuerte como la tele de un geriátrico. Replicó a Comuns, Junts y ERC con el argumentario usual que han estado haciendo demasiadas cosas juntos por ahora quejarse. Incluso, recordó a la CUP que había investido tres presidentes, entre ellos, Quim Torra. De todas maneras, se ha ganado el título de hábil porque pudo colar el anuncio electoral, asegurando a la audiencia que, si es presidente, nombrará Nuria Parlón de consejera de Interior y el mayor Josep Lluís Trapero de director general de la policía. Fue un titular más que una noticia, que en los tiempos que corren en los debates, es todo un tesoro.

Pere Aragonès (ERC): Concentrado
El candidato republicano llegó con un equipo bastante numeroso en los estudios de TV3. Se había preparado el debate con datos y con el punto a favor de haber ostentado la presidencia. Supo poner los números y tener alguna salida divertida en las réplicas a Alejandro Fernández. Falló en el asedio a Illa, que hace tres años que lo imita de presidente a la sombra. Los dardos a Junts por haber llegado al camino de la negociación quedaron un poco apagadas. Todo y el panorama poco esperanzador de las encuestas, Aragonés se mostró tranquilo y sin entrar al ataque ofensivo. Solo cuando arrinconó el candidato popular recordándole la corrupción cuando Fernández lo acusaba de «procesista». Quizás debe de tener otros sondeos a la cartera.

Josep Rull (Junts): Familiar
El candidato de Junts se ganó el primero titular en el primer turno de preguntas, en el juego que TV3 hizo con los candidatos para que formularan una pregunta a sus contrincantes. Hasta cuatro le formularon una pregunta a Rull, que ayer se puso corbata. La pregunta de la candidata cupaire, Laia Estrada, marcó el posicionamiento definitivo de los juntaires con el polémico Hard Rock. Rull calificó el proyecto de «turismo familiar». Cuando menos, un adjetivo curioso para definir un proyecto que incorpora casinos y salas de juego. Rull interpretó el papel del convergente con estelada con rigor y desparpajo. Redimió su estilo de Padre Tronxo para acercarse más al de Don Camilo.

Ignacio Garriga (Vox): Previsible
Si siempre haces el mismo, dices el mismo y opinas el mismo, al final todo el mundo te toma las medidas. El discurso de la extrema derecha española contra la inmigración, la seguridad o la «máquina de odio de TV3» está más viste que el TBO y después del callejón sin salida de los primeros años, los contrincantes han aprendido a contraatacar. De nada le sirvió enseñar un tipo de espray antiviolaciones o cargar contra los inmigrantes. Los rivales han perdido el miedo y entraron en el cuerpo a cuerpo metiendo en Garriga no solo en algún mal rato sino en un punto ridículo. Pero el momento más tierno de la noche fue cuando el candidato de Ciutadans lo acusó de ser poco español. Un momento memorable. Por otro lado, Garriga tampoco contaba con que Ariadna Oltra es un bravo que no se achica.

Jéssica Albiach (Comunes): Conectada
La candidata de los Comunes salió con ganas. Ha encontrado un lema cómodo para identificarse acusando los partidos más mayoritarios de ser la «coalición del asfalto». Atacó en puridad Garriga y, incluso, utilizó las mismas técnicas de oratoria que utiliza la extrema derecha con bonos resultados. De hecho, lo acalló y lo acusó desacomplejadamente de mentir. Albiach sabía que en el debate podía arrastrar alguno de los indecisos de las encuestas y retener algún socialdemócrata a quien no le gustan los proyectos como la B-40 entera o lo Hard Rock. Es decir, hizo una pesca selectiva de votantes. Supo conectar con el público de un partido que, no olvidamos, tiene una almohada de 150.000 afiliados a Comisiones Obreras.

Laia Estrada (CUP): Entregada
La candidata de la CUP se invirtió. Estrada afiló las herramientas a pesar de que la rapidez de su oratoria le hace más mal que bien. Quizás no habría que decir tantas cosas y decirlas más claras. Fue natural en algún punto del debate, como cuando hizo de Carles Rexach exclamando con sentimiento un «ojalá!» cuando el candidato del PP acusaba Junts y a ERC de haber comprado la agenda cupaire. Estrada obtuvo el premio de la primera parte del debate cuando inquirió directamente a Rull sobre el Hard Rock, y el juntaire dignificó el proyecto elevándolo a la extraña categoría de «turismo familiar». Estrada sacó su punto de profesora de secundaria cuando pidió a Oltra que echara en Garriga cuando el jefe de filas de Vox se estaba poniendo más desagradable que tragarse una botella de litro de Bitter Kas. La palabra que más utilizó «naltros», muy indicativo de su formación.

Carlos Carrizosa (Ciutadans): Irrelevante
El líder de Ciutadans ya está de salida. De hecho, solo había que ver como se guarnió por el debate, con una camiseta del corazón con tres banderas y una americana. Solo le faltaba un lápiz en la oreja y parecía un moderno y simpático frutero de mercado. De estos que dice flores a las clientas y arregla el precio del melón tocado. Carrizosa ha decidido que sabiendo que tiene que desaparecer su formación, al menos se divierte. Una opción loable hasta el punto de convertirse en una autoparodia. Nunca se le reconocerá bastante el esfuerzo que hizo para criticar la poca españolidad de Vox y, sobre todo, para acusarlos de no ser monárquicos. Carrizosa será cómo será, pero no es tonto, y sabía que este mensaje es mucho más profundo. ¿Quizá los identificaba con los falangistas republicanos? Una contraposición para reconvertir Ciutadans en el españolismo de Zara que ha resultado un fiasco. Sea como sea, se echará de menos aquel: «Señor Carrizosa, por qué me pide la palabra?».

Alejandro Fernández, candidato del PP al debate de 3Cat 07-05-2024 / Mireia Comas
Alejandro Fernández (PP): Animado
El candidato del PP fue el último a llegar al debate. Venía subido de vueltas después de la visita de los líderes estatales de los populares que se han animado al ver los resultados de las encuestas. De todas maneras, Fernández fue más con cuidado que en el debate de La Sexta en la hora de alardear de sus habilidades graciosas y discursivas. En el debate español tomó mal, porque delante tenía Rull -no discutas nunca con un hombre que se ha echado cuatro años en la prisión con la ayuda de tu partido- y un Illa que, imperturbable, le hizo salir los colores de las barbaridades que los populares hicieron durante el Proceso. Precisamente, Fernández recuperó la vez cuando acusó los independentistas de procesistas. Ahora bien, cayó en la folclorización cuando dijo, más o menos, que teníamos que hacer del catalán una lengua «simpática» para que la gente conversara. Mira, se ve que a los alemanes, por hablar alemán, no les piden explicar chistes.

Ariadna Oltra: Excelente
No puede haber discusión. La moderadora del debate, Ariadna Oltra, y el telonero de lujo que es Carles Costa, hicieron un papel espléndido. Moderar un debate es muy desagradecido, y Oltra bien que lo sabe, pero un golpe más se le tiene que agradecer como lo dirigió. Por eso, concentrada y nada agarrotada, dirigió con traza, oficio, simpatía y rigor un debate que fácilmente podía haber salido de madre. Supo cortar con un estilo de Angela Merkel las astracanadas de Garriga y encintó los otros candidatos recordando que, al plató, quien mandaba era ella.
La tele: Ejemplar
Sin ningún tipo de duda, TV3 y Catalunya Ràdio fueron un ejemplo del que tienen que ser unos medianos públicos. Un debate tradicional, pero con innovaciones, un decorado riguroso y con un equilibrado punto de i